Día 12
Nos levantamos tardecillo, ya que salimos el día anterior. Digo de antemano que este día no sirvió para nada, estuvimos ociosos todo el día, sin nada que hacer.
Comimos cuando nos levantamos, a eso de la 1.30, y después, Alba se acostó a dormir la siesta. Lo único que Alba hizo este día fue: dormir, comer y fumar, dormir, café, fumar, comer, fumar, dormir.
Bueno no, Alba y Berta hicieron otra cosa este día.
Primero decir, que Ángel se fue con el hijo de Jeiko, Markus el tutor, al gimnasio. Y mientras las chicas decidieron ir a hacer la compra. Pero no una compra normal, no. Se fueron al Maxi, MALETA DE RUEDAS EN MANO, llena de botellas vacías para reciclar. Fue todo un show. Primero, llegamos y todo el mundo mirando, no es normal llegar a un supermercado con una maleta a cuestas. Nos acercamos a la máquina recicladora de botellas. Primer momento vergonzoso: no sabíamos usarla, estábamos metiendo las botellas al revés y claro, la máquina no las leía. Nos tuvo que ayudar un pueblerino al ver nuestra cara de agobio. Pero lo conseguimos, primera cosa hecha. Ahora bien, ¿qué hacíamos con una maleta de ruedas?. Buscamos un sitio donde poder dejarla, y vimos unas taquillas. ¡Bien!, pensamos. Pero no. Después de arduos intentos por meterla en esa diminuta taquilla, desistimos y le pedimos, en nuestro perfecto inglés, a la cajera que nos la guardara. Segundo momento bochornoso. Pero no queda ahí la cosa. Nos disponemos a entrar en el supermercado, y... ¡pipipipipi! alarma sonando. Alba... ¿no le has quitado la etiqueta a tu ropa? ¡odio el Decathlon!. Tercer momento vergonzoso, tuvo que venir la cajera a cortarle la etiqueta, todo el mundo mirando, y la Alba con la cara inyectada en salmorejo, como nos ha dado por decir ahora. Pero esque, hay más. Con la fatiga, a Alba le entraron los calores y decidió quitarse el polar que llevaba. Hasta ahí bien, si hubiera llevado bien puesta la camiseta de abajo. Cuarto momento vergonzoso, esta vez solo para ella: streptease en mitad del Maxi.
Ya recuperadas del todo, hicimos nuestra compra, compramos mil cosas (para eso llevábamos la maleta). Y al salir, ahí sí que ya no entendimos nada. ¡Volvió a pitar! No sabemos aún como, pero las etiquetas de la ropa del Decathlon parece que procrean, nunca paran de aparecer más y más.
Pero todavía quedaba lo último, meter las cosas en la maleta. La gente mirando, aquello parecía un Tetris. Muy duro todo, teniendo en cuenta que al salir del Maxi CASI NOS ATROPELLA UN COCHE, y nosotras con la maleta, cámara en mano, fumando, y un frío de -24º. Casi ná.
El caso es que llegamos al Hostel y le contamos nuestras penas a Ángel, que ya había vuelto del gimnasio. Nos bajamos a la cocina, cenamos, y al rato ocurrió algo muy gracioso. Estábamos tan tranquilos en nuestras cosas, cuando de pronto vemos que a las 9 de la noche, nuestro amigo del hemisferio sur, se va a la ducha. Que raro, pensamos, ya que por cómo huele, es el equivalente oloroso a la tutora que nunca ha visto el sol. Pero nada, seguimos a lo nuestro y lo vemos salir de su habitación co la mochila a cuestas, el gorro, chaquetón y preguntando: ¿no tenemos clase a las 10.15? ¡claro que sí, raíces, pero mañana! Resulta que el amigo se acostó a dormir la siesta a las 5 de la tarde, y se conoce que se levantó desorientado pensando que ya era el día siguiente. Muy triste todo.
Y nada, al final el día nos dio para bastantes risas y vídeos graciosos. Nos vimos un capitulillo de Dexter y nos fuimos a la cama.
Y hasta aquí el día 12.
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