miércoles, 28 de abril de 2010

DÍA 108: DONDE TODO EMPEZÓ

Día 108
Nos levantamos pronto, a eso de las 9. Bueno me levanté yo, Alba se quedó en la cama un rato más, mientras yo terminaba de preparar la maleta. Cuando despertó, se fue a comprar más papel de regalo para terminar de envolver los regalos. Cuando terminamos con todo, nos fuimos de la habitación a dejar la llave con todos los bultos que llevábamos, 6 para ser exactos, y otra vez empezaba el show. Primero me llevé por delante varias alfombras, y cuando salimos a la calle no tuvimos más remedio que fumarnos un cigarro, meditando la idea de coger un taxi para ir a la estación de tren. Pero pensamos que sería como darnos por vencidas, imaginando la cara de la tía de la recepción al vernos decaer, y pensamos que ese dinero nos lo podíamos ahorrar, así que nos fuimos directas a coger el tranvía, un camino que de normal son 2 minutos, pero que se nos hicieron eternos con todo lo que teníamos que llevar. Subimos con toda la dificultad del mundo las maletas y casi nos cierran en la cara, pero llegamos sanas y salvas a la estación, dejamos las maletas en las taquillas y nos fuimos a la tienda de la rubia a terminar de comprar regalos para los nuestros. Luego nos pusimos a buscar una tienda que vi la última vez que estuve en Helsinki, al no encontrarla nos sentamos en un banco de lparque a comernos un bocadillo de lo que pensábamos que era jamón serrano, que resultó ser una especie de bacon más malo que pegarle a un padre y fastidiando a las palomas que se nos acercaban para que les diéramos de comer.
Con el estómago lleno nos fuimos a la estación otra vez, Ángel había tenido un pequeño problema con los trenes y decidimos esperarlo tomándonos un café en un centro comercial, café al que añadimos algunas onzas de chocolate, el último café insípido que nos tomaríamos en Finlandia. Volvimos a la estación y Ángel ya estaba de camino al aeropuerto, así que nos pusimos en camino, show de nuevo con todas las maletas por la calle, subimos al bus y sin darnos cuenta habíamos llegado al aeropuerto.
Nos acercamos a facturar las maletas, y tras descubrir que me había pasado a.l.b. con el peso (27,5 kilitos que llevaba), pasamos por el escáner todos los bultos de mano, el bolso blanco hubo que pasarlo un par de veces porque se conoce que habían demasiadas cosas dentro. Alba entró tranquilamente con un mechero en el bolsillo y el que me regaló mi hermana casi nos lo hacen dejarlo, pero el amable señor descubrió que no se encendía. Error amigo, no sabes ni encender un mechero.
Buscamos a Ángel desesperadamente y lo encontramos esperando en la puerta de embarque, le dejamos a cargo de las cosas y nos fuimos a fumar, sala de fumadores amplia y cómoda por excelencia. Volvimos y estuvimos haciendo tiempo hasta un próximo cigarro, el último que nos fumaríamos en Finlandia.
Llegó el momento de embarcar, estaba contenta por volver a casa, pero a la vez tristona por lo que dejábamos atrás. Subimos al avión y tomamos asiento, nos esperaban 4 horas que imaginé se me harían larguísimas.
Momento destacable:
Ángel: Alba cógeme el chaquetón por favor
Alba: vale
Alba abre el compartimento de arriba y coge el chaquetón, tirando varias cosas en la cabeza de un pobre muchacho que veía tranquilo una película. El muchacho no dice nada, Alba “sorry sorry!”, el muchacho que no sabía donde meterse, yo descojonándome y Alba muertita de vergüenza, se sentó cabizbaja sin atreverse a mirar para el lado del chico, estalló en carcajadas y solo llevábamos 20 minutos de viaje, lo que significaba que no podría volver a girar la cabeza en lo que quedaba de tiempo.
El resto del viaje sin más percances, nos tomamos unos cacahuetes, unos sudokus, unas cartas, la hora de la cena, el aterrizaje, 23º en Málaga y bajamos del avión. Nos fuimos a por las maletas y ya estaban nuestras madres saludándonos a través de un cristal. Nos repartimos las cosas de las maletas y salimos, abrazos, besos, lágrimas y muchas ganas de un cigarro, salimos a la calle, en manguica corta, 23 gradazos que hacían, cigarrito contando el viaje, llamadas a los abuelos y abuelas, y a buscar el coche. Mi padre que no se fiaba de dejarme conducir, pero mi Qashqai nuevecito o como se escriba me estaba esperando, me subí y arranqué, después de más de tres meses sin conducir fue una sensación cuanto menos, curiosa. Decidimos ir por el centro para que pudiera probar bien el coche, se lleva estupendamente y al rato estaba en casa, en Villa Cristina. Subimos las maletas y mi madre me tenía preparado mi regalo por que fue mi santo días atrás: cafeterita Nespresso, por fin podría tomar cafés en condiciones.
Sacamos un poco de cenita, un jamón bueno bueno, lomo, queso, saqué mi salchichón de reno y los regalos, estábamos ahí los cuatro cenando tranquilamente, estaba en casa y apenas podía creérmelo, era como su nunca me hubiera ido. Después de la cena me puse mi pijama, estaba cansada, solo pensaba en coger mi cama, ya habría tiempo de deshacer la maleta.

Y que más puedo decir, me fui un 10 de enero a Finlandia y hoy, 27 de abril, estoy otra vez en mi casa, en Málaga, con la luna llena mirándome, en manga corta en mi balcón, fumándome un cigarro y despidiéndome de esta página que ha sido mi diario estos 108 días, fiel testigo de mis experiencias y mis aventuras y pensando que algún día volveré, a esas tierras heladas que durante más de tres meses han sido mi hogar, a volver a ver a esos paisajes y a esas personas que han dejado huella en mi corazón.

