Nos levantamos más bien tarde, no teníamos nada especial que hacer. Decidimos ir a grabar unos vídeos al lago, y allí descubrimos una imagen curiosísima: pesca en hielo. Tú vas, y te ves a unas cincuenta personas sentadas en banquitos, con barrenas tamaño familiar, y agujeritos hechos en el hielo, pescando con cañas irrisorias, y con un movimiento de muñeca, que ríete tú del mayor pajeador de la historia. Entonces recordamos la historia de Jeiko, un humlide pescador, y su hijo Markus. Jeiko cada sábado, se pone su traje de pescador, y se acerca al lago, cubo en mano, pero nunca pesca nada. Jeiko se siente frustrado cada sábado, pero no desiste en su intento por llevar comida a casa. Se conoce que algún sábado se le ve en el Citymarket comprando pescado congelado, para aparentar, pero todos sabemos que no pesca un triste salmón. Cuenta la leyenda, que Jeiko es un alto cargo de Pescanova, pero no se ha podido demostrar.
Después de nuestro paseo matutino, nos fuimos a comer a la residencia. Berta preparó una tortilla de patatas, spanish omelette para los que no conozcan. Salieron varias cosas mal: el aceite no era precisamente de oliva, la sartén se pegó un poquillo, las patatas no estaban lo que se dice blandas del todo. Pero aún así, estaba rica. Alba hizo una ensalada, con los ingredientes básicos de una ensalada, y añadiendo los alimentos esenciales finlandeses: queso y jamón york.
Ya después de comer, recibimos la visita de nuestras amigas las tutoras, Sanna trajo galletas españolas y también patatas varias. Estuvimos HORAS bebiendo y jugando al culo con la tutora que no ha visto el sol en su vida, y la de los libros de inglés. También estaban la supremísima, la pelirroja, las abominables mujeres de las nieves, y alguna más que se me escapa. A eso de las 10 de la noche, empezó a llegar gente nueva al hostel: las polacas y un par de rusos. Estaban cansados, así que se fueron a dormir y los demás, salimos.
Hay una escena, bastante graciosa y que espero plasmar con detalle. Estaban Alba y Berta queriendo ir a fumar, y hacía bastante frío en la calle. En la puerta de la residencia hay zapatos que deja la gente y que nadie usa, y Berta decidió probarse unas botas bastante monas que había, pues iba en zapatillas y para salir a fumar, pues como que hace fresquete. El caso es, que entraron bien, subió bien la cremallera, pero luego, ¡ay luego!, aquello no bajaba. Y Berta le pidió ayuda a Alba. Se ve en escena a Berta sentada en el escalón de la entrada del hostel y a Alba tirando de la bota, las dos con el chaquetón puesto, gorro y guantes pero en zapatillas de estar por casa y pijama, con sendos cigarros en la boca, y en ese momento justo entran por la puerta 3 o 4 tutoras, las 4 polacas, la rusa y el ruso. Fue el mejor recibimiento que pudimos hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario