viernes, 22 de enero de 2010

DÍA 9

Día 9
Lunes, todos ya en el Hostel, nos levantamos temprano pues todos teníamos que ir a la universidad.
No sé si hemos hablado del hijo de Rufino, el muchacho ruso en cuestión. Pues bien, hay un momento inolvidable que pasó este día. Estando Berta poniéndose las lentillas en el cuarto de baño, y habiendo dejado la puerta abierta, de pronto escuchó un misterioso ruido tras de sí. Se giró y encontró al ruso, con la mano en la boca y la cara descompuesta, se miraron un instante antes de que se pusiera a VOMITAR en el mismo baño, tan pequeño que Berta no tenía escapatoria. No se sabe cómo salió de allí, pero nunca pudo volver a entrar a ese cuarto de baño.
Desayunamos y nos pusimos en camino, junto con Markus, el 2º hijo de Jeiko y la que nunca ha visto el sol. Llegamos a Savonia, y tuvimos una entretenida charla con los profesores y algunos tutores, no todos, pues al día siguiente descubriríamos que estábamos muy equivocados al pensar que había decenas de tutores. Había miles.
Después de tener que presentarnos delante de todos, en inglés (of course), nos fuimos a la cafetería a comer, a las ¡11.30!. Muy duro.
Después de comer hicimos un tour por la universidad con nuestra querida Mammu, a partir de ahora nuestra tutora favorita.
Cuando conocíamos ya cada rincón de la universidad, volvimos al Hostel, no sin antes volver a visitar la ciudad para que los nuevos compañeros supieran donde estaba cada cosa: que si el Citymarket, que si el hospital, que si lo pubs, etc.
Ya por la tarde, typical spanish siesta, y luego de la siesta, empezó algo muy extraño. No serían ni las 7 de la tarde y ya empezaron todos a beber. Nosotros no queríamos ser menos y empezamos. Que si una Olvi por aquí, que si una Olvi por allá,... Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos contentillos por lo menos, en la habitación de las polacas, las cuales nos resultaron muy simpáticas (en principio apenas podíamos soportarlas). La cosa degeneró de tal manera, que hay un incidente cuando nuestro querido austriaco Pepi, acabó ciego como una perra, en calzoncillos, buscando su botella de vodka, acostado en la cama de una de las polacas. Muy triste todo, pero lo pasamos bien. Cabe destacar nuestra capacidad para describir una patera, no encontrábamos palabras. Y como no, señalar que nuestro amigo del hemisferio sur, apenas debe lavarse, porque estar a su lado es insoportable.
Creo que no me dejo nada, este fue nuestro 9º día en Finlandia.

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