DÍA 107

Día 107
Me levanté preparada para ir a la sauna, la última que tomaría en Finlandia. Me subí hasta la sexta planta del hostel y solo estuve un ratito, hacía muncho calor y cuando me acosté, porque estaba sola, pensé que me iba a quedar dormida. Así que me volví a bajar, desperté a Alba y nos pusimos en camino. Nos íbamos a Tallín a echar el día, le tiramos para la estación de los barcos, esto es, el puerto de Helsinki y tras sacar los billetes, nos fuimos a desayunar algo. Es curioso, pero habría unas 60 personas en la cafetería, pues éramos las únicas que estábamos tomando un café, todos los demás tenían todo tipo de bebidas alcohólicas, da igual la edad, solo importa beber y beber. Todo el mundo llevaba maletas, y podría jurar que todas iban vacías, a la espera de ser llenadas con alcohol barato estonio.
Subimos al barco y nos fuimos a la cubierta, hacía un sol espléndido y estábamos a gusto fumando un cigarro tras otro y haciendo planings para organizar las maletas.
Llegamos a Tallín sin ningún tipo de percance, y buscamos un sitio para comer. Tras ver los precios de varios restaurantes, entre los que se encontraba el que tenía la carta escrita en Castellano antiguo, acabamos yendo al sitio de los crepes, y comimos bastante bien. Luego nos fuimos de tour por la ciudad, cuando llegamos a la iglesia bonita, porque era bonita, nos terminamos el cigarro sentadas en el porche de la casa del Señor, y una señora con más mala leche que otra cosa, nos echó de mala manera, no la entendía, porque el estonio no es una de las lenguas que más domine, pero su cala de mala hostia y sus gestos lo decían todo.
Después nos acercamos al mirador, conocimos al tío del martillo que nos saludaba en español, y decidimos emplear el tiempo que nos quedaba en comprar regalitos y tomarnos un café en algún lado. Nos sentamos en una terracita, manga corta porque hacía un día ideal para ir en manga corta y entré a pedir dos cafés: un capuccino para mí y un café con leche para Alba. A los 15 minutos le dije a Alba que por favor entrara a ver dónde estaban nuestros cafés, y la tía le dijo “sí, ya van” y acto seguido se puso a prepararlos. 10 minutos más tarde apareció en la mesa, con tres cafés. Me dejó a mí uno, muy negro que aquello no tenía pinta de capuccino, a Alba le dio uno diciéndole “latte!” y se fue. Al segundo volvió, “que no es el capuccino!”, y me dejó mi café y se fue, volviendo dos segundos más tarde diciendo “no latte!”, dirigiéndose a Alba, como que ella no había pedido eso, Alba desconcertada “i don’t know what is latte!”. Le dejó el café negro y le dijo “¡que lo he pedido con leche!” y le trajo un poquito de leche fría, congeladica que estaba la leche, pero ya teníamos nuestros cafés, y bastante mejores que los finlandeses por cierto. Menuda tía estúpida, y es que en Tallín la gente no es muy amable que digamos.
Después de este episodio nos fuimos dirección puerto, nos paramos a fumar en un banquito con palomas y entonces pasó algo bastante curioso: un coche que por no hacer las cosas bien, dio la vuelta en medio de una alameda bastante concurrida, con tranvías pasando por en medio, pero el tío se notaba que era profesional, porque eso no me sale a mí ni de coña. Los nórdicos, que conducen como locos.
Llegamos a la estación de los barcos y nos subimos al ferry, de vuelta a Helsinki, y como no teníamos sitio, nos sentamos en un rellano a ver si caía la breva y nos echábamos un sueñecito. Nos pasó algo mejor: vinieron 4 chicos y chicas y se pusieron a dormir, o a intentarlo porque decidimos no dejarlos. Pasamos las 2 horas más divertidas, criticándolos sin que ellos se enteraran, hablando en voz alta pero no por molestar, esque nosotras somos así, naturales a la par que espontáneas. Los teníamos hartitos de vivir, y cuando se despertaron o simplemente se quedaron con los ojos abiertos, decidimos que era momento de ir a fumar, a la sala de fumadores estrechita, porque no era tan amplia como las que estamos acostumbradas, con toda la gente ya borrachísima, y que apenas se podía respirar. Fue pasando el tiempo y llegamos a Helsinki, nos bajamos del ferry quedándonos totalmente asombradas con la cantidad de alcohol que llevaba la gente y nosotras con nuestras botellas de Salmiakki pero para regalar, no para nosotras. Aunque sabemos que alguna caerá.
Fui a comprar algo para comer al día siguiente, y papel de regalo para envolver las cosas que habíamos comprado, llegué al hostel y nos cenamos otra vez una pizzita rica, porque estaba buena, dejando toda la habitación con olorcillo a pollo. Salimos a fumar y vimos españoles, no hablamos con ellos porque no teníamos cuerpo, todavía teníamos que organizar las maletas y eso nos llevaría un buen rato, así que nos pusimos a ello y a eso de las 12 de la noche nos fuimos a la cama, nos vimos una seriecilla y nos dormimos, nuestra última noche en Finlandia, dormí como un dulce bebé.

DÍA 106

Día 106
Nos levantamos con todo el ánimo para ir a Tallín. Yo lo hice primero, pues quería ir a la sauna, pero al final la pereza pudo conmigo y decidí dejarlo para el día siguiente.
Entonces nos pusimos en camino, nos acercamos al puerto e intentamos comprar los billetes, pero no quedaban para ese día, así que los compramos para el día siguiente. Hoy tocaba entonces recorrer Helsinki.
Cogimos el tranvía dirección centro, nos bajamos cerca de la catedral y vimos una imagen cuanto menos, curiosa: cientos, miles de boy scouts en grupitos, en la plaza de la catedral, cantando y chillando, suponemos que la mitad o por lo menos los mayores de 14 años iban ciegos. No sabemos muy bien que hacían ahí, pero nosotras a lo nuestro, entramos a ver la catedral por dentro. Cruzamos el umbral de la puerta y descubrimos que estaban en plena misa y vemos acercarse a una mujer entre los bancos, se nos para delante de nuestras narices, no dice nada, y nos intimidó de tal manera que salimos de allí pitando. Que angustia de mujer.
Entonces nos fuimos a algún museo, a ver algún edificio más típico, vimos un restaurante español a 44 eurillos el menú y luego otro, Tapas Barcelona, vimos solo el cartel en medio de la calle y nos pusimos a buscarlo, pensamos que estaría gracioso ir a ese lugar. Después de encontrarlo al ratico, estaba cerrado. Pues nada, McDonalds que nunca falla.
Es curioso como en cuanto sale un rayito de sol, porque este fue un día soleado, se puede ver a todos los finlandeses sentados en las terrazas como si de una playa se tratara, todos en fila cara al sol. Algo para el recuerdo, ahora ya entiendo porqué vienen a España y con 15º se ponen en manga corta y sandalias.
En fin, ya con el estómago lleno, y es que era la 1 de la tarde y no llevábamos ná en el cuerpo, nos fumamos un cigarrito por las calles de Helsinki y entramos en una tienda de souvenirs, a comprar regalitos para la familia. La dependienta rubia más tonta y estupidilla que hemos visto, no lo hacía a maldad, pero hería. Igual es que nos tiramos media hora en su tienda, igual es que parecía que con los chaquetones íbamos a hacer algún destrozo o a robar, NO LO SÉ pero el caso es que al final la cogimos cariño. Cuando abandonábamos la tienda sonó la alarma, se vio a la rubia frotándose las manos pero no, solo se habían olvidado una alarma en un bolso.
Con casi todo ya comprado, nos fuimos a visitar, solo por fuera, el mítico Club Tavastia, donde tienen lugar concierto de año nuevo de Him casi todos los años, y más grupos sucios de esos que a mí me gustan, y es que son todos finlandeses. Después pasamos por una tienda de discos y me compré dos joyitas de 69 Eyes, y llegó el momento de tomarnos un café en una terracita, a gusto, porque hacía un día bastante bueno y fumándonos un cigarrito. En la gloria que estábamos, hablando de cuando volviéramos a España, planes a corto plazo y es que quedaban dos días para irnos.
Después del momento de relax nos fuimos para el hostel de nuevo, estuvimos toda la tarde dormitando, haciendo la maleta, viendo alguna que otra serie y nos fuimos a la cama pronto, que al día siguiente nos esperaba un día movidito.

