Día de Cultural Awareness, arrepentimiento por el ciego del día anterior.
Nos levantamos y nos pusimos en camino.
Al llegar a la universidad, comimos y nos roneamos tutoreando hasta la hora de la clase. Horita y media hablando de Values and Communication, con los deberes sin hacer y con ejercicios estúpidos imaginando un fin del mundo muy improbable.
Cuando terminó la clase, nos quedamos un ratillo por allí pero como estos dos iban a jugar al voleibol, decidí irme, paseito hasta casa, comprando boquillas por el camino y llegando reventaica.
Y que pude hacer, pues limpiar el cuarto. Aspiré, pasé la escoba y la "fregona", hice las camas, etc. Y no es para menos, pues lo que hice antes me obligó a ello. Decidí volver a cortarme el pelo, esta vez me lo "igualé" y "degradé". Si es que la enfermería fue un error, yo iba para peluquera. Pero ¡y lo contenta que estoy ahora con mi pelito corto!
Entonces hice un bizcohcito, de chocolate esta vez. Pero llegaron antes de lo previsto, y el bizcocho recién metido en el horno, así que se comieron unos panes sucios y se les quitó el hambre. Me quedé con toda la cara de tonta, pero entonces llamó Josef a ver si teníamos café, pues Tatu iba a venir a recoger su coche, que dejó aquí el día anterior. Ellos se tomarían mi pastel.
Hice café, me vi un capitulillo de Lost, y se fue pasando la tarde como pudo.
Llegó la noche, y como era miércoles, no podía ser de otra manera. Salimos. Nos arreglamos, tomamos unas cervezas y nos encaminamos a Nellys, con Anni y su hermana Outi, que estaba aquí de visita. Las hermanas perfectas, todo lo hacen bien, se alegran si ganan y también si pierden los demás.
Jugamos al billar, nos tomamos unas cervecitas y luego nos fuimos a Cave. Allí más bebida, miradas incómodas, bailoteos y entonces decidimos irnos. Pero cambié de idea, y me dirigí con Ángel y las hermanas a Bepop, donde me libré de pagar gracias al amable Aleksi, que chulo, tu nombre en España es cuanto menos, merdelloncete. Allí más cerveza y risas, Con Tatu, que cada vez me cae mejor. Me enseñó palabras nuevas en finlandés, me invitó a cigarros y me obligó a ir después a Aleklubi, a lo que tampoco es que opusiera mucha resistencia, pues Ángel me hizo un feo bastante feo y no quería irme tan pronto a casa. En Aleklubi me invitaron a más cerveza y más tabaco, vimos alguna pelea y descubrí que el hígado de los finlandeses no tiene límite: cuando crees que lo has visto todo, descubres a Mimmu metiéndole mano a Tatu, Josef, y en general a cualquier cosa con pene.
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