Día 14
Nos volvimos a levantar tarde de cojones, sin ninguna noción del tiempo. Comimos a eso de las 2, y Berta estaba nerviosa porque esa noche íbamos a tenerun evento importante: la cena internacional. Empezamos a preparar a las 5 de la tarde, cuando empezaron a llegar las tutoras, Sanna y Sabina, que nos llevaron a comprar lo necesario para la cena. Berta iba a cocinar tortillas de patatas, y las polacas algo típico de Polonia. Hemos de decir que empezaron a cocinar a las 3 de la tarde y cenamos a las 7 porque ellas no terminaron hasta esa hora. Compramos las patatas, cebollas y huevos, y nos dirigimos al hostel. Sin quitarse siquiera los pantalones de nieve, Berta empezó con las patatas, 7 personas en la cocina pelando patatas, y aún así eran pocas. Aquél estrés la estaba matando, solo cuando estuvieron las patatas y cebollas en la sarten haciéndose, pudo salir a fumarse un cigarro, que supo a gloria. Cuando estaban hechas las papas, tocaba cuajar la tortilla, dejando a todos impresionados con el giro de sartén, la cuál había traído Anni, y no se pegaba nada. El resultado: las 5 mejores tortillas que había hecho en su vida. Y las polacas, con sus empanadillas de queso típicas de su país. Todo estaba muy bueno, cenamos unas 26 personas de 6 nacionalidades distintas. Estaban todos los tutores, incluido nuestro lunarcito preferido.
Después de esto nos pusimos a ver una película, solo algunos porque además de que no cabíamos todos en el salón, no nos apetecía perder el tiempo viendo una peli en inglés que ni siquiera íbamos a entender. Y aquí viene el momento más gracioso de la historia de Finlandia: el momento de abrir una cerveza con una botella de Fanta y un mechero. Que quede claro, si un hombre que parece tener síndrome de dawn y un pedazo de borracho pueden hacerlo, ¿porqué íbamos a ser nosotras menos?. Se ve a Alba y Berta en su habitación, con sendas botellas de cerveza, sin haber bebido una gota (y esto es importante), intentando abrirlas. Cabe destacar que la forma de hacerlo es haciendo palanca con los objetos antes mencionados, pero nosotras, más listas que nadie, acabamos abriéndolas dándole golpes con el filo de la mesa y el culo de la botella de Fanta. Todo un espectáculo, muy bien reflejado en el vídeo que grabamos.
Tras este momento de estupidez, tocaba salir. Era el primer día que salíamos todos, o casi todos. Las polacas, nada más entrar a nuestro amado Nellys, se conoce que los gestos de la cara son internacionales, por lo que pudimos deducir que no les gustaba aquello. Ellas son más zorras que eso, y querían ir a bailar. Así que les dieron un poquito por culo y se fueron. Tras tener que soportar a nuestro amigo Raíces con su característico olorcillo, nos fuimos al Cave. Los españoles, que tenemos una gracia que pa qué, enseñamos a esta gentecilla a perrear. Lo más gracioso del mundo: la rusa perreando con el hijo de Jeiko, Markus. No saben, y esque la gracia española no la tiene nadie. Hemos de decir que el guardarropa nos salió gratis, porque el día anterior Berta había conocido a un tipo que resultó trabajar en ese lugar. No lo recordaba, pero cuando la saludó, puso cara de ¡hombre, tú por aquí!. Y dos euros que nos ahorramos, para una Olvi.
Después de bailes y tonteos varios, nos fuimos de aquel lugar, Hacia el Ale Club, pero por el camino nos congelamos de tal manera que decidimos volver a la casa. Nunca habíamos pasado tanto frío, llegamos totalmente congeladas, sin sentir los dedos de los pies ni de las manos, la nariz inyectada en salmorejo, y no tuvimos más remedio que prepararnos ¡un sandwich mixto!, nuestro más fiel compañero. Ángel llegó al rato, todavía no nos habíamos acostado, serían las 4 de la mañana. Alba se fue a la cama, y Ángel y Berta se quedaron conversando de temas trascendentales en sus vidas, tales como el alcohol, el sexo, el echar de menos a la gente, los estudios, el heavy metal, los enanitos del bosque, los porros, etc.
Fue un día de integración total, de esos que da gusto recordar.
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