DÍA105

Día 105
Nos levantamos cuando nos dio la gana, teníamos las maletas hechas, comida que sobró de la noche anterior, y el tren que no salía hasta las 4 de la tarde.
Dimos el último repaso a la habitación, sacamos las cosas fuera y esperamos a Ángel que viniera a ayudarnos. Y entonces salió, Jesse en chanclas, a hacernos un vídeo de despedida. Nos pidió que dijéramos cosas en español, que nos faltó cagarnos en su puta madre, pero tampoco era plan.
Ya se estaba poniendo pesaete, deseando que Ángel viniera, y cuando estuvo allí y Jesse nos vio con los maletones, se decidió a acompañarnos, en camisetita, pantalones cortos y chanclas, lloviendo-nevando como estaba, nos acompañó a la estación dejando flipados a quién encontrábamos a nuestro paso, parecía que habíamos contratado a un negro para que nos llevara las maletas, y nunca mejor dicho. Cuando llegamos a la estación, no se me ocurrió otra cosa que sacar un bombón y dárselo como recompensa, me dio mucha penica. Nos despedimos de él y se fue, y nos quedamos despidiéndonos de Heini, lagrimicas y abrazos, entonces se fueron ella y Ángel y nos quedamos Alba y yo en la estación, tren con retraso de 50 minutos, con 3 maletas de ruedas, un bolso de mano, el portátil y el bolso, planeando la manera de poder llevar todo eso al tren, aquí empezaba el show.
Primero de todo decir que Alba se estaba meando, pero no quería pagar para entrar al servicio, así que decidió esperarse al tren. Entonces le dije que mientras ella fuera al servicio yo le colocaba las maletas, todas, una por una. ¿Sería capaz de cumplirlo?
Nos encontramos con Arja Sisko, que venía a recoger a sus padres, y pensamos, ilusas nosotras, que nos ayudaría con las maletas. Se quitó de en medio en cuanto tuvo ocasión, y entonces vimos a tres militares, y pensamos, ilusas nosotras, que nos ayudarían con las maletas. Pensamos que alguien de la estación nos ayudaría, pero el caso es que nos vimos las dos, con los 6 bultos, bajo la lluvia, esperando el tren y subiendo las maletas, decepcionadas con los militares finlandeses, que mucha mili obligatoria pero de ayudar al prójimo, poquito.
Una vez dentro, Alba fue al servicio, y cuando salió vio algo insólito: las maletas ya colocadas en su sitio. Una promesa es una promesa. Entonces nos fuimos a buscar nuestros asientos, recorrimos todo el tren de una punta a otra y entonces caímos en la cuenta de que nuestro vagón no era otro sino en el que estábamos al principio. La magia de la isla es lo que tiene.
Nos sentamos y nos pusimos a ver Perdidos, un capítulo tras otro de los que tenía descargados en el ordenador, parando a fumar de vez en cuando y comiendo también cada cierto tiempo un sanwichito. Fueron pasando las horas y nos aproximábamos al destino, nos preparamos para bajar, con todas las maletas y todas las cosas, y nos fuimos a coger el tranvía que nos llevaría al hostel. Todo iba saliendo bastante bien, subimos al tranvía con bastante dificultad y bajamos igualmente, cuando nos dimos cuenta que en el otro vagón no había escaloncitos porculeros, pero ya daba igual, llegamos sanas y salvas al hostel y tras pagar, subimos a la habitación. Nos cambiamos, pintamos, bebimos un poco, fumamos y salimos rumbo centro a salir un poco. Llegamos a la parada del tranvía y aquí nos pasaron las cosas más divertidas del día.
Primero llega un chico, saludando con un ¡ciao bella!, y se pone a hacer pintadas con el nombre de Luigi, ya dedujimos que era italiano fijo, pero que no puso su nombre una ni dos ni tres, sino unas cuantas veces más en paradas, paredes, suelo, en cada superficie que encontraba a su paso. Entonces llegaron dos muchachos finlandeses que no paraban de decir Espanja, Espanja, dedujimos que hablaban de nosotras, pero estábamos más pendientes de la tía que intentaba meter un Opel Corsa en un sitio inmenso, que se bajó dos veces del coche a comprobar si lo estaba metiendo bien, que entró y salió del sitio innumerables veces, se tiró unos 10 minutos aparcando y no terminó de dejarlo bien del todo, ruedecica separá del bordillo, pero bueno la chiquilla lo hizo lo mejor que pudo, y aún se giró durante 50 metros después de dejar el coche porque no se quedó muy contenta. Y ya el colmo, esperando en la parada se para un tranvía en la dirección contraria, justo enfrente, y vemos una chiquilla que saca la cabeza y la Alba gritando “¡que está vomitando tía!” y yo jo que asco, y sí, estaba vomitando, pero es que el tranvíero casi le pilla la cabeza cuando cerró las puertas, y la tía tuvo que seguir vomitando dentro. Asquito, porque se me revolvió todo. Pero nosotras ahí con nuestras petaquitas y llegó el tranvía. Nos montamos y nos bajamos cuando creímos conveniente, entramos a un bar y nos pusieron una pulserita y pensamos ¡anda, no hay que pagar!. Los cojones, había que pagar más adelante, nos hicimos las listas y para disimular nos acercamos a una barra que había a comprar tabaco. Conversación real:
-¿Cuánto es el tabaco? -7.30. Lo que en realidad nos quiso transmitir la tía: esta ciudad no es para vosotras muchachitas. Nos pareció un robo, así que nos fuimos a buscar tabaco más barato, y no encontramos, así que nos fuimos a buscar otro sitio al que ir, entramos a un bar que estaba gracioso, 5 euros entrar, 2.50 el guardarropa, y las cervezas a 4.70. Lo normal vaya. Tabaco igual, 7.30, así que decidimos echarle un poco de cara, y al primer tío que se nos acercó le pedimos tabaco. Nos enseñó su tabaco de liar y nos hizo la pregunta más ofensiva: ¿sabéis como se fuma esto?. Amigo, hazme caso que lo sé. Nos preguntó si podía salir a fumar con nosotros, y nos dio tanta pena que le dijimos que sí, que claro. Salimos y hablamos con él, nos invitó a ir a su casa cuando quisiéramos y a sentarnos con sus amigos, declinamos su invitación amablemente y nos dijo que le llamáramos Mike, porque su nombre es muy difícil: Mikko. Una dificultad aplastante amigo, puedes llamarme Antonia si quieres, a mí también me gusta que la gente me llame como le dé la gana. El caso es que volvimos a entrar y nos sentamos en una mesa, Alba dijo que olía mal, entonces se me ocurrió mirar al suelo y lo que vi me sobrecogió: “Alba, tienes una pota en el suelo”. Se conoce que la Alba se resbaló al levantarse de golpe, su único miedo es que por el agujero de su bota se hubiera metido alguna sustancia indebida, pero hubo suerte y no pasó nada más asqueroso. Estuvimos un rato más y decidimos irnos, estábamos cansadas y no muy motivadas, sin tabaco y en la ciudad más cara de Finlandia, nos fuimos en tranvía sin ningún percance, nos encontramos un español en la puerta del hostel, y tras asegurarnos que el Opel Corsa seguía bien aparcado, nos fuimos a dormir, sin hacer la cama, ¡para qué!, si apenas da asco, Alba está acostumbrada a dormir sin sábanas.

