domingo, 31 de enero de 2010

DÍA 18: DE SEVILLANAS Y CATALANES

Día 18
Segundo día internacional, miércoles, 9 de la mañana en Savonia. Lo mismo que el día anterior: vídeos horribles y sueñecito al canto. Comimos más pronto aún: a las 11 de la mañana. Después de eso teníamos las presentaciones, nosotros íbamos los segundos, y realmente fue la más entretenida y la que más gustó. Que no nos pusimos a hacer un palmeo porque no nos apeteció, porque ál público los teníamos en el bolsillo.
Después de las presentaciones, a eso de las 3, nos roneamos un rato en la escuela, a ver si caía la breva y alguien nos llevaba a casa. En vano, una hora perdida y el estrés posterior porque no nos dio tiempo a dar un último retoque a las sevillanas. Llegamos al Hostel a las 4 y media y a las 6 debíamos estar en el Olvihalli, el sitio en cuestión. Le dimos un repasillo rápido y le fuimos tirando para el lugar. Cuando vimos aquello nos queríamos morir. Nos entregaron un papelito a cada uno de un color, para sentarnos en la mesa del color correspondiente, así que íbamos a estar separados. Luego descubrimos con horror, que había un escenario donde debíamos hacer nuestro baile, y la fatiga en ese momento fue máxima. Al final no fue tan mal, pero al principio queríamos morir.
Cuando llegó el momento de separarnos cada uno para nuestra mesa, me acerqué a la mía, la de color rojo, y de pronto oigo que alguien pregunta, en perfecto español: ¿de dónde sois?. Y yo en plan... ¿españoles?. Era un grupo de profesores de Gerona, ni más ni menos. Estuvimos toda la noche hablando con ellos, muy majos todos, y siempre da alegría hablar con alguien en tu idioma, que ya nosotros nos tenemos muy vistos.
Luego vino la cena, a eso de las 6 y media, hicieron PAELLA, pero claro, nada que ver con la que me cocina mi mamá los domingos. Aún así, estaba buena, y de postre, algo con chocolate típico de Suecia creo. Luego una cervecita, para quitarnos un poco la vergüenza, y llegó el momento de los bailes. Primero las polacas, baile típico polaco, bastante cutre pero bueno, les daremos un aprobaillo. Luego nuestro turno. Que maravilla, ni una equivocación, el público entregadísimo, y aún más por los de Gerona, que nos gritaban de todo y aplaudían como los que más. Cuando pedimos voluntarios para que lo intentaran, salieron unos cuantos y lo hicieron de pena, pero nos reimos bastante. Luego fue el turno de los austriacos, que bailaron un vals, luego los rusos, con su baile típico ruso y los keniatas, con su movimiento de culo y caderas y su danza masai. Por último, los finlandeses hicieron una especie de cuestionario para responder a ver cuanto conocíamos de Finlandia. Ya podrían haber bailado el típico baile finlandés, en sus dos versiones: la de Alba, y la de Doña Marjatta Kumpulainen. No se cuál de las dos es mejor.
Tras los bailoteos, se hicieron algunos juegos, sin mucho éxito, y a eso de las 10 de la noche, le tiramos para Nellys, como es costumbre ya. Allí pues lo típico, cervecita parriba y cervecita pabajo, cigarrito por aquí, un tonteillo por allá, etc. Después del Nellys, ¿qué pudo venir? pues sí, Cave. Otra cervecita por aquí, un perreillo por allá.
Y a eso de las 4 cuando ya nos echaban, kebab y para la casa, que al día siguiente teníamos hospital, eso sí, a las 12.30.

sábado, 30 de enero de 2010

DÍA 17

Día 17

Este día, martes, nos levantamos temprano porque teníamos que ir a Savonia, así que nos pusimos en camino. Nos esperaban los días internacionales, martes y miércoles, pero no sabíamos que iban a resultar tan aburridos. Llegamos a las 8 y pico a la universidad, y entramos en el auditorio. Por delantes teníamos 2 horas y media de presentaciones soporíferas sobre alumnos que habían estado en Kenia, Rusia, una profesora de viaje en China y un tal Mohamed, creemos que dueño de una showarmería venido a más. Nada destacable, solo el momento en que nuestro amigo del hemisferio sur hizo una pregunta (no me enteré muy bien de cual era) a la profesora de China. Al lado de nuestro amigo Raíces estaban sentadas nuestras amigas del este, profundamente dormidas. La cara de la tía era un cuadro cuando vio la imagen.

Luego comimos, a las 11 y media o así, y después, en lo que ellos llaman tarde, nos pusieron películas sobre la pobreza y esas mariconadas, en idiomas desconocidos y subtitulados al finlandés. O lo que es lo mismo, nos incitaron a echar una siestecita. Cuando terminó la primera película, nuestra querida Hanelle tiene la desfachatez de preguntarnos si habíamos dormido bien. Pues no hija, no, podríais poner asientos más cómodos. Nos dijo que no teníamos que quedarnos si no queríamos, así que salimos pitando de allí.

Cuando llegamos a nuestro hogar, descubrimos con horror que no había internet. Al no salir la gente de sus habitaciones, pensamos que se estaban suicidando. Pero no, por la noche estábamos todos vivos. Por la tarde pusimos un par de lavadoras, y como teníamos que recoger lo que había tendido, decidimos agenciarnos un tendedero de esos para la ropa interior, que colgamos en nuestra habitación. Costumbre típica española, y quién diga lo contrario miente.

Más tarde decidimos empezar a prepararnos la presentación sobre España que teníamos que realizar al día siguiente, con unas ocurrencias que pa qué: que si Camarón de la Isla por aquí, que si el toro de Osborne por allá. Todo muy nostálgico.

Luego ya por la noche, Alba y Berta decidieron que estaría bien ver el Internado, así que se puesieron a cargarlo. Solo decir que a las 2 de la mañana, aún estaban en el salón sentadas en el suelo intentando pillar la conexión. Pero lo terminaron de ver, sorprendidas por el giro de los acontecimientos.

Y nada más, al día siguiente nos esperaba un día lleno de emociones, presentaciones en Powerpoint, sevillanas y cerveza.

Postdata: quiero recalcar el planing de comidas que llevamos este día, 17.

7:00 am: desayuno, colacaito con crispis

11:30 am: comida

2:00 pm: sandwich cuando llegamos, estábamos muerticos de hambre

5:00 pm: cafelito con galletas

7:30 pm: patatillas viendo una serie

9:00 pm: cena, no me acuerdo pero algo cenamos

12:00 pm: sandwich viendo el internado

Si sabéis contar, descubriréis que hicimos 7 comidas. Y luego dicen que los españoles comemos raro, no me hagáis comer tan pronto que me desoriento, hostias.

viernes, 29 de enero de 2010

DÍA 16: EMPIEZA LA RUTINA

Día 16


Lunes, 7 de la mañana, nos toca levantarnos para nuestro primer día de hospital.

Estábamos nerviosos y deseando llegar para ver que nos íbamos a encontrar.

Llegamos al hospital y nos enseñaron las instalaciones, los sitios donde íbamos a hacer las prácticas los próximos 3 meses y a nuestras enfermeras. Todas muy simpáticas. No había mucho que hacer, y menos nosotras, que era nuestro primer día y no se fiaban mucho de nosotros. La planta estaba medio vacía, además de haber 9 enfermeras para 40 pacientes, pues no hicimos más que seguir a la efermera y mantener conversaciones sin sentido. Todos hablan en finlandés, y el colmo es tener que ver como un médico pone una sonda sin guantes estériles ni ná. Nos dieron llave para una taquilla, además de un aparatito electrónico para abir las puertas, que si perdemos debemos pagarlo, 20 euracos de nada. Pero no estuvo mal del todo. Comimos en el comedor del hospital a las 11 y media y a la 1 nos fuimos porque teníamos que ir a la universidad a ver a Marjatta. Cuando llegamos al Hostel, Alba se dio cuenta horrorizada de una cosa: había perdido su llave. La llave de la habitación. La pobre estaba agobiadísima, no tuvo más remedio que volver al hospital a ver si estaba. Con el corazón en un puño, Berta esperó impaciente a que regresara, y al verla volver con una sonrisa de oreja a oreja, comprendió que la había encontrado. Felicidades compañera.

