domingo, 31 de enero de 2010
DÍA 18: DE SEVILLANAS Y CATALANES
sábado, 30 de enero de 2010
DÍA 17
Este día, martes, nos levantamos temprano porque teníamos que ir a Savonia, así que nos pusimos en camino. Nos esperaban los días internacionales, martes y miércoles, pero no sabíamos que iban a resultar tan aburridos. Llegamos a las 8 y pico a la universidad, y entramos en el auditorio. Por delantes teníamos 2 horas y media de presentaciones soporíferas sobre alumnos que habían estado en Kenia, Rusia, una profesora de viaje en China y un tal Mohamed, creemos que dueño de una showarmería venido a más. Nada destacable, solo el momento en que nuestro amigo del hemisferio sur hizo una pregunta (no me enteré muy bien de cual era) a la profesora de China. Al lado de nuestro amigo Raíces estaban sentadas nuestras amigas del este, profundamente dormidas. La cara de la tía era un cuadro cuando vio la imagen.
Luego comimos, a las 11 y media o así, y después, en lo que ellos llaman tarde, nos pusieron películas sobre la pobreza y esas mariconadas, en idiomas desconocidos y subtitulados al finlandés. O lo que es lo mismo, nos incitaron a echar una siestecita. Cuando terminó la primera película, nuestra querida Hanelle tiene la desfachatez de preguntarnos si habíamos dormido bien. Pues no hija, no, podríais poner asientos más cómodos. Nos dijo que no teníamos que quedarnos si no queríamos, así que salimos pitando de allí.
Cuando llegamos a nuestro hogar, descubrimos con horror que no había internet. Al no salir la gente de sus habitaciones, pensamos que se estaban suicidando. Pero no, por la noche estábamos todos vivos. Por la tarde pusimos un par de lavadoras, y como teníamos que recoger lo que había tendido, decidimos agenciarnos un tendedero de esos para la ropa interior, que colgamos en nuestra habitación. Costumbre típica española, y quién diga lo contrario miente.
Más tarde decidimos empezar a prepararnos la presentación sobre España que teníamos que realizar al día siguiente, con unas ocurrencias que pa qué: que si Camarón de la Isla por aquí, que si el toro de Osborne por allá. Todo muy nostálgico.
Luego ya por la noche, Alba y Berta decidieron que estaría bien ver el Internado, así que se puesieron a cargarlo. Solo decir que a las 2 de la mañana, aún estaban en el salón sentadas en el suelo intentando pillar la conexión. Pero lo terminaron de ver, sorprendidas por el giro de los acontecimientos.
Y nada más, al día siguiente nos esperaba un día lleno de emociones, presentaciones en Powerpoint, sevillanas y cerveza.
Postdata: quiero recalcar el planing de comidas que llevamos este día, 17.
7:00 am: desayuno, colacaito con crispis
11:30 am: comida
2:00 pm: sandwich cuando llegamos, estábamos muerticos de hambre
5:00 pm: cafelito con galletas
7:30 pm: patatillas viendo una serie
9:00 pm: cena, no me acuerdo pero algo cenamos
12:00 pm: sandwich viendo el internado
Si sabéis contar, descubriréis que hicimos 7 comidas. Y luego dicen que los españoles comemos raro, no me hagáis comer tan pronto que me desoriento, hostias.
viernes, 29 de enero de 2010
DÍA 16: EMPIEZA LA RUTINA
Lunes, 7 de la mañana, nos toca levantarnos para nuestro primer día de hospital.
Estábamos nerviosos y deseando llegar para ver que nos íbamos a encontrar.
Llegamos al hospital y nos enseñaron las instalaciones, los sitios donde íbamos a hacer las prácticas los próximos 3 meses y a nuestras enfermeras. Todas muy simpáticas. No había mucho que hacer, y menos nosotras, que era nuestro primer día y no se fiaban mucho de nosotros. La planta estaba medio vacía, además de haber 9 enfermeras para 40 pacientes, pues no hicimos más que seguir a la efermera y mantener conversaciones sin sentido. Todos hablan en finlandés, y el colmo es tener que ver como un médico pone una sonda sin guantes estériles ni ná. Nos dieron llave para una taquilla, además de un aparatito electrónico para abir las puertas, que si perdemos debemos pagarlo, 20 euracos de nada. Pero no estuvo mal del todo. Comimos en el comedor del hospital a las 11 y media y a la 1 nos fuimos porque teníamos que ir a la universidad a ver a Marjatta. Cuando llegamos al Hostel, Alba se dio cuenta horrorizada de una cosa: había perdido su llave. La llave de la habitación. La pobre estaba agobiadísima, no tuvo más remedio que volver al hospital a ver si estaba. Con el corazón en un puño, Berta esperó impaciente a que regresara, y al verla volver con una sonrisa de oreja a oreja, comprendió que la había encontrado. Felicidades compañera.
Tras esto, nos pusimos camino a Savonia, con un frío que pelaba, llegamos congeladicos perdíos. Solo para enseñarle el powerpoint de nuestra presentación a la tía esta, y que nos dijera que estaba muy bien, que le gusta mucho España, que si esto que si lo otro. Lo único bueno: nos acercó al hostel en su coche, fue en plan... "si queréis os acerco" y nosotros... ¡mmm vale! Además teníamos que ir al Citymarket, así que perfecto, porque ya era de noche y la pereza era máxima. Nos estamos malacostumbrando.
Cuando llegamos a la residencia, estuvimos haciendo el vago un buen rato. La que más, Alba, que se quedó dormida y se levantó a las 8 o así. Una especie de re-siesta.
A eso de las 7 se acercó la enterailla local a Berta y le propuso beber vodka polaco por la noche, ¿Quién era Berta para rechazar semejante oferta?. Así que nos pusimos a beber a eso de las 9. Que si un vodka por aquí, que si una Olvi por allá. Todos bebiendo, la madre y el hijo de Rufino incluidos. Todos ciegos como perras, el que más por supuesto, Pepi. El hígado reventado, vamos a ir pidiendo cita para un transplante cuando lleguemos a España.
DÍA 15
Domingo, resaca al canto.
Hora de levantarse, la 1.
Comida y siesta.
Ensayo general sevillanas.
Nada destacable de aquel día.
Bueno sí, el momento en que Raíces coge a Alba para que le enseñe a bailar sevillanas, y Alba en plan, ¡no, no, wednesday you will see!.
Un día totalmente desaprovechado, nos acostamos pronto para tener energía al día siguiente, nuestro primer día de hospital.
jueves, 28 de enero de 2010
DÍA 14
martes, 26 de enero de 2010
DÍA 13: PRIMER DÍA DE ENSAYOS
Nos levantamos tardecillo, pa no perder la costumbre.
lunes, 25 de enero de 2010
DÍA 12: COMPRANDO CON UNA MALETA
sábado, 23 de enero de 2010
DÍA 11: EL DÍA QUE VI UNA AUORA BOREAL
Este día, miércoles, nos levantamos y habíamos quedado con Heli, que nos iba a enseñar el hopital. A las 9 llegamos y nos enseñó donde íbamos a hacer nuestras prácticas, y al personal del hospital. Después de esto, Berta se fue al Maxi a comprar dando un paseo pues... ¡era el primer día que salía el sol! un sol en condiciones, queremos referirnos. Lucía un sol espléndido, y Berta no quería desaprovechar la oportunidad de disfrutar de él. Cuando llegó al hostel encontró a Ángel y Alba durmiendo, así que se puso a sus cosas y cuando éstos despertaron, se hicieron algo de comer y por la tarde, como no, siestecita.
Cabe destacar un momento bochornoso pero bastante divertido. Se disponían Alba y Berta a poner una lavadora, y bajaron al sótano para dicha tarea. Es simple: se mete la ropa, se pone el detergente y el suavizante y se le da a un botón que la hace funcionar. También se supone que hay que echar un euro cada vez que la vas a poner, para que Kiki se lucre a costa de nuestro sufrimiento. Pero el destino no estaba de nuestro lado aquel día. Fue como media hora delante de la lavadora, preguntándonos porqué no iba, probando con todos los programas posibles. En un momento de desesperación y embolia, decidimos echar el euro en cuestión en el sitio del euro, esto es, una huchita de los chinos, pensando que podía tener una especie de conexión mística que permitía el correcto funcionamiento de la lavadora. Pero está claro que no era así, lo digo, estábamos desesperadas. Cuando estábamos al borde del suicidio, le contamos nuestras penas a Ángel, que bajó muy digno él, se acercó al aparato, lo miró desafiante, le dio al botón, y ¡voilá! funcionó. Que si las mujeres no servimos para nada, que si tiene que venir un hombre a solucionarnos la vida, etc, etc. Que le vayan dando un rato. Pero la lavadora se puso al final.
A eso de las 5 de la tarde, comenzó a llegar gente, tutores, ¡cómo no!. Nos preparábamos para una experiencia inolvidable: la sauna. Estábamos muy preocupados, porque nos habían dicho que teníamos que ir desnudos en ese lugar. Miramos por internet y confirmamos nuestras sospechas, pero aún así, nos llevamos el bikini por si acaso. A las 5.15 llegó el autobús al Hostel, y nos montamos rumbo a Hapaniemi (la sauna en cuestión). Al llegar allí, descubrimos un bonito lugar, una especie de casa rústica antigua y un personal de lo más agradable. Nos pusieron de cenar y beber una especie de vino ahumado que estaba asquerosísimo, pero que nos tomamos con gusto. Después de la cena llegó el momento de la verdad: la sauna. Fueron momentos angustiosos, porque no sabíamos que nos depararía el destino. Nos dirigimos a los vestuarios, Alba, Berta, Sanna y alguna más, y allí que se empezaron a quitar la ropa, y las españolas como diciendo, ¡no les dara vergüenza!. Pero no, toooodas se pusieron desnudas, sin pudor alguno, porque casi todas estaban gordas. Y nosotras en bikini, por supuesto. Pero no estuvo del todo mal, muchísimo calor dentro, cuando llevábamos 10 minutos estábamos que no podíamos más, y acompañamos a Mammu y Sanna al lago a que se bañaran desnudas. Sí, salimos de la sauna en bikini y con la toalla alrededor, con los zuecos de las prácticas, y el pelo mojado, y nos acercamos al agujero que había hecho en el lago para bañarse. Desde luego la experiencia debe ser única, pero decidimos dejarlo para otro día.