DÍA 104

Día 104
Nos levantamos tela de tarde, dispuestas a pasar nuestro último día en Iisalmi.
Me duché e hice las planchas, nos esperaba un día movidito.
Teníamos muchas cosas que hacer, empezamos yendo a la estación a comprarnos los billetes para Helsinki, tras los consejos de la tía nos cogimos el de las 16.15 para ir sin agobios.
Luego al Citymarket, a comprar los regalos de nuestras queridas Heli y Arja Sisko, que nos habían invitado a cenar. Compramos unas florecillas y algo de comer para el viaje del día siguiente y volvimos al hostel y terminamos de hacer la maleta. Alba se echó un rato y yo me puse a preparar la tortilla de patatas que íbamos a preparar para la cena. Alba se duchó y le hice las planchas, íbamos con la hora pegada al culo, a las 7 venía Arja a por nosotros y eran las 6 y media y la Alba con medio pelo por planchar. Terminamos todo y nos vestimos, pintamos, rellenamos las petacas y la mismísima nos pilló con todo el vodka, pero no pareció importarle, porque no dijo nada.
Llegamos a casa de Heli y les dimos las macetas, abrazos parriba y abrazos pabajo, nos sentamos en los sofás y sacamos la tortilla, a partir de ahora llamada “tapa” y apareció el marido, dentista, muy majo él. También pasaron por allí sus hijas, de 13 y 15 años, que parece que tienen el doble, maquilladas como puertas y esas cosas que ya sabemos.
Cenamos, había cosas para picar, nada demasiado elaborado pero estaba bien. Un postre rico no, lo siguiente, tartita de chocolate y limón, el perro que no paraba de dar por culo, Alba muertita de miedo la pobre con sus calcetines, uno de cada color.
Terminamos la cena y después de que Heli nos confesara que el día del centro de discapacitados lo primero que hizo al llegar a casa fue lavarse las manos, llegó el momento de los regalos, uno para cada uno, bolsita que contenía tableta de chocolate, llavero, postalicas, y una funda para el móvil con bolsa de la compra. Más besos y abrazos y llegó el momento de irse, bajo la nieve que caía, porque era 23 de abril y estaba nevando en Iisalmi.
Llegamos al hostel y empezamos a beber un poco, un poco más y salimos, a Cave, nuestro último día. Bailamos, bebimos, nos despedimos de la gente y nos fuimos al Bepop, pero solo un rato, y nos fuimos a Maribella, nuestro último kebab con Anni, Markus y Heini, nos lo comimos en el hostel, a decir verdad lo mío era una pizza pero el caso es el mismo, últimas cervezas, últimos cigarros, sólo nos quedaban unos días en Finlandia y yo estaba tristecilla, pero contenta porque tenía ganas de volver a casa.

DÍA 103

Día 103
Nos levantamos no muy tarde para ir a Savonia, teníamos que ir a recoger nuestros papeles y certificados. Sinsiquiera desayunar porque no teníamos nada de comer, bajamos a despedirnos de Tom que se iba ya para su país. Ah no, al final no se iba, pero nos dijo que Tatu venía a recogerlo para llevarlo a Savonia, que él también tenía que ir, así que esperamos y cuando llegó Tatu con toda la cara mala leche, se enteró de que el vuelo se había cancelado y se quedó a cuadros, pero nos llevó en cochecito a la universidad, así que bien.
Llegamos y comimos, la comida más mala que he probado allí, que para ser nuestro último día se lucieron.
Entonces subimos a ver a Hanelle, cuando nos encontramos con Marjatta, que nos preguntó a Alba y a mí si le íbamos a mandar el informe de nuestras prácticas o si el de Ángel iba por los tres, le dijimos que sí, que con el de Ángel se podía dar con un canto en los dientes, y nos preguntó si por lo menos lo habíamos leído, y le dijimos con un 8 de convicción que sí, que estábamos de acuerdo. Entonces se fue y entramos al despacho de Hanelle, yo no puedo mirar a esa mujer con tranquilidad, es que es fea con avaricia la pobre, y con esos modelitos y esos cortes de pelo que lleva es que no, lo siento.
Estuvimos un buen rato con ella, y al final salimos igual que entramos, sin papeles pero con un regalo: una taza muy mona y montones de abrazos.
A la vuelta no tuvimos tanta suerte, nadie nos llevó en coche, tuvimos que caminar hasta casa, el último paseo desde Savonia.
Llegamos y le dimos nuestro regalo a Ángel, la camiseta y las cervezas, y le gustó todo muchísimo. Entonces nos pusimos a hacer la maleta, mientras veíamos alguna que otra serie, y así hasta que nos acostamos, no salimos esa noche porque estábamos cansadas y no teníamos alcohol ni nada, nos dormimos y soñamos con angelitos.