Tras esto, nos pusimos camino a Savonia, con un frío que pelaba, llegamos congeladicos perdíos. Solo para enseñarle el powerpoint de nuestra presentación a la tía esta, y que nos dijera que estaba muy bien, que le gusta mucho España, que si esto que si lo otro. Lo único bueno: nos acercó al hostel en su coche, fue en plan... "si queréis os acerco" y nosotros... ¡mmm vale! Además teníamos que ir al Citymarket, así que perfecto, porque ya era de noche y la pereza era máxima. Nos estamos malacostumbrando.

Cuando llegamos a la residencia, estuvimos haciendo el vago un buen rato. La que más, Alba, que se quedó dormida y se levantó a las 8 o así. Una especie de re-siesta.

A eso de las 7 se acercó la enterailla local a Berta y le propuso beber vodka polaco por la noche, ¿Quién era Berta para rechazar semejante oferta?. Así que nos pusimos a beber a eso de las 9. Que si un vodka por aquí, que si una Olvi por allá. Todos bebiendo, la madre y el hijo de Rufino incluidos. Todos ciegos como perras, el que más por supuesto, Pepi. El hígado reventado, vamos a ir pidiendo cita para un transplante cuando lleguemos a España.

Cayeron unas 4 botellas de vodka y de Olvis otro montón, risas y tonteos, confesiones a la cámara, críticas a la gente. ¡In inglish, please!. Pero mujer, ¡no sé como se dice zorra psicótica en inglés! ¡déjame practicar mi idioma que al final se me olvida!
Y nada más, nos acostamos a eso de las 2 y al día siguiente teníamos clase, pero lo pasamos reeeequetebien.

DÍA 15

Día 15



Domingo, resaca al canto.

Hora de levantarse, la 1.

Comida y siesta.

Ensayo general sevillanas.

Nada destacable de aquel día.

Bueno sí, el momento en que Raíces coge a Alba para que le enseñe a bailar sevillanas, y Alba en plan, ¡no, no, wednesday you will see!.

Un día totalmente desaprovechado, nos acostamos pronto para tener energía al día siguiente, nuestro primer día de hospital.

jueves, 28 de enero de 2010

DÍA 14

Día 14
Nos volvimos a levantar tarde de cojones, sin ninguna noción del tiempo. Comimos a eso de las 2, y Berta estaba nerviosa porque esa noche íbamos a tenerun evento importante: la cena internacional. Empezamos a preparar a las 5 de la tarde, cuando empezaron a llegar las tutoras, Sanna y Sabina, que nos llevaron a comprar lo necesario para la cena. Berta iba a cocinar tortillas de patatas, y las polacas algo típico de Polonia. Hemos de decir que empezaron a cocinar a las 3 de la tarde y cenamos a las 7 porque ellas no terminaron hasta esa hora. Compramos las patatas, cebollas y huevos, y nos dirigimos al hostel. Sin quitarse siquiera los pantalones de nieve, Berta empezó con las patatas, 7 personas en la cocina pelando patatas, y aún así eran pocas. Aquél estrés la estaba matando, solo cuando estuvieron las patatas y cebollas en la sarten haciéndose, pudo salir a fumarse un cigarro, que supo a gloria. Cuando estaban hechas las papas, tocaba cuajar la tortilla, dejando a todos impresionados con el giro de sartén, la cuál había traído Anni, y no se pegaba nada. El resultado: las 5 mejores tortillas que había hecho en su vida. Y las polacas, con sus empanadillas de queso típicas de su país. Todo estaba muy bueno, cenamos unas 26 personas de 6 nacionalidades distintas. Estaban todos los tutores, incluido nuestro lunarcito preferido.
Después de esto nos pusimos a ver una película, solo algunos porque además de que no cabíamos todos en el salón, no nos apetecía perder el tiempo viendo una peli en inglés que ni siquiera íbamos a entender. Y aquí viene el momento más gracioso de la historia de Finlandia: el momento de abrir una cerveza con una botella de Fanta y un mechero. Que quede claro, si un hombre que parece tener síndrome de dawn y un pedazo de borracho pueden hacerlo, ¿porqué íbamos a ser nosotras menos?. Se ve a Alba y Berta en su habitación, con sendas botellas de cerveza, sin haber bebido una gota (y esto es importante), intentando abrirlas. Cabe destacar que la forma de hacerlo es haciendo palanca con los objetos antes mencionados, pero nosotras, más listas que nadie, acabamos abriéndolas dándole golpes con el filo de la mesa y el culo de la botella de Fanta. Todo un espectáculo, muy bien reflejado en el vídeo que grabamos.
Tras este momento de estupidez, tocaba salir. Era el primer día que salíamos todos, o casi todos. Las polacas, nada más entrar a nuestro amado Nellys, se conoce que los gestos de la cara son internacionales, por lo que pudimos deducir que no les gustaba aquello. Ellas son más zorras que eso, y querían ir a bailar. Así que les dieron un poquito por culo y se fueron. Tras tener que soportar a nuestro amigo Raíces con su característico olorcillo, nos fuimos al Cave. Los españoles, que tenemos una gracia que pa qué, enseñamos a esta gentecilla a perrear. Lo más gracioso del mundo: la rusa perreando con el hijo de Jeiko, Markus. No saben, y esque la gracia española no la tiene nadie. Hemos de decir que el guardarropa nos salió gratis, porque el día anterior Berta había conocido a un tipo que resultó trabajar en ese lugar. No lo recordaba, pero cuando la saludó, puso cara de ¡hombre, tú por aquí!. Y dos euros que nos ahorramos, para una Olvi.
Después de bailes y tonteos varios, nos fuimos de aquel lugar, Hacia el Ale Club, pero por el camino nos congelamos de tal manera que decidimos volver a la casa. Nunca habíamos pasado tanto frío, llegamos totalmente congeladas, sin sentir los dedos de los pies ni de las manos, la nariz inyectada en salmorejo, y no tuvimos más remedio que prepararnos ¡un sandwich mixto!, nuestro más fiel compañero. Ángel llegó al rato, todavía no nos habíamos acostado, serían las 4 de la mañana. Alba se fue a la cama, y Ángel y Berta se quedaron conversando de temas trascendentales en sus vidas, tales como el alcohol, el sexo, el echar de menos a la gente, los estudios, el heavy metal, los enanitos del bosque, los porros, etc.
Fue un día de integración total, de esos que da gusto recordar.