Después de la sauna, estuvimos un rato grande en Hapaniemi bebiendo y conversando con los tutores. Solo hay tres tutores hombres: el hijo de Jeiko, el rubio, y Peca, a partir de ahora el favorito de Berta. También está el del pelo largo y chaqueta de cuero hasta los tobillos, pero ese es supremo casi a la misma altura que nuestra querida Sabina. El caso es que Berta y Alba salieron a fumar, y en esto que están mirando al cielo cuando de repente vieron algo que les sobrecogió: lo que ellas pensaban, y que luego les confirmarían... ¡una aurora boreal!. Algo magnífico, si no lo has visto nunca, suponemos que cuando lo has visto tres o cuatro veces te da más igual. Pero fue increíble la experiencia. Después de todo esto, y al volver al Hostel, la gente iba a salir por la noche, así que no íbamos a ser menos. Primero a Nellys, cervecitas y tonteos varios. Luego a Bpop, un sitio nuevo donde había Karaoke, pero que no estábamos lo suficientemente borrachos como para atrevernos a cantar algo. Otro día será.
Así que nada, a las 4 nos echaban ya, así que nos fuimos al kebab del pueblo y nos tomamos un suculento showarma, algo caro pero gigante, y que nos supo a gloria.
Y hasta aquí el día..., intenso y emocionante.
viernes, 22 de enero de 2010
DÍA 10
Ya estamos en el décimo día de nuestra estancia en Finlandia. Y lo que nos queda por pasar...
Este día amanecimos todos muy contentos: ¡la primera vez que veíamos el sol desde que estábamos aquí!. Claro está que no es un sol que te ciegue, pero algo alegra. Nos levantamos, desayunamos y nos dirigimos a la universidad. Hoy tocaba clase de Survival Finland, impartida por el tutor supremo, un hombre curioso con largos cabellos pelirrojos y abrigo de cuero negro hasta los tobillos. La clase no valió para nada, pues no hicimos más que hablar con los tutores, los cuales estaban todos allí. Y cuando digo todos, digo TODOS, había lo menos... 20 tutores, y algunos que estaban ausentes, osea que tocamos a tutor y medio por persona. Interesante, por ello es la profesión más demandada de Finlandia.
Tras la clase, comimos en la universidad, a las 11.30 o así. Ya nos estamos acostumbrando a comer así de temprano. Después del Lunch, Regresamos al Hostel porque no teníamos más clases. Luego nos enteraríamos de que teníamos una clase a las 12 o así, a la que no asistimos. No importa, total, mejor no hacer nada en el Hostel.
DÍA 9
martes, 19 de enero de 2010
DÍA 8
Este día era domingo, y como todos los domingos, nos levantamos tardecillo, a eso de las 12.30. Ya llevábamos una semana en Finlandia.
Al bajar a la cocina nos encontramos con nuestros nuevos compañeros, las polacas, el ruso y la rusa. Tras momentos de aunténtica angustia, por parte de Berta y Alba, pues no paraban de lanzar preguntas una tras otra, nos hicimos la comida y nos preparamos para ir a enseñarle la ciudad a los nuevos huéspedes. Básicamente lo que hicimos fue ir a comprar.
Al llegar al hostel, ya estábamos casi todos, las rusas que faltaban, los austriacos, y los kenianos.
También habían algunas tutoras, que no falten nunca. Legaron nuevos, y uno de ellos, sí, era otro de los hijos de Jeiko, ¡un nuevo Markus!. Se conoce que Jeiko difundió su semilla por toda Finlandia.
Estuvimos bebiendo y jugando a las cartas un rato, y poco más, estábamos bastante cansados y nos fuimos a la cama, al día siguiente nos esperaban clases y presentaciones en inglés.
domingo, 17 de enero de 2010
DÍA 7: JEIKO Y OLVI
Nos levantamos más bien tarde, no teníamos nada especial que hacer. Decidimos ir a grabar unos vídeos al lago, y allí descubrimos una imagen curiosísima: pesca en hielo. Tú vas, y te ves a unas cincuenta personas sentadas en banquitos, con barrenas tamaño familiar, y agujeritos hechos en el hielo, pescando con cañas irrisorias, y con un movimiento de muñeca, que ríete tú del mayor pajeador de la historia. Entonces recordamos la historia de Jeiko, un humlide pescador, y su hijo Markus. Jeiko cada sábado, se pone su traje de pescador, y se acerca al lago, cubo en mano, pero nunca pesca nada. Jeiko se siente frustrado cada sábado, pero no desiste en su intento por llevar comida a casa. Se conoce que algún sábado se le ve en el Citymarket comprando pescado congelado, para aparentar, pero todos sabemos que no pesca un triste salmón. Cuenta la leyenda, que Jeiko es un alto cargo de Pescanova, pero no se ha podido demostrar.