DÍA 102

Día 102
Después de dormir 4 horas, me levanté para ir a la estación a despedir a Josef y Simon, que se iban en el tren de las 7 y cuarto. Pero primero miré el correo, y descubrí que nuestro viaje a Savonia iba a ser en vano, pues Hanelle no iba a estar disponible para nosotros, así que escribimos a Heli para que nos recogiera en el hostel. Cuando estos terminaron su equipaje, y después de dejar el cuarto patas arriba, fuimos a la estación con Tom también, ya por fin se iban y parecía que iba bien la cosa. Tras una emotiva despedida, un último fumeta y fotos para el recuerdo, volvimos al hostel y me acosté otra vez.
A eso de las 11 nos levantamos, Heli venía a por nosotros para ir de visita al centro de salud. Así que llegamos y nos recibió una señora muy muy gorda, debía ser jefa de enfermeras o algo, y nos explicó el funcionamiento del centro.
Después de la visita, fuimos al hospital a devolver las llaves, nos despedimos de las enfermeras, de mi Gordi y de Liisa, y nos fuimos Alba y yo a comer a algún lado, nos dio por ahí.
Terminamos en Maribella, ella con kebab y yo con pizza, y luego fuimos de compras. El cumpleaños de Ángel era el día siguiente, así que le buscamos un regalito apañao. Fuimos a una tienda de ropa y nos encontramos con unos señores italianos que nos preguntaron si conocíamos a Ángel, le dijimos que sí, y entonces vimos a Ángel mientras nosotras mirábamos camisetas XXL, a lo que Alba solo pudo decir: “sí, es que estamos buscando una camiseta para los tres”. Incomprensible sí, pero es que ella es así, natural a la par que espontánea.
Después de este momento triste, nos fuimos a comprarnos un vodka para la noche, vodka Finlandia, 20 euros la botella. Un poquito de Fanta y el regalo de Ángel, una camiseta y un pack de 8 Karhus. Y nos volvimos al hostel.
Vimos un par de Perdidos, y hablé con Josef, resulta que habían llegado al aeropuerto, habían subido al avión y tal y como habían subido habían bajado, y se quedaban esa noche en Helsinki a la espera de una solución a su problema.
Entonces, a eso de las 8 de la tarde empezó a llegar gente, por el cumpleaños de Ángel, Sabina, Sanna, Anni, Ansku, Markus, Veera, Heini, El que juega muy bien al billar, El “ez una fiezta” Janne, y los que quedábamos en el hostel, trajeron una tarta riquísima y estuvimos bebiendo y conversando hasta que llegó la hora de salir, bueno ellos porque Alba y yo seguimos bebiendo un buen rato en el hostel nuestro vodkita.
Nos preparamos nuestras petacas al ritmo de la música y salimos, rumbo Cave.
Allí estaban todos, nosotras llegamos y no nos sentamos en toda la noche, dándolo todo en la pista de baile, yendo al baño cada 15 minutos, cantándole a Ángel el cumpleaños feliz cuando el reloj dio las 12 de la noche. Entonces nos llegó Rikka, que iban a hacer un juego chorra, coger una gominola de un metro de largo o así, en parejas comiéndola cada uno por un lado y el primero que la terminara ganaba. No contaba con que Alba y yo nos la fuimos comiendo y tirando al suelo antes de empezar, y en el comienzo del juego teníamos menos de la mitad que los demás. “Ay que la estoy pisando”, al final ganamos el juego y nos dieron una chocolatina, muy rica. Cogimos un vaso y nos echamos el contenido de nuestra petaca, para beber más civilizadamente. Cuando lo acabamos nos fuimos, al Saha a comernos una patatitas, al final nos las llevamos al hostel y al día siguiente la habitación seguía oliendo a patatas fritas. Y a día de hoy, Ángel sigue pensando que vomité, porque según él, el baño olía mal al día siguiente. Pero no fue así, seguramente fue la señora que se pasea medio desnuda por el hostel.

DÍA 101

Día 101
Nos levantamos con la intención de no hacer nada en todo el día, y así lo hicimos. Viendo seriecitas, leyendo un poquito del Libro del estilo andaluz del SAS o como coño se llame. Nos hicimos de comer una carnecita con mostaza, rica rica.
Por la noche, había partido del Barcelona contra el Inter, así que nos pusimos todos en el salón a verlo, la primera parte, la segunda la vimos en Nellys. Salimos a tomarnos la última cerveza con Josef y Simon, que se iban al día siguiente temprano. Así que fuimos a Cave, que estaba vaciillo y estuvimos allí un rato, no mucho tiempo porque no había mucho que hacer. Volvimos a la residencia y alguien hizo palomitas, estuvimos conversando un rato y comprobando los vuelos, y nos acostamos, tristes por la marcha de los austriacos, contentos pues quedaba menos para volver a casa.

DÍA 100

Día 100

Día de celebración, día 100.

Hospital, último día. Me levanté temprano para ir de mañana, la Alba se quedó durmiendo para ir de tarde.
Estuve en urgencias toda la mañana, sin apenas nada que hacer. Lo primero que vi, como ponían una sonda nasogástrica, me mareé y me tuve que ir al baño, que malita me puse. Estuve con dos alumnas, muy simpáticas, que incluso hablaban en inglés delante de mí para que me enterara.La mañana se pasó lenta y pesada, cuando Alba llegó a la 1 nos quedamos sentadas en la sala de enfermeras y poco a poco llegó la hora de salir, mi salvación. Llegué al hostel y me encontré con Josef todavía más malo que un perro el pobre, empastillao vivo que iba, y yo me puse a prepararme la comida y luego me eché un rato. Pasé la tarde en el ordenador, poniendo al día el blog y haciendo cosillas, y cuando llegó Alba, mucho más pronto de lo que me esperaba, nos pusimos a ver series, cenamos, y nos acostamos a una hora prudencial, tranquilamente como todo lo que hacemos en nuestra vida.