martes, 26 de enero de 2010

DÍA 13: PRIMER DÍA DE ENSAYOS

Día 13

Nos levantamos tardecillo, pa no perder la costumbre.
Fuimos a comprar porque el día anterior, Alba y Berta olvidaron algunas cosas, debido a la emoción de la maleta y los incidentes ya relatados. Era un nuevo día soleado, así que decidimos hacer algo impulsivo: ¡salir con gafas de sol a la calle! pero que vamos, no hacían mucha falta. Pero hace ilusión, hacía más de una semana que el sol no nos pegaba así. Cuando estábamos en el Maxi, recibimos la llamada de Marjatta, nuestra profesora de Savonia, la cuál decía que nos iba a hacer una visita al Hostel pues debía hablar con nosotros. Así que volvimos, y nos pusimos a hacer la comida: macarrones boloñesa, riquísimos. Pero aún nos quedaba un rato para comer, pues la susodicha Marjatta nos dijo que vendría por la tarde, pero claro, no contamos con el factor aquí-en-Finlandia-tenemos-horarios-que-dan-risa, pues por la tarde significaba que a las 2 iba a estar en la residencia. Así que hicimos la comida y la dejamos preparada, para no empezar a comer y que llegara esta mujer y nos jodiera el asunto. Pero volvió a llamar, que se iba a retrasar un poco. ¿Cuánto es un poco?. Pues no lo sabíamos, así que decidimos no comer hasta que llegara, eran ya las 2.30 y teníamos bastante hambre, pero esperamos. Cuando llegó, a eso de las 2.45, nos empezó a hablar de cosas importantes, pero nuestro estómago no paraba de sonar. El hambre que pasamos aquel día no fue normal. La señora debió de pensar que nosotros, españoles, tenemos sus mismas costumbres y cuando no tenemos nada que hacer comemos a las 11 de la mañana, no sospechaba que moríamos por esos macarrones. Cuando decidió por fin irse, bajamos y devoramos la comida, a eso de las 3.30. Demasiado tarde incluso para nosotros. A esa hora las polacas están cenando ya.
Después de comer, Alba y Berta salieron a fumar, usando una nueva modalidad de fumeteo: sacar una silla y sentarse al fresco. Lo más inteligente que puedieron hacer. Ahí estaban, las dos tranquilitas disfrutando de un cigarro, este día era viernes, así que tenían derecho a ¡7 cigarros!.
Después, siesta, pa no perder las costumbres. Y tras la siesta vino algo interesante. El miércoles que viene tenemos unas jornadas internacionales y tenemos que preparar una presentación en powerpoint sobre España, y hacer algo típico español. Y... ¿qué hay más típico español que...? ¡unas sevillanas!. Nos pusimos manos a la obra a ensayar, puesto que no somos muy entendidos en la materia. Alba de profesora, y Berta y Ángel de alumnos. Al primer revoloteo, Berta decidió retirarse, más tarde la convencerían para volver.
Cuando estábamos ya rennnndíos, harrrrticos de vivir, decidimos dejarlo, y bajamos a la cocina, donde la rusa madre había preparado brownies. Pero no brownies cualesquiera, eran una especie de masa compacta intragable. Pero nos la comimos agradecidos. Estaban bastantes tutores, pues por la noche íbamos a salir. Alba prefirió quedarse a dormir, los demás nos fuimos a un sitio nuevo: Chaplin, un bar bastante más caro que nuestro Nellys, pero allí que nos sentamos un rato. Conocimos a un nuevo compañero de juergas, el portero de la sala de fumadores del Cave, un tipo muy majo. Luego pasamos por un par de bares más, nos encontramos con ¡el camarero de Nellys! un calvo muy majo, que nos invitó a cervecear a todos. Y aquí ocurrió algo maravilloso. Estando el Pepi, a partir de ahora Juani, a pico y pala con Berta, se encontró un paquete de tabaco, y no uno cualquiera no ¡28 cigarros para nuestro disfrute!. Se lo entregó a Berta, que se lo podría haber dado a nuestro amigo trisómico, que también fuma, pero se lo dio a Berta, que estará eternamente agradecida.
Después de esto, Esta gente se fue a casa de un aleatorio, y Berta decidió irse a casa, por el camino se le congelaron los pies, pero sobrevivió.
Y hasta aquí el día 13.

lunes, 25 de enero de 2010

DÍA 12: COMPRANDO CON UNA MALETA

Día 12
Nos levantamos tardecillo, ya que salimos el día anterior. Digo de antemano que este día no sirvió para nada, estuvimos ociosos todo el día, sin nada que hacer.
Comimos cuando nos levantamos, a eso de la 1.30, y después, Alba se acostó a dormir la siesta. Lo único que Alba hizo este día fue: dormir, comer y fumar, dormir, café, fumar, comer, fumar, dormir.
Bueno no, Alba y Berta hicieron otra cosa este día.
Primero decir, que Ángel se fue con el hijo de Jeiko, Markus el tutor, al gimnasio. Y mientras las chicas decidieron ir a hacer la compra. Pero no una compra normal, no. Se fueron al Maxi, MALETA DE RUEDAS EN MANO, llena de botellas vacías para reciclar. Fue todo un show. Primero, llegamos y todo el mundo mirando, no es normal llegar a un supermercado con una maleta a cuestas. Nos acercamos a la máquina recicladora de botellas. Primer momento vergonzoso: no sabíamos usarla, estábamos metiendo las botellas al revés y claro, la máquina no las leía. Nos tuvo que ayudar un pueblerino al ver nuestra cara de agobio. Pero lo conseguimos, primera cosa hecha. Ahora bien, ¿qué hacíamos con una maleta de ruedas?. Buscamos un sitio donde poder dejarla, y vimos unas taquillas. ¡Bien!, pensamos. Pero no. Después de arduos intentos por meterla en esa diminuta taquilla, desistimos y le pedimos, en nuestro perfecto inglés, a la cajera que nos la guardara. Segundo momento bochornoso. Pero no queda ahí la cosa. Nos disponemos a entrar en el supermercado, y... ¡pipipipipi! alarma sonando. Alba... ¿no le has quitado la etiqueta a tu ropa? ¡odio el Decathlon!. Tercer momento vergonzoso, tuvo que venir la cajera a cortarle la etiqueta, todo el mundo mirando, y la Alba con la cara inyectada en salmorejo, como nos ha dado por decir ahora. Pero esque, hay más. Con la fatiga, a Alba le entraron los calores y decidió quitarse el polar que llevaba. Hasta ahí bien, si hubiera llevado bien puesta la camiseta de abajo. Cuarto momento vergonzoso, esta vez solo para ella: streptease en mitad del Maxi.
Ya recuperadas del todo, hicimos nuestra compra, compramos mil cosas (para eso llevábamos la maleta). Y al salir, ahí sí que ya no entendimos nada. ¡Volvió a pitar! No sabemos aún como, pero las etiquetas de la ropa del Decathlon parece que procrean, nunca paran de aparecer más y más.
Pero todavía quedaba lo último, meter las cosas en la maleta. La gente mirando, aquello parecía un Tetris. Muy duro todo, teniendo en cuenta que al salir del Maxi CASI NOS ATROPELLA UN COCHE, y nosotras con la maleta, cámara en mano, fumando, y un frío de -24º. Casi ná.
El caso es que llegamos al Hostel y le contamos nuestras penas a Ángel, que ya había vuelto del gimnasio. Nos bajamos a la cocina, cenamos, y al rato ocurrió algo muy gracioso. Estábamos tan tranquilos en nuestras cosas, cuando de pronto vemos que a las 9 de la noche, nuestro amigo del hemisferio sur, se va a la ducha. Que raro, pensamos, ya que por cómo huele, es el equivalente oloroso a la tutora que nunca ha visto el sol. Pero nada, seguimos a lo nuestro y lo vemos salir de su habitación co la mochila a cuestas, el gorro, chaquetón y preguntando: ¿no tenemos clase a las 10.15? ¡claro que sí, raíces, pero mañana! Resulta que el amigo se acostó a dormir la siesta a las 5 de la tarde, y se conoce que se levantó desorientado pensando que ya era el día siguiente. Muy triste todo.
Y nada, al final el día nos dio para bastantes risas y vídeos graciosos. Nos vimos un capitulillo de Dexter y nos fuimos a la cama.
Y hasta aquí el día 12.

sábado, 23 de enero de 2010

DÍA 11: EL DÍA QUE VI UNA AUORA BOREAL

Día 11

Este día, miércoles, nos levantamos y habíamos quedado con Heli, que nos iba a enseñar el hopital. A las 9 llegamos y nos enseñó donde íbamos a hacer nuestras prácticas, y al personal del hospital. Después de esto, Berta se fue al Maxi a comprar dando un paseo pues... ¡era el primer día que salía el sol! un sol en condiciones, queremos referirnos. Lucía un sol espléndido, y Berta no quería desaprovechar la oportunidad de disfrutar de él. Cuando llegó al hostel encontró a Ángel y Alba durmiendo, así que se puso a sus cosas y cuando éstos despertaron, se hicieron algo de comer y por la tarde, como no, siestecita.