Después de nuestro paseo matutino, nos fuimos a comer a la residencia. Berta preparó una tortilla de patatas, spanish omelette para los que no conozcan. Salieron varias cosas mal: el aceite no era precisamente de oliva, la sartén se pegó un poquillo, las patatas no estaban lo que se dice blandas del todo. Pero aún así, estaba rica. Alba hizo una ensalada, con los ingredientes básicos de una ensalada, y añadiendo los alimentos esenciales finlandeses: queso y jamón york.
Ya después de comer, recibimos la visita de nuestras amigas las tutoras, Sanna trajo galletas españolas y también patatas varias. Estuvimos HORAS bebiendo y jugando al culo con la tutora que no ha visto el sol en su vida, y la de los libros de inglés. También estaban la supremísima, la pelirroja, las abominables mujeres de las nieves, y alguna más que se me escapa. A eso de las 10 de la noche, empezó a llegar gente nueva al hostel: las polacas y un par de rusos. Estaban cansados, así que se fueron a dormir y los demás, salimos.
Hay una escena, bastante graciosa y que espero plasmar con detalle. Estaban Alba y Berta queriendo ir a fumar, y hacía bastante frío en la calle. En la puerta de la residencia hay zapatos que deja la gente y que nadie usa, y Berta decidió probarse unas botas bastante monas que había, pues iba en zapatillas y para salir a fumar, pues como que hace fresquete. El caso es, que entraron bien, subió bien la cremallera, pero luego, ¡ay luego!, aquello no bajaba. Y Berta le pidió ayuda a Alba. Se ve en escena a Berta sentada en el escalón de la entrada del hostel y a Alba tirando de la bota, las dos con el chaquetón puesto, gorro y guantes pero en zapatillas de estar por casa y pijama, con sendos cigarros en la boca, y en ese momento justo entran por la puerta 3 o 4 tutoras, las 4 polacas, la rusa y el ruso. Fue el mejor recibimiento que pudimos hacer.
viernes, 15 de enero de 2010
DÍA 6: CAMINANDO SOBRE UN LAGO HELADO
Nos hemos levantado resacosas, pa que engañarnos. Ibuprofeno pal cuerpo, y puesta en marcha. Alba se levantó y mientras desayunaba, la sorprendieron varias tutoras, tutoreando por el Hostel. Llegó el momento de llevar nuestras muestrecitas (explicadas en el día 5) al hospital, así que nos pusimos en camino. Sin ningún incidente digno de mención, nos dispusimos a dar una vuelta por nuestro bello pueblo. Visitamos el centro cultural, la iglesia, el restaurante más pequeño del mundo, y el magnífico lago de Iisalmi, totalmente congelado y por el que pasaban coches como si fuera una carretera más.
Tras esto, hemos ido al Citymarket a por provisiones, frutita, yogures, verduras, y algunas cosillas de primera necesidad.
Llegamos al Hostel y preparamos la comida, a una hora decente: ¡las 2 de la tarde!. Comimos pasta con tomate y atún, y el alimento de primera necesidad: queso. El día 4 compramos dos paquetes de queso en lonchas de 700 gr. Hoy hemos empezado el segundo.
Por la tarde siestecita, seriecitas, y cafelito para despertarnos. A media tarde llegó una TUTORA que nos trajo un regalo: un pastel de arándanos, bastante bueno que estaba y que no duró ni media hora.
DÍA 5: DESAFÍOS EXTREMOS
Hoy ha sido uno de los días mas horribles de nuestra vida.
Nos hemos tenido que levantar supertemprano, a las 6 y media, para ir a la universidad a conocer a nuestra tutora de las prácticas, una señora bien simpática que nos ha explicado como van a ir nuestras prácticas en el hospital de Iisalmi. Tras decirnos a las 10.30 que si teníamos ganas de ALMORZAR, hemos declinado amablemente la invitación y hemos decidido ir al Hospital a realizarnos las pruebas que nos habían mandado hacer. Tres cuartos de hora en el día más frío que hemos pasado hasta el momento, medio desfalleciendo por el camino arrepintiéndonos de no haber comido, pero llegamos al Hospital. Buscamos el laboratorio y allí que nos dirigimos todo contentos sin saber lo que nos esperaba.
Llegamos a una sala llena de viejetes que iban a cosas parecidas a las nuestras, pero para ellos debe ser una cosa más bien normal, porque su cara no denotaba pérdida de dignidad ni de integridad física ni psíquica. Pasamos con la enfermera que era muy maja, por lo menos eso tenía de bueno, y nos toma los datos para ver que tenía que hacer. Eran dos cosas: muestra de mocos y muestra de heces. Tras entregarnos el botecito para la caca en cuestión y explicarnos como iba la cosa (tiene su técnica, no lo puede hacer cualquiera), procedió a la toma de mucosidad. Saca un hisopo (especie de bastoncillo para la nariz, pero más largo y con peor pinta) y se dispone a introducirlo por nuestra cavidad nasal, narina o como se le quiera llamar. La tía, se ve que lo hace todos los días, se la veía con experiencia. Nos ha metido el hisopo hasta el mismísimo cerebelo, del reflejo claro, echas la cabeza para atrás. Pero ella "no, no, hacia delante" y nosotros, con lagrimones en los ojos, no hemos tenido más remedio que sublevarnos ante su uniforme blanco, porque, ¿quiénes somos nosotros para cuestionar a semejante profesional?. Total, que nos lo ha metido hasta bien fondo y hemos salido traumatizados, más que otra cosa.