DÍA 99

Día 99
Nos levantamos tarde, y eso que el día anterior nos acostamos pronto, por lo menos yo. Pero eso de dormir lo que te de la gana, sin preocupación por la hora al día siguiente, es lo mejor del mundo.
Comimos y descubrimos que los austriacos seguían en la residencia, su vuelo seguía sin poder salir, así que allí estaban desesperaitos vivos sin saber lo que les depararía el destino.
Estuvimos todo el día ociosas, sin nada que hacer, viendo series y películas. Por la tarde me dijo Josef que si me quería ir a la bolera, que iban a ir con los estudiantes de agricultura de Savonia, pero no tenía yo cuerpo de ir a ningún lado. Así que me quedé en el hostel, y me extrañó verlo volver tan pronto, con peor cara que los pollos del Pirkka, se estaba poniendo malo, se le notaba a kilómetros. Menos mal que como buena enfermera le proporcioné Burana en cantidades industriales y le di consejos para pasar la malura, de los que cogió solo algunos, y era gracioso ver como se paseaba con el gorro y la bufanda por todo el hostel.
Pero nosotras a lo nuestro, nos fuimos a la cama pronto porque al día siguiente teníamos nuestro último día de hospital, vale, nos acostamos pronto, pero fue día de filosofar, y terminamos durmiéndonos bastante tarde a merced de lo que nos depararía el siguiente día.

miércoles, 21 de abril de 2010

DÍA 98

Día 98


Sábado

Me desperté tan tarde como pude, serían casi las 3, después de acostarnos ayer tarde despidiendo a las rusas.
Comimos y por la tarde nos pusimos a ver una peli, sobre monopatines y mierdas, estretenía que estaba.
Por la noche no salimos ni nada, estaba reventada después de haber salido miércoles, jueves y viernes, así que nos quedamos viendo películas y series, nos fuimos a la cama y me quedé dormida, y solo recuerdo que tuve sueños extraños, pero yo a lo mío que es dormir, y al día siguiente sería otro día.

DÍA 97

Día 97


Lección aprendida: no contarle nada más a Ángel en la vida.

No serían ni las 9 de la mañana, cuando me sonó el móvil. ¿Quién era? Heini, que Ángel le había contado lo de Satu y como no había ido a la universidad, estaba preocupada por ella. Me hizo relatar los acontecimientos del día anterior, resaca en cabeza, boca seca, y por teléfono, seguro que muchas palabras se quedaron en el aire, pero es que no son maneras de hacer las cosas.
Tras la llamadita, me fui a dormir otra vez, hasta la 1 o así. Entonces nos levantamos y preparamos la comida: unos canelones que hice, con atún, muy ricos. Invitamos a Josef a comer, pues no se habían ido debido al volcancito de los cojones.
Por la tarde relax, un poquito de series y a las 6 vinieron Sanna y Sabina, nos íbamos a cenar y a la bolera, por ese tema de las familias. Nos despedimos de las polacas, que se iban esa noche, abrazos y besitos para todas y nos ruimos.
Fuimos a Rosso a comernos una pizza y luego a la bolera, Alba y yo dándolo todo pero las que menos puntos hicimos. Pero lo pasamos teta.
Luego por la noche a salir, nos vestimos y bebimos un poco, el Salmiakki ya se iba acabando y el Beefeater lo mismo. Era la última noche de las rusas, y nos hicieron un regalo, una matriuska o como se diga o escriba, que seguro que le encantará a mi madre. No en serio, muy majas las dos.
Salimos a Cave primero, estuvimos allí un rato y luego al Bepop, donde había un streptease de tíos petados, vestidos con ropas ridículas, enseñando carne, vaya lo que viene siendo un streptease, solo que aquí estaba Sabina subida a un altavoz gritando como una loca cosas en finlandés, que supongo serían el equivalente español a quiero un hijo tuyo y esas cosas. No nos fuimos muy tarde, las rusas debían coger el tren a las 4.48, así que nos fuimos a la residencia y esperamos la hora, luego nos fuimos a la estación a despedirlas, con Josef y Simon, y el amigo de Katy, que creemos que luego se fue de putas con un amigo. Son solo suposiciones, pero quién sabe, pueden ser verdad.
Abracitos y lágrimas, últimos fumetas, las vimos alejarse en el tren, volvimos a la residencia y nos acostamos, cansadas, porque estábamos reventadas.