Cabe destacar un momento bochornoso pero bastante divertido. Se disponían Alba y Berta a poner una lavadora, y bajaron al sótano para dicha tarea. Es simple: se mete la ropa, se pone el detergente y el suavizante y se le da a un botón que la hace funcionar. También se supone que hay que echar un euro cada vez que la vas a poner, para que Kiki se lucre a costa de nuestro sufrimiento. Pero el destino no estaba de nuestro lado aquel día. Fue como media hora delante de la lavadora, preguntándonos porqué no iba, probando con todos los programas posibles. En un momento de desesperación y embolia, decidimos echar el euro en cuestión en el sitio del euro, esto es, una huchita de los chinos, pensando que podía tener una especie de conexión mística que permitía el correcto funcionamiento de la lavadora. Pero está claro que no era así, lo digo, estábamos desesperadas. Cuando estábamos al borde del suicidio, le contamos nuestras penas a Ángel, que bajó muy digno él, se acercó al aparato, lo miró desafiante, le dio al botón, y ¡voilá! funcionó. Que si las mujeres no servimos para nada, que si tiene que venir un hombre a solucionarnos la vida, etc, etc. Que le vayan dando un rato. Pero la lavadora se puso al final.

A eso de las 5 de la tarde, comenzó a llegar gente, tutores, ¡cómo no!. Nos preparábamos para una experiencia inolvidable: la sauna. Estábamos muy preocupados, porque nos habían dicho que teníamos que ir desnudos en ese lugar. Miramos por internet y confirmamos nuestras sospechas, pero aún así, nos llevamos el bikini por si acaso. A las 5.15 llegó el autobús al Hostel, y nos montamos rumbo a Hapaniemi (la sauna en cuestión). Al llegar allí, descubrimos un bonito lugar, una especie de casa rústica antigua y un personal de lo más agradable. Nos pusieron de cenar y beber una especie de vino ahumado que estaba asquerosísimo, pero que nos tomamos con gusto. Después de la cena llegó el momento de la verdad: la sauna. Fueron momentos angustiosos, porque no sabíamos que nos depararía el destino. Nos dirigimos a los vestuarios, Alba, Berta, Sanna y alguna más, y allí que se empezaron a quitar la ropa, y las españolas como diciendo, ¡no les dara vergüenza!. Pero no, toooodas se pusieron desnudas, sin pudor alguno, porque casi todas estaban gordas. Y nosotras en bikini, por supuesto. Pero no estuvo del todo mal, muchísimo calor dentro, cuando llevábamos 10 minutos estábamos que no podíamos más, y acompañamos a Mammu y Sanna al lago a que se bañaran desnudas. Sí, salimos de la sauna en bikini y con la toalla alrededor, con los zuecos de las prácticas, y el pelo mojado, y nos acercamos al agujero que había hecho en el lago para bañarse. Desde luego la experiencia debe ser única, pero decidimos dejarlo para otro día.

Después de la sauna, estuvimos un rato grande en Hapaniemi bebiendo y conversando con los tutores. Solo hay tres tutores hombres: el hijo de Jeiko, el rubio, y Peca, a partir de ahora el favorito de Berta. También está el del pelo largo y chaqueta de cuero hasta los tobillos, pero ese es supremo casi a la misma altura que nuestra querida Sabina. El caso es que Berta y Alba salieron a fumar, y en esto que están mirando al cielo cuando de repente vieron algo que les sobrecogió: lo que ellas pensaban, y que luego les confirmarían... ¡una aurora boreal!. Algo magnífico, si no lo has visto nunca, suponemos que cuando lo has visto tres o cuatro veces te da más igual. Pero fue increíble la experiencia. Después de todo esto, y al volver al Hostel, la gente iba a salir por la noche, así que no íbamos a ser menos. Primero a Nellys, cervecitas y tonteos varios. Luego a Bpop, un sitio nuevo donde había Karaoke, pero que no estábamos lo suficientemente borrachos como para atrevernos a cantar algo. Otro día será.

Así que nada, a las 4 nos echaban ya, así que nos fuimos al kebab del pueblo y nos tomamos un suculento showarma, algo caro pero gigante, y que nos supo a gloria.

Y hasta aquí el día..., intenso y emocionante.

viernes, 22 de enero de 2010

DÍA 10

Día 10


Ya estamos en el décimo día de nuestra estancia en Finlandia. Y lo que nos queda por pasar...

Este día amanecimos todos muy contentos: ¡la primera vez que veíamos el sol desde que estábamos aquí!. Claro está que no es un sol que te ciegue, pero algo alegra. Nos levantamos, desayunamos y nos dirigimos a la universidad. Hoy tocaba clase de Survival Finland, impartida por el tutor supremo, un hombre curioso con largos cabellos pelirrojos y abrigo de cuero negro hasta los tobillos. La clase no valió para nada, pues no hicimos más que hablar con los tutores, los cuales estaban todos allí. Y cuando digo todos, digo TODOS, había lo menos... 20 tutores, y algunos que estaban ausentes, osea que tocamos a tutor y medio por persona. Interesante, por ello es la profesión más demandada de Finlandia.

Tras la clase, comimos en la universidad, a las 11.30 o así. Ya nos estamos acostumbrando a comer así de temprano. Después del Lunch, Regresamos al Hostel porque no teníamos más clases. Luego nos enteraríamos de que teníamos una clase a las 12 o así, a la que no asistimos. No importa, total, mejor no hacer nada en el Hostel.

Y poco más, este día no sirvió para nada. Mañana sí que será interesante...

DÍA 9

Día 9
Lunes, todos ya en el Hostel, nos levantamos temprano pues todos teníamos que ir a la universidad.
No sé si hemos hablado del hijo de Rufino, el muchacho ruso en cuestión. Pues bien, hay un momento inolvidable que pasó este día. Estando Berta poniéndose las lentillas en el cuarto de baño, y habiendo dejado la puerta abierta, de pronto escuchó un misterioso ruido tras de sí. Se giró y encontró al ruso, con la mano en la boca y la cara descompuesta, se miraron un instante antes de que se pusiera a VOMITAR en el mismo baño, tan pequeño que Berta no tenía escapatoria. No se sabe cómo salió de allí, pero nunca pudo volver a entrar a ese cuarto de baño.
Desayunamos y nos pusimos en camino, junto con Markus, el 2º hijo de Jeiko y la que nunca ha visto el sol. Llegamos a Savonia, y tuvimos una entretenida charla con los profesores y algunos tutores, no todos, pues al día siguiente descubriríamos que estábamos muy equivocados al pensar que había decenas de tutores. Había miles.
Después de tener que presentarnos delante de todos, en inglés (of course), nos fuimos a la cafetería a comer, a las ¡11.30!. Muy duro.
Después de comer hicimos un tour por la universidad con nuestra querida Mammu, a partir de ahora nuestra tutora favorita.
Cuando conocíamos ya cada rincón de la universidad, volvimos al Hostel, no sin antes volver a visitar la ciudad para que los nuevos compañeros supieran donde estaba cada cosa: que si el Citymarket, que si el hospital, que si lo pubs, etc.
Ya por la tarde, typical spanish siesta, y luego de la siesta, empezó algo muy extraño. No serían ni las 7 de la tarde y ya empezaron todos a beber. Nosotros no queríamos ser menos y empezamos. Que si una Olvi por aquí, que si una Olvi por allá,... Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos contentillos por lo menos, en la habitación de las polacas, las cuales nos resultaron muy simpáticas (en principio apenas podíamos soportarlas). La cosa degeneró de tal manera, que hay un incidente cuando nuestro querido austriaco Pepi, acabó ciego como una perra, en calzoncillos, buscando su botella de vodka, acostado en la cama de una de las polacas. Muy triste todo, pero lo pasamos bien. Cabe destacar nuestra capacidad para describir una patera, no encontrábamos palabras. Y como no, señalar que nuestro amigo del hemisferio sur, apenas debe lavarse, porque estar a su lado es insoportable.
Creo que no me dejo nada, este fue nuestro 9º día en Finlandia.