De vuelta a casa, comentamos entre risas la situación, sin saber que la segunda parte sería aún más traumática.
Alba preparó la comida, suculento solomillo a la mostaza (quién dice solomillo, dice fileticos de lomo, que eran más baratos en el Citymarket). Todo exquisito.
Cigarro en la puerta de la resi, en un sitio nuevo que hemos descubierto, nada menos que la puerta trasera de la misma, donde hace igualmente un frío de cojones, pero por lo menos las vistas son distintas.
Uno por uno tuvimos que tragarnos nuestro orgullo y dignidad, y empezamos a pasar al baño para hacer nuestra misión: depositar nuestras heces en sendos botes, no se lo recomiendo a nadie. Primero Berta, la más valiente. Luego Ángel, que solo consiguió unas peloticas irrisorias, y Alba, ¡ay Alba! la más rápida y más traumatizada. Ha sido una experiencia horrible, nunca podremos olvidarlo. Tener que hacerlo en un vasito de plástico, recogerlo con una cucharilla, meterlo en el recipiente en cuestión, y el colmo de la humillación, rebozar otro hisopo en semejante sustancia, todo para comprobar que estamos sanos como peras. Pero los finlandeses son muy desconfiados. A partir de ahora, odiaré a muerte los hisopos. Cómo un instrumento tan inocente puede causar tanto daño, tanto físico como psicológico, a una persona. Según palabras de la mismísima Alba, "aunque tenga 80 años y alzheimer, nunca podré olvidar esta experiencia". Ninguno podremos.
Decidimos que nos merecíamos un homenaje después de esto, y decidimos ir a comprar un poco de esa sustancia de superlujo aquí en Finlandia: ALCOHOL. Tras un rato grande buscando la licorería, y preguntas sin respuesta en un establecimiento a un amable señor, encontramos el sitio en cuestión. Miramos los precios, y lo que nos imaginábamos: todo es, mínimo, el doble de caro que en España. Al final nos decidimos por un Negrita, 18 eurazos que nos sangraron, todo sea por el bien de la economía finlandesa. Claro que el Negrita no se bebe solo, debíamos comprar algo de refresco. Nos metemos en un supermercado y cual es nuestra sorpresa, cuando descubrimos que ¡en Finlandia no hay fanta de limón!. Hay fanta de naranja, de piña, de mora, de uva creo, y alguna más, pero de limón, nada. Nos quedamos impresionadas, así que nos decidimos por la de naranja, el litro y medio 2.15€.
De vuelta a la resi, Alba y Berta encontraron a Ángel, que había ido a CORRER, todo sudado con el sudor congelado en pestañas y patillas. -11º a las 5.15, y por supuesto ya noche cerrada, cerradísima. Nos dirigimos a la residencia, grabando todo lo que encontrábamos a nuestro paso.
Llegamos a la residencia, y tras un rato jugando al culo, cenamos y nos preparamos unas copillas. Con decir que Ángel casi vomita nada más probar aquello, queda todo dicho. Era horrible, no sabemos si por la fanta de naranja, por el ron, o porque no había hielo. Así que salimos a coger un poquito de nieve, a ver si así mejoraba. No. Alba y Berta se bebieron lo suyo, y Berta se tomó media de la de Ángel. Cuando ya estabamos totalmente desilusionados, Ángel vio su móvil y cual fue su sorpresa, cuando vio que Sabi nos había escrito invitándonos a tomarnos algo en un pub cercano. Cabe destacar que de la emoción, Alba tiró su copa en el suelo de la habitación, con el consiguiente mal olor y pegajosidad del suelo. Nos vestimos y fuimos a Nellys, a partir de ahora nuestro sitio preferido, a falta de conocer otro mejor. Un bar donde puedes jugar a la Wii, conectarte a internet desde un portátil público, disfrutar de una pinta de Olvii por 2.50€, escuchar a los 69 Eyes mientras te fumas un cigarro en la sala de fumadores,... El sitio ideal. Ya bastante contentillos, cambiamos de bar y nos fuimos a una especie de discoteca, donde también los precios eran asequibles, y la música no terminaba de estar mal. El grupo era curioso: tres tutoras, tres españoles, y un tipo finlandés, primo del ex de una de las tutoras, que había vivido en Ibiza y que sabía algo de español, así que no podíamos decir cosas malas. No paraba de decir que le gustaba Manu Chao, y que cómo se decía todo en español. Estuvo bien la noche, si pensamos que si no llega a ser por ese sms, a las 10 de la noche nos habríamos ido a la cama.
Alba y Berta se volvieron antes que el resto, ya que ésta última llevaba un ciego considerable. Al llegar, se fue directamente a la cama, mientras que Alba estuvo como media hora buscando el papel de liar, pues quería fumarse el último, pero tuvo que resignarse y dormir, después de un largo y duro día.
Y hasta aquí el día 5.