DÍA 96

Día 96


Nos levantamos tardecito, después de la juerga del día anterior.
Hoy era el último día de la gente aquí, o al menos eso se suponía. Nos levantamos y comimos algo, estuvimos en el hostel sin hacer nada y a eso de las 5 empezaron a llegar los tutores en su último día de tutoreo oficial.
Nos íbamos a Hapaaniemi, a la sauna y a cenar. Así que Alba y yo, precavidas, nos preparamos nuestras petaquitas y nos montamos en el bus.
Llegamos al lugar y nos sirvieron la cena, una carne con verduras y ensalada, que estaba bastante buena, y cada 15 minutos visitas al baño y paseos a traguitos de Salmiakki, se fue pasando la tarde y entonces llegó el momento de los juegos chorras, que tanto gustan aquí en Finlandia, de la mano de los animadores de fiestas que era la primera vez que veíamos.
El caso es que después de todo aquello, llegó la hora de la sauna.
Así que allí me fui, con las polacas y las tutoras, desnudicas que estábamos todas. Un rato en la sauna y nos fuimos al lago, previa foto con toalla, nos metimos en pelotilla picá, congelada que estaba el agua, pero la experiencia desde luego mereció la pena. Otra vez sauna, otra vez lago y a la ducha, tras la cual me fumé un cigarro solo con la toalla liada, mirando el lago, fresquito, porque hacía fresquito, pero yo estaba agusto y tranquila. Entonces me vestí y volví dentro con Alba y los demás, los chicos se fueron a la sauna y las polacas estaban de los nervios, porque cierto volcán islandés había erupcionado y se estaban cancelando los vuelos a toda Europa desde Helsinki. La Quinta casi llorando la pobre, y los austriacos con el mismo problema pero tranquilos que estaban.
Entonces llegó el momento de las despedidas, todos los tutores se pusieron en fila y uno a uno fuimos despidiéndonos y agradeciendo su ayuda durante estos meses. Todo bien, Anni, Ansku, Sabina, Heini, Emmi todavía, pero cuando llegué a la bajita rubia, que era la primera vez que veía, pues muchas gracias hija pero no tengo ni la menor idea de quién eres. Y ya cuando llegué al Mejide, él me fue a dar la mano, yo a dar un abrazo, que ni sí ni que no, la tristeza fue máxima.
Después de la emotiva despedida, nos volvimos a subir al bus y volvimos rumbo al hostel. Llegamos y Svetlana con su habitual "girls.. what time.. you go out?", salimos un rato, no mucho.
Primero Cave, un rato allí, luego Aleklub, y aquí pasó una de las cosas más por la cara que me podían pasar en mis últimos días de estancia en Finlandia.
Resulta que la Roneanta 2 estaba increíblemente ciega esaa noche, y en agún momento le pregunté que qué tal estaba, y ella me respondió: "si muriera hoy, a nadie le importaría". Y yo claro, con escucha activa, empatía, afronté la situación. Que no mujer, que tienes a tu familia, a tus amigos, la escuela, etc etc. Y ella erre que erre, me llevó al baño y hablamos allí un rato, me dijo que estaba mal, hice un hidalgo con la cerveza y le llené el vaso de agua, me metí a mear y escuché el típico ruido de cuando se rompe un vaso, salí y vi que se iba corriendo del baño. Pues nada, salí y me la veo al rato con cara de desesperación y me enseña los brazos, me dice "¿he hecho yo esto?". Cortecitos, pero epidermis y poco más, de esos para llamar un poquito la atención. Así que me la volví a llevar al baño y me empezó a contar su patética vida, que hacía años que no hacía eso, que no sabía que había pasado, que nos iba a echar mucho de menos, que si tal que si cual, me tiré como media hora en el baño con ella, Josef y Tom ya preocupados que no sabían donde estaba, entonces salí y nos fuimos, no sin antes contarle la situación a Ángel.
Caminamos al hostel y cuando llegamos me fui a la cama, a eso de las 4 de la mañana, picada porque me había robado mi tiempo una histérica, y ya sé que esos términos no se usan en tono peyorativo para hablar de alguien, pero es que lo es, solo quiere llamar la atención. Gracias, he muerto un poco por dentro.

lunes, 19 de abril de 2010

DÍA 95

Día 95


Miércoles.

Nos levantamos listas y preparadas para un día de hospital. Tal y como nos levantamos nos volvimos a acostar, mucho que hacer para perder el tiempo en urgencias.

Así que nos levantamos unas horas más tarde, a las 12 o así y nos pusimos a estudiar, el examen era hoy y lo llevábamos bastante mal.

Estuvimos todo el día dándole al cerebelo, al tronco del encéfalo, al par nervioso nº3, el de los ojos, que manda más que nadie. Nos hicimos pruebas para detectar anomalías del encéfalo, pero no descubrimos nada extraño, así que seguimos a lo nuestro y cuando ya estábamos hartas, nos pusimos a ver series.

A eso de las 8 dejamos los apuntes, nos pusimos a ducharnos y hablar con la familia, porque nos esperaba una noche de lo más movidita.

Resulta que era miércoles, y como cada miércoles, tocaba salir, y además era un día especial, pues era el último miércoles de la gente. Pero el examen era a las 11.30, así que no teníamos más remedio que empezar a beber y hacer el examen borrachos. Toda una experiencia.

Empezamos a beber, que si una sidrita, que si un vodka, que si un cigarrito, y cuando estuvimos contentillos, nos bajamos a la habitación de Tom para hacer el examen en cuestión.

Y allí estábamos, los 3 sentados en los cómodos sofás del Cara Alobao, ordenadores en mano, Alba usando el de Ewa en polaco, y Heini grabando el momento.
Cuando empezó el examen todos nerviosos, fuimos buscando las preguntas al tiempo que yo gritaba "¡que las mías están desordenadas!". Al final salió bien, 7 de 10 aciertos, aprobados, y contentos nos fuimos a seguir bebiendo, y llegó la hora de salir.
Fuimos a Cave con nuestras petaquitas, que no falten nunca más. Entramos a Cave y fuimos al baño directas. Y allí nos encontramos una imagen de lo más grotesca: Ewa con el labio reventado, que el Rufinillo le había dado un codazo y tenía un corte profundillo, así que decidimos acompañarla al hospital. Fuimos la 6, y sólo entré yo con Ewa, después de pasar por el hostel, a coger la documentación.
Allí pues nada, vino el médico después de que la enfermera no estuviera muy segura de cómo actuar, y dijo que no necesitaba puntos, a casa y ya te mandaremos la factura.
Así que nos fuimos, esta gente al hostel y Alba y yo de vuelta a Cave, previa parada a mear detrás de una columna cual perrillos, y varios tragos de Salmiakki.
En Cave estuvimos bailando, derrochando estilo, estuvimos allí hasta que cerró y ya luego nos fuimos al Bepop un rato, donde unos chicos muy simpáticos nos dieron champán, seguramente con alguna droga sedante para violarnos después, pues según Ángel eran niños peleah, pero no hicimos caso. Llegó la hora en que nos fuimos, Alba se fue con Svetlana a comerse un showarma, así que me fui al hostel y me metí en internet. Cuando ví que Ewa había visto una aurora boreal de vuelta del hospital, decidí salir a buscar yo una también. Lo único que encontré fue a Alba y a los demás que llegaban, con cara de desconcierto al verme vestida y en la calle diciendo que iba a buscar auroras boreales. Aún así Alba se unió a mi causa, solo a little, porque nos fuimos a la cama en breve a dormir.

sábado, 17 de abril de 2010

DÍA 94: Final Seminar

Día 94

Martes, Final Seminar.

Nos levantamos pronto, para un día intenso y duro. Desayunamos y nos fuimos para Savonia, lloviendico que estaba, y casi nos atropella un tren cargado de madera. Pero llegamos sanas y salvas, imprimimos el teatro que íbamos a hacer y nos fuimos al auditorio.