martes, 19 de enero de 2010

DÍA 8

Día 8


Este día era domingo, y como todos los domingos, nos levantamos tardecillo, a eso de las 12.30. Ya llevábamos una semana en Finlandia.

Al bajar a la cocina nos encontramos con nuestros nuevos compañeros, las polacas, el ruso y la rusa. Tras momentos de aunténtica angustia, por parte de Berta y Alba, pues no paraban de lanzar preguntas una tras otra, nos hicimos la comida y nos preparamos para ir a enseñarle la ciudad a los nuevos huéspedes. Básicamente lo que hicimos fue ir a comprar.
Al llegar al hostel, ya estábamos casi todos, las rusas que faltaban, los austriacos, y los kenianos.
También habían algunas tutoras, que no falten nunca. Legaron nuevos, y uno de ellos, sí, era otro de los hijos de Jeiko, ¡un nuevo Markus!. Se conoce que Jeiko difundió su semilla por toda Finlandia.
Estuvimos bebiendo y jugando a las cartas un rato, y poco más, estábamos bastante cansados y nos fuimos a la cama, al día siguiente nos esperaban clases y presentaciones en inglés.

domingo, 17 de enero de 2010

DÍA 7: JEIKO Y OLVI

Día 7

Nos levantamos más bien tarde, no teníamos nada especial que hacer. Decidimos ir a grabar unos vídeos al lago, y allí descubrimos una imagen curiosísima: pesca en hielo. Tú vas, y te ves a unas cincuenta personas sentadas en banquitos, con barrenas tamaño familiar, y agujeritos hechos en el hielo, pescando con cañas irrisorias, y con un movimiento de muñeca, que ríete tú del mayor pajeador de la historia. Entonces recordamos la historia de Jeiko, un humlide pescador, y su hijo Markus. Jeiko cada sábado, se pone su traje de pescador, y se acerca al lago, cubo en mano, pero nunca pesca nada. Jeiko se siente frustrado cada sábado, pero no desiste en su intento por llevar comida a casa. Se conoce que algún sábado se le ve en el Citymarket comprando pescado congelado, para aparentar, pero todos sabemos que no pesca un triste salmón. Cuenta la leyenda, que Jeiko es un alto cargo de Pescanova, pero no se ha podido demostrar.

Después de nuestro paseo matutino, nos fuimos a comer a la residencia. Berta preparó una tortilla de patatas, spanish omelette para los que no conozcan. Salieron varias cosas mal: el aceite no era precisamente de oliva, la sartén se pegó un poquillo, las patatas no estaban lo que se dice blandas del todo. Pero aún así, estaba rica. Alba hizo una ensalada, con los ingredientes básicos de una ensalada, y añadiendo los alimentos esenciales finlandeses: queso y jamón york.

Ya después de comer, recibimos la visita de nuestras amigas las tutoras, Sanna trajo galletas españolas y también patatas varias. Estuvimos HORAS bebiendo y jugando al culo con la tutora que no ha visto el sol en su vida, y la de los libros de inglés. También estaban la supremísima, la pelirroja, las abominables mujeres de las nieves, y alguna más que se me escapa. A eso de las 10 de la noche, empezó a llegar gente nueva al hostel: las polacas y un par de rusos. Estaban cansados, así que se fueron a dormir y los demás, salimos.

Hay una escena, bastante graciosa y que espero plasmar con detalle. Estaban Alba y Berta queriendo ir a fumar, y hacía bastante frío en la calle. En la puerta de la residencia hay zapatos que deja la gente y que nadie usa, y Berta decidió probarse unas botas bastante monas que había, pues iba en zapatillas y para salir a fumar, pues como que hace fresquete. El caso es, que entraron bien, subió bien la cremallera, pero luego, ¡ay luego!, aquello no bajaba. Y Berta le pidió ayuda a Alba. Se ve en escena a Berta sentada en el escalón de la entrada del hostel y a Alba tirando de la bota, las dos con el chaquetón puesto, gorro y guantes pero en zapatillas de estar por casa y pijama, con sendos cigarros en la boca, y en ese momento justo entran por la puerta 3 o 4 tutoras, las 4 polacas, la rusa y el ruso. Fue el mejor recibimiento que pudimos hacer.

Tras esto, empezamos la noche en McDonalds (sí, hay McDonalds en Iisalmi), para que las excelentísima cenara, o recenara mejor dicho. Fuimos a Nellys y allí nos tomamos un par de cervezas, estaba bastante concurrido. Más tarde fuimos a una especie de disco-pub que era justo la puerta contigua a Nellys, el nombre no lo recuerdo, pero allí conocimos a un personaje clave: el hijo de Jeiko, Markus. No paraba de referirse a su padre como un hombre grande, valiente, temerario, paciente,... Y mascaba tabaco, algo que sólo habíamos visto en las clases de Toxicomanías. Tras un rato en aquel lugar donde no paraban de poner TEMAZOS, nos dirigimos hacia el tercer lugar de la noche, otra discoteca, ya ésta más decente. Pero algo iba mal. La suprema no estaba del todo contenta, tenía peor cara que los pollos del Pryca, pero no sabemos porqué sería. Tenemos la ligera sospecha de que odia no ser el centro de atención, al igual que la de los libros de inglés odia no llevar la razón. Pero bueno, el caso es que lo pasamos bien, a la vuelta otra vez a McDonalds, y a la cama.
Y hasta aquí el día 7.

viernes, 15 de enero de 2010

DÍA 6: CAMINANDO SOBRE UN LAGO HELADO

Día 6.

Nos hemos levantado resacosas, pa que engañarnos. Ibuprofeno pal cuerpo, y puesta en marcha. Alba se levantó y mientras desayunaba, la sorprendieron varias tutoras, tutoreando por el Hostel. Llegó el momento de llevar nuestras muestrecitas (explicadas en el día 5) al hospital, así que nos pusimos en camino. Sin ningún incidente digno de mención, nos dispusimos a dar una vuelta por nuestro bello pueblo. Visitamos el centro cultural, la iglesia, el restaurante más pequeño del mundo, y el magnífico lago de Iisalmi, totalmente congelado y por el que pasaban coches como si fuera una carretera más.

Tras esto, hemos ido al Citymarket a por provisiones, frutita, yogures, verduras, y algunas cosillas de primera necesidad.

Llegamos al Hostel y preparamos la comida, a una hora decente: ¡las 2 de la tarde!. Comimos pasta con tomate y atún, y el alimento de primera necesidad: queso. El día 4 compramos dos paquetes de queso en lonchas de 700 gr. Hoy hemos empezado el segundo.

Por la tarde siestecita, seriecitas, y cafelito para despertarnos. A media tarde llegó una TUTORA que nos trajo un regalo: un pastel de arándanos, bastante bueno que estaba y que no duró ni media hora.

Por la noche un poco de Culo, tipical spanish, y poco más, ha sido un día más bien aburrido. Mañana será mejor.

DÍA 5: DESAFÍOS EXTREMOS

DÍA 5

Hoy ha sido uno de los días mas horribles de nuestra vida.
Nos hemos tenido que levantar supertemprano, a las 6 y media, para ir a la universidad a conocer a nuestra tutora de las prácticas, una señora bien simpática que nos ha explicado como van a ir nuestras prácticas en el hospital de Iisalmi. Tras decirnos a las 10.30 que si teníamos ganas de ALMORZAR, hemos declinado amablemente la invitación y hemos decidido ir al Hospital a realizarnos las pruebas que nos habían mandado hacer. Tres cuartos de hora en el día más frío que hemos pasado hasta el momento, medio desfalleciendo por el camino arrepintiéndonos de no haber comido, pero llegamos al Hospital. Buscamos el laboratorio y allí que nos dirigimos todo contentos sin saber lo que nos esperaba.
Llegamos a una sala llena de viejetes que iban a cosas parecidas a las nuestras, pero para ellos debe ser una cosa más bien normal, porque su cara no denotaba pérdida de dignidad ni de integridad física ni psíquica. Pasamos con la enfermera que era muy maja, por lo menos eso tenía de bueno, y nos toma los datos para ver que tenía que hacer. Eran dos cosas: muestra de mocos y muestra de heces. Tras entregarnos el botecito para la caca en cuestión y explicarnos como iba la cosa (tiene su técnica, no lo puede hacer cualquiera), procedió a la toma de mucosidad. Saca un hisopo (especie de bastoncillo para la nariz, pero más largo y con peor pinta) y se dispone a introducirlo por nuestra cavidad nasal, narina o como se le quiera llamar. La tía, se ve que lo hace todos los días, se la veía con experiencia. Nos ha metido el hisopo hasta el mismísimo cerebelo, del reflejo claro, echas la cabeza para atrás. Pero ella "no, no, hacia delante" y nosotros, con lagrimones en los ojos, no hemos tenido más remedio que sublevarnos ante su uniforme blanco, porque, ¿quiénes somos nosotros para cuestionar a semejante profesional?. Total, que nos lo ha metido hasta bien fondo y hemos salido traumatizados, más que otra cosa.
De vuelta a casa, comentamos entre risas la situación, sin saber que la segunda parte sería aún más traumática.
Alba preparó la comida, suculento solomillo a la mostaza (quién dice solomillo, dice fileticos de lomo, que eran más baratos en el Citymarket). Todo exquisito.
Cigarro en la puerta de la resi, en un sitio nuevo que hemos descubierto, nada menos que la puerta trasera de la misma, donde hace igualmente un frío de cojones, pero por lo menos las vistas son distintas.
Uno por uno tuvimos que tragarnos nuestro orgullo y dignidad, y empezamos a pasar al baño para hacer nuestra misión: depositar nuestras heces en sendos botes, no se lo recomiendo a nadie. Primero Berta, la más valiente. Luego Ángel, que solo consiguió unas peloticas irrisorias, y Alba, ¡ay Alba! la más rápida y más traumatizada. Ha sido una experiencia horrible, nunca podremos olvidarlo. Tener que hacerlo en un vasito de plástico, recogerlo con una cucharilla, meterlo en el recipiente en cuestión, y el colmo de la humillación, rebozar otro hisopo en semejante sustancia, todo para comprobar que estamos sanos como peras. Pero los finlandeses son muy desconfiados. A partir de ahora, odiaré a muerte los hisopos. Cómo un instrumento tan inocente puede causar tanto daño, tanto físico como psicológico, a una persona. Según palabras de la mismísima Alba, "aunque tenga 80 años y alzheimer, nunca podré olvidar esta experiencia". Ninguno podremos.
Decidimos que nos merecíamos un homenaje después de esto, y decidimos ir a comprar un poco de esa sustancia de superlujo aquí en Finlandia: ALCOHOL. Tras un rato grande buscando la licorería, y preguntas sin respuesta en un establecimiento a un amable señor, encontramos el sitio en cuestión. Miramos los precios, y lo que nos imaginábamos: todo es, mínimo, el doble de caro que en España. Al final nos decidimos por un Negrita, 18 eurazos que nos sangraron, todo sea por el bien de la economía finlandesa. Claro que el Negrita no se bebe solo, debíamos comprar algo de refresco. Nos metemos en un supermercado y cual es nuestra sorpresa, cuando descubrimos que ¡en Finlandia no hay fanta de limón!. Hay fanta de naranja, de piña, de mora, de uva creo, y alguna más, pero de limón, nada. Nos quedamos impresionadas, así que nos decidimos por la de naranja, el litro y medio 2.15€.
De vuelta a la resi, Alba y Berta encontraron a Ángel, que había ido a CORRER, todo sudado con el sudor congelado en pestañas y patillas. -11º a las 5.15, y por supuesto ya noche cerrada, cerradísima. Nos dirigimos a la residencia, grabando todo lo que encontrábamos a nuestro paso.
Llegamos a la residencia, y tras un rato jugando al culo, cenamos y nos preparamos unas copillas. Con decir que Ángel casi vomita nada más probar aquello, queda todo dicho. Era horrible, no sabemos si por la fanta de naranja, por el ron, o porque no había hielo. Así que salimos a coger un poquito de nieve, a ver si así mejoraba. No. Alba y Berta se bebieron lo suyo, y Berta se tomó media de la de Ángel. Cuando ya estabamos totalmente desilusionados, Ángel vio su móvil y cual fue su sorpresa, cuando vio que Sabi nos había escrito invitándonos a tomarnos algo en un pub cercano. Cabe destacar que de la emoción, Alba tiró su copa en el suelo de la habitación, con el consiguiente mal olor y pegajosidad del suelo. Nos vestimos y fuimos a Nellys, a partir de ahora nuestro sitio preferido, a falta de conocer otro mejor. Un bar donde puedes jugar a la Wii, conectarte a internet desde un portátil público, disfrutar de una pinta de Olvii por 2.50€, escuchar a los 69 Eyes mientras te fumas un cigarro en la sala de fumadores,... El sitio ideal. Ya bastante contentillos, cambiamos de bar y nos fuimos a una especie de discoteca, donde también los precios eran asequibles, y la música no terminaba de estar mal. El grupo era curioso: tres tutoras, tres españoles, y un tipo finlandés, primo del ex de una de las tutoras, que había vivido en Ibiza y que sabía algo de español, así que no podíamos decir cosas malas. No paraba de decir que le gustaba Manu Chao, y que cómo se decía todo en español. Estuvo bien la noche, si pensamos que si no llega a ser por ese sms, a las 10 de la noche nos habríamos ido a la cama.
Alba y Berta se volvieron antes que el resto, ya que ésta última llevaba un ciego considerable. Al llegar, se fue directamente a la cama, mientras que Alba estuvo como media hora buscando el papel de liar, pues quería fumarse el último, pero tuvo que resignarse y dormir, después de un largo y duro día.
Y hasta aquí el día 5.