DÍA 4
Nos levantamos a eso de las 9 y media, para desayunar e ir a la universidad. Nos esperaban los exámenes de salud, totalmente agobiados porque no sabíamos que nos íbamos a encontrar. Caminamos hacia Savonia con más frío que otra cosa, y al llegar, el primero en pasar por la enfermera era Ángel, así que Berta y Alba se fueron a la biblioteca a estudiar. Era el primer día de estudio oficial en Finlandia y la verdad, no fue muy provechoso. Cuando Ángel terminó, comimos a eso de las 12.45, cosas bastante ricas aunque no muy tipical finland. La enfermera nos pesó, talló, miró nuestra hemoglobina, la tensión, y nos invitó a pasar por otras divertidas pruebas, pero eso pertenece al día 5...
Después de la universidad, nos dirigimos a la residencia, y como eran las 2.30 y no sabíamos que hacer, cada uno a lo suyo: dormir, internet, tele, o lo que fuera surgiendo.
A eso de las 5 de la tarde, decidimos dar un paseo por Iisalmi, para ir conociéndolo mejor. Nos acercamos al centro de deportes que pilla cerquita de nuestra residencia. Hay de todo: piscina, tenis, bolos, etc, y nos entretuvimos viendo un partido de hockey sobre hielo. Finlandeses petados y sudorosos, patinando y chocándose, sudorosos y petados, con sus rubios cabellos ondeando al viento. Todo un espectáculo.
Tras esto, seguimos paseando y llegamos al hospital donde haremos las prácticas, y decidimos entrar a visitarlo. Aquello parecía la sala de espera de cualquier establecimiento, pero no de un hospital. Está bastante bien, y la gente se ve amable. A ver que nos encontramos cuando tengamos que empezar el trabajo.
Para terminar nuestra visita, nos acercamos nuestro querido Citymarket, para comprar provisiones. Que no falten los alimentos entrella: queso, jamón y pan de molde, en cantidades industriales. También verduritas, pan normal, pasta, ketchup, y como no, nuestras amadas galletas de chocolate.
De vuelta a la residencia, jugamos un rato a las cartas. Después cena, un ratito de cháchara y a la cama, que al día siguiente nos tocaba un buen madrugón.
miércoles, 13 de enero de 2010
DÍA 3
Este bello día, nos levantamos a eso de las 10 de la mañana, Berta antes pues tenía que plancharse el pelo. Desayunamos... ¡sandwiches mixtos, como no! y un vasito de una leche que más que leche era leche aguada. Los finlandeses lo aguan todo, también el zumo. A las 11 de la mañana nos recogió nuestra tutora, Sabi a partir de ahora. Teníamos que ir a la universidad, y tras decirnos que íbamos a ir andando y reirnos un rato, comprendimos que no bromeaba. Nos esperaba media horita de camino hacia la universidad de Savonia. Uno puede pensar, bah, media hora, un paseito. Pero cuando por delante te espera un camino frío, nevado y con el peligro de ser arrollado por un Raikonen cualquiera, la cosa cambia. Aún así, el camino no se hizo muy pesado, atravesamos una especie de polígono industrial y cuando llegamos a lo que es la universidad en cuestión, pensamos que, ¡no es pa tanto!, en las fotos parecía mucho más grande. Lo que más llamó nuestra atención fue la casetilla que había fuera para fumar, aquí ya ni en la puerta se puede, te tienes que ir apartado de todo el mundo para no molestar.
Una vez dentro, conocimos a varias personas y nos enseñaron las clases donde se enseña enfermería: me da VERGÜENZA pensar que algún día alguien visitó nuestra escuela y tuvo la posibilidad de compararla con esta otra. Tras ver todo aquello y quedarnos asombrados, llegó la hora de comer. Las 12.30. 2.60€ el menú. De lujo vaya.
De vuelta a la residencia, medio que nos perdimos por el camino, pero llegamos bien. Luego volvió Sabi para ayudarnos a comprar una tarjeta de móvil finlandesa y nuevos móviles para Ángel y Alba. Vuelta a la residencia. Para cenar decidimos sacar el sobrecito de JAMÓN DE JABUGO que Berta había traído desde España.
DIA 2: MOMENTOS ANGUSTIOSOS
Nos levantamos hacia las 10 de la mañana en casa de Javi, y al asomarnos por la ventana, nos dimos cuenta de que no había sido un sueño, y que estábamos en Helsinki. Esa imagen toda nevada con los arbolitos y los edificios nos impactó muchísimo (de hecho, es lo único que íbamos a ver a partir de ese momento).
Salimos de la casa dirección a la estación de tren para regresar a la Railway Station de Helsinki, y poder tomar el tren que nos conduciría a Kuopio y luego a Iisalmi. ¡La de cosas que podían salir mal!. Escaleras mecánicas rotas y la imposibilidad de bajar una maleta de 26 kg. Fueron momentos angustiosos.
