lunes, 15 de marzo de 2010

DÍA 58: VUELTA A IISALMI

Día 58
Amanecimos en el barco, otra vez, con más sueño que otra cosa pues el día anterior nos acostamos tardecillo. Y bajamos a desayunar con Madre.
Bacon, albondiguitas, sandía y muchos líquidos para mitigar la resaca y la deshidratación.
Volvimos al camarote y recogimos nuestras cosas, se echaron un ratito y me fui a pasearme un rato.
El barco paró, a eso de las 10, bajamos y nos dirigimos al autobús. Las polacas se quedaron, pues se iban a ver Tallín. Rufino se iba a Rusia, así que menos gente en el autobús, ¡más sitio para nosotras!.
Nos montamos y esperamos a los austriacos que se hicieron los remolones lo que les dio la gana.
Cuando estábamos ya todos montados, sentadicos cada uno en nuestro sitio, Peppi abrió una botella de Salmiakki, y se tiró las primeras dos horas de viaje invitándonos a beber con él, mientras nos deleitaba con agradables piropos del estilo de fulanas y comepollas. Eso es lo bonito.
El viaje en autobús más horroroso de toda mi vida. Siempre se dice, se conoce, se comenta, que cuando vas a algún sitio, la vuelta se hace más corta que la ida. Pues no fue este el caso. Encima Louis no paraba de decir que íbamos a legar antes de lo previsto, al final llegamos una hora más tarde y todavía nos quedaba comprar. Pero nos esperaba una sorpresa en la estación: Heli y sus abrazos.
Fuimos al Citymarket y volvimos cargados de cosas. Llegamos a casa y comimos algo, me conecté y conversé con mi gente, miré mi Facebook, Tuenti, Twitter, ADV, y una carta para mí.
Cené, me preparé la comida para el día siguiente, y me fui a la cama a eso de las 10.30, reventaica. Un fin de semana realmente agotador.

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