viernes, 15 de enero de 2010

DÍA 5: DESAFÍOS EXTREMOS

DÍA 5

Hoy ha sido uno de los días mas horribles de nuestra vida.
Nos hemos tenido que levantar supertemprano, a las 6 y media, para ir a la universidad a conocer a nuestra tutora de las prácticas, una señora bien simpática que nos ha explicado como van a ir nuestras prácticas en el hospital de Iisalmi. Tras decirnos a las 10.30 que si teníamos ganas de ALMORZAR, hemos declinado amablemente la invitación y hemos decidido ir al Hospital a realizarnos las pruebas que nos habían mandado hacer. Tres cuartos de hora en el día más frío que hemos pasado hasta el momento, medio desfalleciendo por el camino arrepintiéndonos de no haber comido, pero llegamos al Hospital. Buscamos el laboratorio y allí que nos dirigimos todo contentos sin saber lo que nos esperaba.
Llegamos a una sala llena de viejetes que iban a cosas parecidas a las nuestras, pero para ellos debe ser una cosa más bien normal, porque su cara no denotaba pérdida de dignidad ni de integridad física ni psíquica. Pasamos con la enfermera que era muy maja, por lo menos eso tenía de bueno, y nos toma los datos para ver que tenía que hacer. Eran dos cosas: muestra de mocos y muestra de heces. Tras entregarnos el botecito para la caca en cuestión y explicarnos como iba la cosa (tiene su técnica, no lo puede hacer cualquiera), procedió a la toma de mucosidad. Saca un hisopo (especie de bastoncillo para la nariz, pero más largo y con peor pinta) y se dispone a introducirlo por nuestra cavidad nasal, narina o como se le quiera llamar. La tía, se ve que lo hace todos los días, se la veía con experiencia. Nos ha metido el hisopo hasta el mismísimo cerebelo, del reflejo claro, echas la cabeza para atrás. Pero ella "no, no, hacia delante" y nosotros, con lagrimones en los ojos, no hemos tenido más remedio que sublevarnos ante su uniforme blanco, porque, ¿quiénes somos nosotros para cuestionar a semejante profesional?. Total, que nos lo ha metido hasta bien fondo y hemos salido traumatizados, más que otra cosa.
De vuelta a casa, comentamos entre risas la situación, sin saber que la segunda parte sería aún más traumática.
Alba preparó la comida, suculento solomillo a la mostaza (quién dice solomillo, dice fileticos de lomo, que eran más baratos en el Citymarket). Todo exquisito.
Cigarro en la puerta de la resi, en un sitio nuevo que hemos descubierto, nada menos que la puerta trasera de la misma, donde hace igualmente un frío de cojones, pero por lo menos las vistas son distintas.
Uno por uno tuvimos que tragarnos nuestro orgullo y dignidad, y empezamos a pasar al baño para hacer nuestra misión: depositar nuestras heces en sendos botes, no se lo recomiendo a nadie. Primero Berta, la más valiente. Luego Ángel, que solo consiguió unas peloticas irrisorias, y Alba, ¡ay Alba! la más rápida y más traumatizada. Ha sido una experiencia horrible, nunca podremos olvidarlo. Tener que hacerlo en un vasito de plástico, recogerlo con una cucharilla, meterlo en el recipiente en cuestión, y el colmo de la humillación, rebozar otro hisopo en semejante sustancia, todo para comprobar que estamos sanos como peras. Pero los finlandeses son muy desconfiados. A partir de ahora, odiaré a muerte los hisopos. Cómo un instrumento tan inocente puede causar tanto daño, tanto físico como psicológico, a una persona. Según palabras de la mismísima Alba, "aunque tenga 80 años y alzheimer, nunca podré olvidar esta experiencia". Ninguno podremos.
Decidimos que nos merecíamos un homenaje después de esto, y decidimos ir a comprar un poco de esa sustancia de superlujo aquí en Finlandia: ALCOHOL. Tras un rato grande buscando la licorería, y preguntas sin respuesta en un establecimiento a un amable señor, encontramos el sitio en cuestión. Miramos los precios, y lo que nos imaginábamos: todo es, mínimo, el doble de caro que en España. Al final nos decidimos por un Negrita, 18 eurazos que nos sangraron, todo sea por el bien de la economía finlandesa. Claro que el Negrita no se bebe solo, debíamos comprar algo de refresco. Nos metemos en un supermercado y cual es nuestra sorpresa, cuando descubrimos que ¡en Finlandia no hay fanta de limón!. Hay fanta de naranja, de piña, de mora, de uva creo, y alguna más, pero de limón, nada. Nos quedamos impresionadas, así que nos decidimos por la de naranja, el litro y medio 2.15€.
De vuelta a la resi, Alba y Berta encontraron a Ángel, que había ido a CORRER, todo sudado con el sudor congelado en pestañas y patillas. -11º a las 5.15, y por supuesto ya noche cerrada, cerradísima. Nos dirigimos a la residencia, grabando todo lo que encontrábamos a nuestro paso.
Llegamos a la residencia, y tras un rato jugando al culo, cenamos y nos preparamos unas copillas. Con decir que Ángel casi vomita nada más probar aquello, queda todo dicho. Era horrible, no sabemos si por la fanta de naranja, por el ron, o porque no había hielo. Así que salimos a coger un poquito de nieve, a ver si así mejoraba. No. Alba y Berta se bebieron lo suyo, y Berta se tomó media de la de Ángel. Cuando ya estabamos totalmente desilusionados, Ángel vio su móvil y cual fue su sorpresa, cuando vio que Sabi nos había escrito invitándonos a tomarnos algo en un pub cercano. Cabe destacar que de la emoción, Alba tiró su copa en el suelo de la habitación, con el consiguiente mal olor y pegajosidad del suelo. Nos vestimos y fuimos a Nellys, a partir de ahora nuestro sitio preferido, a falta de conocer otro mejor. Un bar donde puedes jugar a la Wii, conectarte a internet desde un portátil público, disfrutar de una pinta de Olvii por 2.50€, escuchar a los 69 Eyes mientras te fumas un cigarro en la sala de fumadores,... El sitio ideal. Ya bastante contentillos, cambiamos de bar y nos fuimos a una especie de discoteca, donde también los precios eran asequibles, y la música no terminaba de estar mal. El grupo era curioso: tres tutoras, tres españoles, y un tipo finlandés, primo del ex de una de las tutoras, que había vivido en Ibiza y que sabía algo de español, así que no podíamos decir cosas malas. No paraba de decir que le gustaba Manu Chao, y que cómo se decía todo en español. Estuvo bien la noche, si pensamos que si no llega a ser por ese sms, a las 10 de la noche nos habríamos ido a la cama.
Alba y Berta se volvieron antes que el resto, ya que ésta última llevaba un ciego considerable. Al llegar, se fue directamente a la cama, mientras que Alba estuvo como media hora buscando el papel de liar, pues quería fumarse el último, pero tuvo que resignarse y dormir, después de un largo y duro día.
Y hasta aquí el día 5.

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