Día 18
Segundo día internacional, miércoles, 9 de la mañana en Savonia. Lo mismo que el día anterior: vídeos horribles y sueñecito al canto. Comimos más pronto aún: a las 11 de la mañana. Después de eso teníamos las presentaciones, nosotros íbamos los segundos, y realmente fue la más entretenida y la que más gustó. Que no nos pusimos a hacer un palmeo porque no nos apeteció, porque ál público los teníamos en el bolsillo.
Después de las presentaciones, a eso de las 3, nos roneamos un rato en la escuela, a ver si caía la breva y alguien nos llevaba a casa. En vano, una hora perdida y el estrés posterior porque no nos dio tiempo a dar un último retoque a las sevillanas. Llegamos al Hostel a las 4 y media y a las 6 debíamos estar en el Olvihalli, el sitio en cuestión. Le dimos un repasillo rápido y le fuimos tirando para el lugar. Cuando vimos aquello nos queríamos morir. Nos entregaron un papelito a cada uno de un color, para sentarnos en la mesa del color correspondiente, así que íbamos a estar separados. Luego descubrimos con horror, que había un escenario donde debíamos hacer nuestro baile, y la fatiga en ese momento fue máxima. Al final no fue tan mal, pero al principio queríamos morir.
Cuando llegó el momento de separarnos cada uno para nuestra mesa, me acerqué a la mía, la de color rojo, y de pronto oigo que alguien pregunta, en perfecto español: ¿de dónde sois?. Y yo en plan... ¿españoles?. Era un grupo de profesores de Gerona, ni más ni menos. Estuvimos toda la noche hablando con ellos, muy majos todos, y siempre da alegría hablar con alguien en tu idioma, que ya nosotros nos tenemos muy vistos.
Luego vino la cena, a eso de las 6 y media, hicieron PAELLA, pero claro, nada que ver con la que me cocina mi mamá los domingos. Aún así, estaba buena, y de postre, algo con chocolate típico de Suecia creo. Luego una cervecita, para quitarnos un poco la vergüenza, y llegó el momento de los bailes. Primero las polacas, baile típico polaco, bastante cutre pero bueno, les daremos un aprobaillo. Luego nuestro turno. Que maravilla, ni una equivocación, el público entregadísimo, y aún más por los de Gerona, que nos gritaban de todo y aplaudían como los que más. Cuando pedimos voluntarios para que lo intentaran, salieron unos cuantos y lo hicieron de pena, pero nos reimos bastante. Luego fue el turno de los austriacos, que bailaron un vals, luego los rusos, con su baile típico ruso y los keniatas, con su movimiento de culo y caderas y su danza masai. Por último, los finlandeses hicieron una especie de cuestionario para responder a ver cuanto conocíamos de Finlandia. Ya podrían haber bailado el típico baile finlandés, en sus dos versiones: la de Alba, y la de Doña Marjatta Kumpulainen. No se cuál de las dos es mejor.
Tras los bailoteos, se hicieron algunos juegos, sin mucho éxito, y a eso de las 10 de la noche, le tiramos para Nellys, como es costumbre ya. Allí pues lo típico, cervecita parriba y cervecita pabajo, cigarrito por aquí, un tonteillo por allá, etc. Después del Nellys, ¿qué pudo venir? pues sí, Cave. Otra cervecita por aquí, un perreillo por allá.
Y a eso de las 4 cuando ya nos echaban, kebab y para la casa, que al día siguiente teníamos hospital, eso sí, a las 12.30.
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