sábado, 23 de enero de 2010

DÍA 11: EL DÍA QUE VI UNA AUORA BOREAL

Día 11

Este día, miércoles, nos levantamos y habíamos quedado con Heli, que nos iba a enseñar el hopital. A las 9 llegamos y nos enseñó donde íbamos a hacer nuestras prácticas, y al personal del hospital. Después de esto, Berta se fue al Maxi a comprar dando un paseo pues... ¡era el primer día que salía el sol! un sol en condiciones, queremos referirnos. Lucía un sol espléndido, y Berta no quería desaprovechar la oportunidad de disfrutar de él. Cuando llegó al hostel encontró a Ángel y Alba durmiendo, así que se puso a sus cosas y cuando éstos despertaron, se hicieron algo de comer y por la tarde, como no, siestecita.

Cabe destacar un momento bochornoso pero bastante divertido. Se disponían Alba y Berta a poner una lavadora, y bajaron al sótano para dicha tarea. Es simple: se mete la ropa, se pone el detergente y el suavizante y se le da a un botón que la hace funcionar. También se supone que hay que echar un euro cada vez que la vas a poner, para que Kiki se lucre a costa de nuestro sufrimiento. Pero el destino no estaba de nuestro lado aquel día. Fue como media hora delante de la lavadora, preguntándonos porqué no iba, probando con todos los programas posibles. En un momento de desesperación y embolia, decidimos echar el euro en cuestión en el sitio del euro, esto es, una huchita de los chinos, pensando que podía tener una especie de conexión mística que permitía el correcto funcionamiento de la lavadora. Pero está claro que no era así, lo digo, estábamos desesperadas. Cuando estábamos al borde del suicidio, le contamos nuestras penas a Ángel, que bajó muy digno él, se acercó al aparato, lo miró desafiante, le dio al botón, y ¡voilá! funcionó. Que si las mujeres no servimos para nada, que si tiene que venir un hombre a solucionarnos la vida, etc, etc. Que le vayan dando un rato. Pero la lavadora se puso al final.

A eso de las 5 de la tarde, comenzó a llegar gente, tutores, ¡cómo no!. Nos preparábamos para una experiencia inolvidable: la sauna. Estábamos muy preocupados, porque nos habían dicho que teníamos que ir desnudos en ese lugar. Miramos por internet y confirmamos nuestras sospechas, pero aún así, nos llevamos el bikini por si acaso. A las 5.15 llegó el autobús al Hostel, y nos montamos rumbo a Hapaniemi (la sauna en cuestión). Al llegar allí, descubrimos un bonito lugar, una especie de casa rústica antigua y un personal de lo más agradable. Nos pusieron de cenar y beber una especie de vino ahumado que estaba asquerosísimo, pero que nos tomamos con gusto. Después de la cena llegó el momento de la verdad: la sauna. Fueron momentos angustiosos, porque no sabíamos que nos depararía el destino. Nos dirigimos a los vestuarios, Alba, Berta, Sanna y alguna más, y allí que se empezaron a quitar la ropa, y las españolas como diciendo, ¡no les dara vergüenza!. Pero no, toooodas se pusieron desnudas, sin pudor alguno, porque casi todas estaban gordas. Y nosotras en bikini, por supuesto. Pero no estuvo del todo mal, muchísimo calor dentro, cuando llevábamos 10 minutos estábamos que no podíamos más, y acompañamos a Mammu y Sanna al lago a que se bañaran desnudas. Sí, salimos de la sauna en bikini y con la toalla alrededor, con los zuecos de las prácticas, y el pelo mojado, y nos acercamos al agujero que había hecho en el lago para bañarse. Desde luego la experiencia debe ser única, pero decidimos dejarlo para otro día.

Después de la sauna, estuvimos un rato grande en Hapaniemi bebiendo y conversando con los tutores. Solo hay tres tutores hombres: el hijo de Jeiko, el rubio, y Peca, a partir de ahora el favorito de Berta. También está el del pelo largo y chaqueta de cuero hasta los tobillos, pero ese es supremo casi a la misma altura que nuestra querida Sabina. El caso es que Berta y Alba salieron a fumar, y en esto que están mirando al cielo cuando de repente vieron algo que les sobrecogió: lo que ellas pensaban, y que luego les confirmarían... ¡una aurora boreal!. Algo magnífico, si no lo has visto nunca, suponemos que cuando lo has visto tres o cuatro veces te da más igual. Pero fue increíble la experiencia. Después de todo esto, y al volver al Hostel, la gente iba a salir por la noche, así que no íbamos a ser menos. Primero a Nellys, cervecitas y tonteos varios. Luego a Bpop, un sitio nuevo donde había Karaoke, pero que no estábamos lo suficientemente borrachos como para atrevernos a cantar algo. Otro día será.

Así que nada, a las 4 nos echaban ya, así que nos fuimos al kebab del pueblo y nos tomamos un suculento showarma, algo caro pero gigante, y que nos supo a gloria.

Y hasta aquí el día..., intenso y emocionante.

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