DÍA 4

DÍA 4

Nos levantamos a eso de las 9 y media, para desayunar e ir a la universidad. Nos esperaban los exámenes de salud, totalmente agobiados porque no sabíamos que nos íbamos a encontrar. Caminamos hacia Savonia con más frío que otra cosa, y al llegar, el primero en pasar por la enfermera era Ángel, así que Berta y Alba se fueron a la biblioteca a estudiar. Era el primer día de estudio oficial en Finlandia y la verdad, no fue muy provechoso. Cuando Ángel terminó, comimos a eso de las 12.45, cosas bastante ricas aunque no muy tipical finland. La enfermera nos pesó, talló, miró nuestra hemoglobina, la tensión, y nos invitó a pasar por otras divertidas pruebas, pero eso pertenece al día 5...
Después de la universidad, nos dirigimos a la residencia, y como eran las 2.30 y no sabíamos que hacer, cada uno a lo suyo: dormir, internet, tele, o lo que fuera surgiendo.
A eso de las 5 de la tarde, decidimos dar un paseo por Iisalmi, para ir conociéndolo mejor. Nos acercamos al centro de deportes que pilla cerquita de nuestra residencia. Hay de todo: piscina, tenis, bolos, etc, y nos entretuvimos viendo un partido de hockey sobre hielo. Finlandeses petados y sudorosos, patinando y chocándose, sudorosos y petados, con sus rubios cabellos ondeando al viento. Todo un espectáculo.
Tras esto, seguimos paseando y llegamos al hospital donde haremos las prácticas, y decidimos entrar a visitarlo. Aquello parecía la sala de espera de cualquier establecimiento, pero no de un hospital. Está bastante bien, y la gente se ve amable. A ver que nos encontramos cuando tengamos que empezar el trabajo.
Para terminar nuestra visita, nos acercamos nuestro querido Citymarket, para comprar provisiones. Que no falten los alimentos entrella: queso, jamón y pan de molde, en cantidades industriales. También verduritas, pan normal, pasta, ketchup, y como no, nuestras amadas galletas de chocolate.
De vuelta a la residencia, jugamos un rato a las cartas. Después cena, un ratito de cháchara y a la cama, que al día siguiente nos tocaba un buen madrugón.

miércoles, 13 de enero de 2010

DÍA 3

Día 3, continúan nuestras andanzas finlandesas.

Este bello día, nos levantamos a eso de las 10 de la mañana, Berta antes pues tenía que plancharse el pelo. Desayunamos... ¡sandwiches mixtos, como no! y un vasito de una leche que más que leche era leche aguada. Los finlandeses lo aguan todo, también el zumo. A las 11 de la mañana nos recogió nuestra tutora, Sabi a partir de ahora. Teníamos que ir a la universidad, y tras decirnos que íbamos a ir andando y reirnos un rato, comprendimos que no bromeaba. Nos esperaba media horita de camino hacia la universidad de Savonia. Uno puede pensar, bah, media hora, un paseito. Pero cuando por delante te espera un camino frío, nevado y con el peligro de ser arrollado por un Raikonen cualquiera, la cosa cambia. Aún así, el camino no se hizo muy pesado, atravesamos una especie de polígono industrial y cuando llegamos a lo que es la universidad en cuestión, pensamos que, ¡no es pa tanto!, en las fotos parecía mucho más grande. Lo que más llamó nuestra atención fue la casetilla que había fuera para fumar, aquí ya ni en la puerta se puede, te tienes que ir apartado de todo el mundo para no molestar.

Una vez dentro, conocimos a varias personas y nos enseñaron las clases donde se enseña enfermería: me da VERGÜENZA pensar que algún día alguien visitó nuestra escuela y tuvo la posibilidad de compararla con esta otra. Tras ver todo aquello y quedarnos asombrados, llegó la hora de comer. Las 12.30. 2.60€ el menú. De lujo vaya.

De vuelta a la residencia, medio que nos perdimos por el camino, pero llegamos bien. Luego volvió Sabi para ayudarnos a comprar una tarjeta de móvil finlandesa y nuevos móviles para Ángel y Alba. Vuelta a la residencia. Para cenar decidimos sacar el sobrecito de JAMÓN DE JABUGO que Berta había traído desde España.

DIA 2: MOMENTOS ANGUSTIOSOS

DÍA 2

Nos levantamos hacia las 10 de la mañana en casa de Javi, y al asomarnos por la ventana, nos dimos cuenta de que no había sido un sueño, y que estábamos en Helsinki. Esa imagen toda nevada con los arbolitos y los edificios nos impactó muchísimo (de hecho, es lo único que íbamos a ver a partir de ese momento).
Salimos de la casa dirección a la estación de tren para regresar a la Railway Station de Helsinki, y poder tomar el tren que nos conduciría a Kuopio y luego a Iisalmi. ¡La de cosas que podían salir mal!. Escaleras mecánicas rotas y la imposibilidad de bajar una maleta de 26 kg. Fueron momentos angustiosos.
Una vez instalados en el tren, lleno de comodidades y de rubios de ojos azules y RAPADOS (sí, con el frio que hace y no tienen un pelo de tontos), eran las 11.30 y no habíamos comido nada, fuimos por turnos al vagón restaurantes y los precios nos quitaron el hambre. Primero Alba y Ángel, y cuando fue Berta, vio algo que la dejó sin aliento: ¡HABÍA ZONA DE FUMADORES!. Con el corazón que se le salía del pecho corrió a llamar a Alba, y ambas fumaron un cigarro que supo a gloria, con el pequeño inconveniente de que aquella "sala" para fumadores era un cubículo sin ningún tipo de ventilación, lleno de gente a reventar, y que apenas se podía respirar. Aún así, visitaron aquel lugar unas cuantas veces más. Los trenes en Finlandia son bastantes curiosos, tienen para enchufar cosas, como el portátil que tanta compañía nos está haciendo, o el móvil o en nuestro caso móviles, porque ya tenemos dos. Tienen también bolsitas que tu coges para echar tu basura. Y van rápido, a pesar de estar todo nevado. Eso sí, los paisajes preciosos. Tuvimos un momento de angustia, cuando el tren hizo una parada y de pronto, comenzó a ir hacia atrás. Por un momento pensamos, ¡oh no, estamos volviendo!¡nunca llegaremos a nuestro destino!. Luego comprendimos que iba bien, que el tío sabía lo que hacía.
Tras casi 5 horas de tren, llegamos a Kuopio, y aquí viene el mayor momento de angustia del día. Bajamos del tren, con dificultad por las maletas y esas cosas. Sólo había dos andenes, pero como nuestro manejo del finlandés todavía no es muy bueno, preguntamos a una mujer que allí se encontraba, si el otro tren era el que iba a Iisalmi, y nos respondió que no sabía, que fuesemos a la estación que estaba más abajo. Cabe destacar que el tiempo del que disponíamos para hacer el trasbordo de trenes era de 5 minutos, y que los finlandeses son asquerosamente puntuales. Pues allí que bajamos, maletas en mano a preguntar, y a lo que el tío nos contesta que el otro tren era el que teníamos que coger, echamos a correr como si nos fuera la vida en ello, y vemos al tren empezar a moverse. Aquí hay dos versiones de lo que pasó. Según Ángel, se agarró al tren y lo hizo parar, gracias a su poder sobrenatural de parar trenes. Lo que pensamos que pasó en realidad, es que el señor conductor del tren vio a tres personas corriendo, con sendas maletas a cuestas, medio congelados, y maldiciendo en un idioma que desconocía, y pensó que sería bonito parar. Y así lo hizo, gracias a ese conductor hoy estamos sanos y salvos en casa. Tras una horita más de tren, llegamos al destino final: Iisalmi. Allí nos esperaban Sabi, Mammu, y otra chica. Eran nuestras tutoras, las que nos llevaron al Hostel donde nos íbamos a hospedar. Cabe destacar que para salir de la estación había que cruzar las vías del tren, maletas en mano y con palmo y medio de nieve. Al llegar, nos sorprendimos de que no era tan horrible como nos lo habían pintado. Vale se ve anticuado, pero está muy bien, y además estamos los tres solos la primera semana porque los demás vienen más tarde. Después de deshacernos de las maletas, nos llevaron a comprar provisiones al Citymarket de Iisalmi. Un supermercado vaya, un Mercadona o un Supersol de toda la vida. Después de gastarnos 75 euros en la compra volvimos al Hostel y empezamos a deshacer las maletas y colocar las cosas en la habitación. Bueno, Alba no, porque todavía no tenía la maleta. Después comprobamos que la conexión a internet funcionaba bien, y nos conectamos como locos. Nos percatamos de que la dueña del Hostel, Kiki, no estaba, y que no aparecería hasta el día siguiente. Nos hicimos uns sandwiches mixtos, de esos como en España, pero en Finlandia. Bueno fueron dos, porque no habíamos comido nada en todo el día. A todo esto, eran las 6 de la tarde y ya era noche cerrada pero cerrada que te daban hasta ganas de irte a dormir. El que sí que tenía ganas de irse a dormir era el personajillo que nos encontramos, un viejete borracho perdido, chocándose por las paredes. Alba cree firmemente que es un alto cargo del ministerio finlandés que está aquí de incógnito, pero no hemos resuelto el misterio. El caso es que el tío no paraba de preguntar (en perfecto finés de borracho) que donde estaba ¡la tualet la tualet! y nosotros ¡no sé no sé!. El tío decidió acostarse con la luz encendida, encima de la cama solamente tapado con una sabanilla. El pobre daba penilla, le íbamos a apagar la luz pero decidimos que no.
Cuando fue una hora decente para cenar, Berta preparó burritos, asegurando que sólo cocina burritos a la gente muy especial. Estaban bastante buenos, y más con el hambre acumulada que llevábamos.
Descubrimos con horror que no se podía fumar dentro del Hostel, así que cada hora y media más o menos Alba y Berta salen a fumar en pijama y chaquetón a la puerta.

Y hasta aquí el día 2.

martes, 12 de enero de 2010

DIA 1

Saludos desde la fría Finlandia!

Vamos a ir relatando a través de este blog nuestras experiencias y el día a día de tres estudiantes de enfermería a los que un día les dio una embolia celebral del celebro, y decidieron ir a pasar 4 meses al culo del mundo.


DÍA 1

Llegamos a las 8 de la mañana al aeropuerto de Málaga, con la familia y preparados para vivir la experiencia de nuestras vidas. ¡La de cosas que podían salir mal ese día!. Pero todo fue más o menos bien. Facturamos las maletas, y aquí iba Berta un poco cagada, ya que su maleta pesaba 26 kg, y solo dejaban 20 y 8 de mano, y Berta llevaba como 10 o 12. Al final hicieron la vista gordísima y nos dejaron pasar. Una vez dentro, para pasar por el arco detector de metales, nos hicieron hasta sacar los portátiles de sus fundas, la cámara de vídeo, cinturones, BOTAS!!, de todo, un poco más y nos dejan en pelotilla picá. Pero todo bien. Alba y Berta estaban deseosas de fumarse un cigarro, ya que llevaban hora y media sin fumar. Cual fue su sorpresa cuando descubrieron que EN EL AEROPUERTO DE MÁLAGA NO HAY SITIO PARA FUMAR!! NI UNA MÍSERA HABITACIONCILLA PA ECHARSE UN PITILLO!!! pero bueno, lo superaron con dignidad. Teníamos hambre, así que decidimos ir a comprar algo. Tras ver que era lo más barato, elegimos unas patatillas de bolsa, y al pagar cual es nuestra sorpresa cuando nos piden ¡la tarjeta de embarque! ¿te crees que si no la tuviera iba a estar ahí? Al final nos quedamos sin patatas, porque no la llevabamos encima. Lo que sí nos compramos fue una botella de agua, por el módico precio de ¡2.65€!. Y tampoco era pa tanto. Descubrimos que los finlandeses no son nada respetuosos con el orden de las colas, porque estábamos los primeros para embarcar y se nos colaron como 20 rubios y rubias. El que no nos importó que se colara fue EL BEBÉ DE LOS MOFLETITOS, ¡¡precioso!!, el bebé más bonito que habíamos visto en nuestras vidas. Al subirnos al avión, descubrimos con asombro que éramos los únicos españoles abordo, y que éramos los únicos (bueno, Alba y Berta, porque Ángel estaba separado) que la estábamos liando pero bien. El viaje bien, tranquilito, por encima de las nubes todo el rato, y cuando nos aproximábamos a nuestro destino no sabíamos si eran nubes o hielo lo que había bajo nosotros. Luego comprendimos que eran nubes, las más densas que habíamos visto jamás. Cuando ya estábamos a 4 o 5 km de aterrizar, vemos esperanzados en las pantallas que fuera habían -2º!!!!! y pensamos, ¡vaya mierda, nos han timado, ni frío ni pollas!. Cuando tocamos suelo vimos la cruda realidad: -15º. Había que ser fuerte y no echarnos a llorar, así que nos dispusimos a abandonar el avión. ¿Sabéis ese segundo cuando cruzas del avión a lo que es la pasarela que te lleva dentro del aeropuerto? Se nos congelaron hasta las pestañicas. Pero bueno dentro del aeropuerto se estaba bien, así que fuimos a donde se recogen las maletas, esa cinta que no para de dar vueltas que te dan ganas de subirte para ver realmente cómo es el camino que recorre una y otra vez. Y recogimos las maletas. Bueno, no todos. Tras mucho esperar (os podría decir el orden de las maletas que quedaban en la cinta, en serio), Alba decidió acercarse al mostrador de información, porque ya no era ni normal. Su maleta se había quedado en Málaga, así que prometieron llevársela a la residencia cuando llegara. Al final nos vino hasta bien, ya que era una maleta menos con la que cargar.
Llegó el momento de la salida a la calle, nos preparamos bien: gorro, bufanda, guantes, chaquetón y cigarro en mano por supuesto porque Alba y Berta llevaban desde las 8 y media sin fumar y eran como las 5 ya. Por cierto que en el aeropuerto de Finlandia hay zona de fumadores, sí como lo leéis, están mucho más avanzados que nosotros, ¡dónde va a parar!. Total que salimos a la calle y cual bofetón esperado, nos vino a la cara una ráfaga de aire HELADO y deseamos por un segundo morir allí mismo. Todo estaba blanco, nevado, precioso. Por lo visto hacía años que no caía un nevazo de tales dimensiones. Nos estaría esperando a nosotros. Nos fumamos el cigarro lo más rápido que podíamos con los dedos totalmente entumecidos y buscamos un autobús que nos llevara al centro de Helsinki. 5.90 € y media hora de autobús en shock por lo que acabábamos de vivir. Llegamos a la estación de tren de Helsinki y allí nos esperaba Javi, tras sacarnos el carnet de estudiante y los billetes para Iisalmi, nos fuimos a su casa a dejar las maletas y comer algo, que estábamos un poco hambrientos. Cuando llegamos a su casa, dejamos las maletas, conocimos a su compañero, y nos fuimos a tomaros una PIZZA KEBAB, mucho mejor que la papa kebab, ¡donde va a parar!.
Al llegar a casa y después del largo día que habíamos pasado, nos fuimos a la cama-suelo (algunos cama, otros suelo), tras conectarnos un ratillo a internet y ver un ratito de Gossip Girl.

Hasta aquí el día 1.