Una vez instalados en el tren, lleno de comodidades y de rubios de ojos azules y RAPADOS (sí, con el frio que hace y no tienen un pelo de tontos), eran las 11.30 y no habíamos comido nada, fuimos por turnos al vagón restaurantes y los precios nos quitaron el hambre. Primero Alba y Ángel, y cuando fue Berta, vio algo que la dejó sin aliento: ¡HABÍA ZONA DE FUMADORES!. Con el corazón que se le salía del pecho corrió a llamar a Alba, y ambas fumaron un cigarro que supo a gloria, con el pequeño inconveniente de que aquella "sala" para fumadores era un cubículo sin ningún tipo de ventilación, lleno de gente a reventar, y que apenas se podía respirar. Aún así, visitaron aquel lugar unas cuantas veces más. Los trenes en Finlandia son bastantes curiosos, tienen para enchufar cosas, como el portátil que tanta compañía nos está haciendo, o el móvil o en nuestro caso móviles, porque ya tenemos dos. Tienen también bolsitas que tu coges para echar tu basura. Y van rápido, a pesar de estar todo nevado. Eso sí, los paisajes preciosos. Tuvimos un momento de angustia, cuando el tren hizo una parada y de pronto, comenzó a ir hacia atrás. Por un momento pensamos, ¡oh no, estamos volviendo!¡nunca llegaremos a nuestro destino!. Luego comprendimos que iba bien, que el tío sabía lo que hacía.
Tras casi 5 horas de tren, llegamos a Kuopio, y aquí viene el mayor momento de angustia del día. Bajamos del tren, con dificultad por las maletas y esas cosas. Sólo había dos andenes, pero como nuestro manejo del finlandés todavía no es muy bueno, preguntamos a una mujer que allí se encontraba, si el otro tren era el que iba a Iisalmi, y nos respondió que no sabía, que fuesemos a la estación que estaba más abajo. Cabe destacar que el tiempo del que disponíamos para hacer el trasbordo de trenes era de 5 minutos, y que los finlandeses son asquerosamente puntuales. Pues allí que bajamos, maletas en mano a preguntar, y a lo que el tío nos contesta que el otro tren era el que teníamos que coger, echamos a correr como si nos fuera la vida en ello, y vemos al tren empezar a moverse. Aquí hay dos versiones de lo que pasó. Según Ángel, se agarró al tren y lo hizo parar, gracias a su poder sobrenatural de parar trenes. Lo que pensamos que pasó en realidad, es que el señor conductor del tren vio a tres personas corriendo, con sendas maletas a cuestas, medio congelados, y maldiciendo en un idioma que desconocía, y pensó que sería bonito parar. Y así lo hizo, gracias a ese conductor hoy estamos sanos y salvos en casa. Tras una horita más de tren, llegamos al destino final: Iisalmi. Allí nos esperaban Sabi, Mammu, y otra chica. Eran nuestras tutoras, las que nos llevaron al Hostel donde nos íbamos a hospedar. Cabe destacar que para salir de la estación había que cruzar las vías del tren, maletas en mano y con palmo y medio de nieve. Al llegar, nos sorprendimos de que no era tan horrible como nos lo habían pintado. Vale se ve anticuado, pero está muy bien, y además estamos los tres solos la primera semana porque los demás vienen más tarde. Después de deshacernos de las maletas, nos llevaron a comprar provisiones al Citymarket de Iisalmi. Un supermercado vaya, un Mercadona o un Supersol de toda la vida. Después de gastarnos 75 euros en la compra volvimos al Hostel y empezamos a deshacer las maletas y colocar las cosas en la habitación. Bueno, Alba no, porque todavía no tenía la maleta. Después comprobamos que la conexión a internet funcionaba bien, y nos conectamos como locos. Nos percatamos de que la dueña del Hostel, Kiki, no estaba, y que no aparecería hasta el día siguiente. Nos hicimos uns sandwiches mixtos, de esos como en España, pero en Finlandia. Bueno fueron dos, porque no habíamos comido nada en todo el día. A todo esto, eran las 6 de la tarde y ya era noche cerrada pero cerrada que te daban hasta ganas de irte a dormir. El que sí que tenía ganas de irse a dormir era el personajillo que nos encontramos, un viejete borracho perdido, chocándose por las paredes. Alba cree firmemente que es un alto cargo del ministerio finlandés que está aquí de incógnito, pero no hemos resuelto el misterio. El caso es que el tío no paraba de preguntar (en perfecto finés de borracho) que donde estaba ¡la tualet la tualet! y nosotros ¡no sé no sé!. El tío decidió acostarse con la luz encendida, encima de la cama solamente tapado con una sabanilla. El pobre daba penilla, le íbamos a apagar la luz pero decidimos que no.
Cuando fue una hora decente para cenar, Berta preparó burritos, asegurando que sólo cocina burritos a la gente muy especial. Estaban bastante buenos, y más con el hambre acumulada que llevábamos.
Descubrimos con horror que no se podía fumar dentro del Hostel, así que cada hora y media más o menos Alba y Berta salen a fumar en pijama y chaquetón a la puerta.
Y hasta aquí el día 2.
martes, 12 de enero de 2010
DIA 1
Vamos a ir relatando a través de este blog nuestras experiencias y el día a día de tres estudiantes de enfermería a los que un día les dio una embolia celebral del celebro, y decidieron ir a pasar 4 meses al culo del mundo.
DÍA 1
Llegamos a las 8 de la mañana al aeropuerto de Málaga, con la familia y preparados para vivir la experiencia de nuestras vidas. ¡La de cosas que podían salir mal ese día!. Pero todo fue más o menos bien. Facturamos las maletas, y aquí iba Berta un poco cagada, ya que su maleta pesaba 26 kg, y solo dejaban 20 y 8 de mano, y Berta llevaba como 10 o 12. Al final hicieron la vista gordísima y nos dejaron pasar. Una vez dentro, para pasar por el arco detector de metales, nos hicieron hasta sacar los portátiles de sus fundas, la cámara de vídeo, cinturones, BOTAS!!, de todo, un poco más y nos dejan en pelotilla picá. Pero todo bien. Alba y Berta estaban deseosas de fumarse un cigarro, ya que llevaban hora y media sin fumar. Cual fue su sorpresa cuando descubrieron que EN EL AEROPUERTO DE MÁLAGA NO HAY SITIO PARA FUMAR!! NI UNA MÍSERA HABITACIONCILLA PA ECHARSE UN PITILLO!!! pero bueno, lo superaron con dignidad. Teníamos hambre, así que decidimos ir a comprar algo. Tras ver que era lo más barato, elegimos unas patatillas de bolsa, y al pagar cual es nuestra sorpresa cuando nos piden ¡la tarjeta de embarque! ¿te crees que si no la tuviera iba a estar ahí? Al final nos quedamos sin patatas, porque no la llevabamos encima. Lo que sí nos compramos fue una botella de agua, por el módico precio de ¡2.65€!. Y tampoco era pa tanto. Descubrimos que los finlandeses no son nada respetuosos con el orden de las colas, porque estábamos los primeros para embarcar y se nos colaron como 20 rubios y rubias. El que no nos importó que se colara fue EL BEBÉ DE LOS MOFLETITOS, ¡¡precioso!!, el bebé más bonito que habíamos visto en nuestras vidas. Al subirnos al avión, descubrimos con asombro que éramos los únicos españoles abordo, y que éramos los únicos (bueno, Alba y Berta, porque Ángel estaba separado) que la estábamos liando pero bien. El viaje bien, tranquilito, por encima de las nubes todo el rato, y cuando nos aproximábamos a nuestro destino no sabíamos si eran nubes o hielo lo que había bajo nosotros. Luego comprendimos que eran nubes, las más densas que habíamos visto jamás. Cuando ya estábamos a 4 o 5 km de aterrizar, vemos esperanzados en las pantallas que fuera habían -2º!!!!! y pensamos, ¡vaya mierda, nos han timado, ni frío ni pollas!. Cuando tocamos suelo vimos la cruda realidad: -15º. Había que ser fuerte y no echarnos a llorar, así que nos dispusimos a abandonar el avión. ¿Sabéis ese segundo cuando cruzas del avión a lo que es la pasarela que te lleva dentro del aeropuerto? Se nos congelaron hasta las pestañicas. Pero bueno dentro del aeropuerto se estaba bien, así que fuimos a donde se recogen las maletas, esa cinta que no para de dar vueltas que te dan ganas de subirte para ver realmente cómo es el camino que recorre una y otra vez. Y recogimos las maletas. Bueno, no todos. Tras mucho esperar (os podría decir el orden de las maletas que quedaban en la cinta, en serio), Alba decidió acercarse al mostrador de información, porque ya no era ni normal. Su maleta se había quedado en Málaga, así que prometieron llevársela a la residencia cuando llegara. Al final nos vino hasta bien, ya que era una maleta menos con la que cargar.
Llegó el momento de la salida a la calle, nos preparamos bien: gorro, bufanda, guantes, chaquetón y cigarro en mano por supuesto porque Alba y Berta llevaban desde las 8 y media sin fumar y eran como las 5 ya. Por cierto que en el aeropuerto de Finlandia hay zona de fumadores, sí como lo leéis, están mucho más avanzados que nosotros, ¡dónde va a parar!. Total que salimos a la calle y cual bofetón esperado, nos vino a la cara una ráfaga de aire HELADO y deseamos por un segundo morir allí mismo. Todo estaba blanco, nevado, precioso. Por lo visto hacía años que no caía un nevazo de tales dimensiones. Nos estaría esperando a nosotros. Nos fumamos el cigarro lo más rápido que podíamos con los dedos totalmente entumecidos y buscamos un autobús que nos llevara al centro de Helsinki. 5.90 € y media hora de autobús en shock por lo que acabábamos de vivir. Llegamos a la estación de tren de Helsinki y allí nos esperaba Javi, tras sacarnos el carnet de estudiante y los billetes para Iisalmi, nos fuimos a su casa a dejar las maletas y comer algo, que estábamos un poco hambrientos. Cuando llegamos a su casa, dejamos las maletas, conocimos a su compañero, y nos fuimos a tomaros una PIZZA KEBAB, mucho mejor que la papa kebab, ¡donde va a parar!.
Al llegar a casa y después del largo día que habíamos pasado, nos fuimos a la cama-suelo (algunos cama, otros suelo), tras conectarnos un ratillo a internet y ver un ratito de Gossip Girl.
Hasta aquí el día 1.