Ensayamos un par de veces el teatro, y entonces comenzó la ceremonia, con Ewa como maestra.

Primero alguna presentación chorra, luego vino nuestro show y luego una presentación con fotos nuestras, aquí Alba y yo no podíamos más, se cebaron con nosotras de mala manera, poniendo nuestras mejores fotos de Volumen 3, Alba rapeando, todas ciegas. Nos echamos unas risas escandalosas en aquel lugar, y entonces hubo un descanso para la comida, después de que el mismísimo profesor de inglés dijera unas palabras acerca de las familias amigas esas.

Comimos y fumamos tranquilamente, nos preparamos la presentación que teníamos después al solecito en la puerta de Savonia.

Llegó la hora de las presentaciones, a cada cual más aburrida, cada una de lo que habíamos hecho cada uno aquí en Finlandia. Cuando llegó nuestro turno, la gente estaba ya medio dormida, por lo menos fuimos breves, y fue todo un acierto la forma de terminar de Ángel: "y que más puedo decir, venimos con nieve, y nos vamos sin nieve". Sublime.

Entonces ya cuando estaba tol pescao vendío, pues nos fuimos para casa, con las polacas que se pararon por el camino a dejar las flores que les habían regalado, por lo del accidente aéreo de Polonia, en una especie de monumento conmemorativo que había ahí, en mitad de la calle.

Llegamos al hostel y nos pusimos a estudiar como locas, bueno yo, porque Alba se durmió un ratito. El examen era al día siguiente, y casi ni habíamos empezado, así que cuando Alba despertó nos pusimos manos a la obra intercalando con un poquito de perdidos, a little solamente. Y entonces, como Catherine se iba al día siguiente ya para Kenia, decidimos hacer algo para despedirla, las polacas prepararon té y unos bizcochos y nos pusimos a comérnoslos en el salón. En esto que llega Raíces, cámara en mano, y empezó a decir toda clase de gilipolleces, ahí que se vio rodeada de chicas, empezó a contarnos que estaba enamoraito de todas nosotras, que si estaba en lo más alto del mundo, no quería revelar su edad, y mil cosas que no se pueden relatar aquí, pero que están grabadas en vídeo. Ya cuando le vi, a él y a Rufinillo, cantando y bailando Russian Girls, decidí que era el momento de irme a la cama, tranquilamente, que al día siguiente teníamos hospital.

DÍA 93

Día 93


Lunes, un poquito de hospitalcito que tocaba.

Nos pusimos la alarma a las 6, pero decidimos retrasarla un poquito, y nos levantamos una hora más tarde reventadas, porque eso de dormir 3 horas y aguantar 7 horas de hospital no le viene bien a nadie.

Pero nos pusimos a ello, desayunamos y tiramos para el hospital, a urgencias Alba y yo y Ángel al quirófano.

Mañana ajetreada, cuando digo ajetreada digo que había 3 o 4 pacientes, pero es que aquí en Finlandia se agobian con nada.

Apenas hicimos cosas, pero estuvo entretenida la mañana. Hicimos algún que otro parón para café, a media mañana nos tomamos el pollo con pimiento y tomate y entonces pasó algo de lo más triste. Estando Alba y yo trannnquilamente haciendo nuestros electros y nuestras tomas de constantes, nos llegó una tía, papel en mano, a preguntarnos qué significaba aquello, era un diagnóstico en español, de algún tipo de cáncer de piel. No sabemos de quién ni de dónde salió, pero el caso es que recurrimos al traductor de Google, que bien lo podría haber hecho ella, pero bueno así nos roneamos un poquito, que nunca viene mal. La idea era ir a devolvérselo a la segunda planta, pero queríamos una segunda opinión, así que le preguntamos a Liisa, que muy ocupada ella nos remitió a un médico. Y allí que se ve a Alba, con el médico conversando, explicando este que no se preocupara, que no era nada grave, un poquito de cáncer pero que tiene cura, no te vas a morir. Y Alba sonriendo y asintiendo con la cabeza, entonces nos fuimos a buscar a la tía. Nos sorprendimos cuando encontramos unos escudos en la pared, y pensamos que la magia de la isla nos estaba intentando decir algo. Lo único que pasó fue que había una tía detrás nuestra riéndose de nosotras, y nosotras contentas y felices encontramos a la que buscábamos y le dimos el papel. Intentó explicarnos en un inglés bastante pobre para qué era aquello, pero no nos enteramos bien.

El caso es que volvimos a urgencias, y poco a poco el tiempo pasó y llegó la hora de irnos, salimos y nos fumamos un cigarrito esperando a Ángel y nos fuimos al Maxi a comprar cosicas.

Llegamos a la residencia y nos echamos una siesta, bueno yo al final no, me bajé a la cocina a estudiar un poquito, que el miércoles teníamos el examen de neurología. Descubrimos que era el miércoles este mismo día, pues pensábamos, ilusos nosotros, que era el viernes. Pero bueno, nos tiramos la tarde estudiando y viendo perdidos, toda la tarde, aunque más perdidos que estudiar, un 80-20%. Nos fuimos pronto a la cama, que al día siguiente teníamos el Final Seminar.

DÍA 92

Día 92

Domingo

Nos levantamos sin resaca ni ná, teníamos que terminar la presentación del Final Seminar así que nos pusimos a ello.

Fue un día de lo más tirado a la basura, pero estábamos tranquilas porque habíamos hecho muchas cosas. Escribimos mensajes a todas las personas que taníamos pendientes, Heli, Arja Sisko, terminamos la presentación, Marjatta, y todo era perfecto. Hice la comida para el día siguiente, pollo con pimiento y tomate, que luego estaríamos comiendo 3 días, como siempre que lo preparo. Vimos perdidos hasta estar hasta el vittu de perdidos, y luego por la noche tocaba filosofar, como viene siendo tradición, y sabiendo que al día siguiente teníamos prácticas. Aún así nos acostamos a las 3 de la mañana, hablando de cosas de la vida. No sabíamos la que nos esperaba al día siguiente.

jueves, 15 de abril de 2010

DÍA 91

Día 91


Sábado.

Qué puedo decir, nos levantamos con la mayor resaca de nuestras vidas, sobre todo Alba, que no está acostumbrada a tanto Beefeater.

Hoy tocaba un poquito de hacer la presentación para el Final Seminar, así que nos pusimos a ello, que si las prácticas muy bonitas, que si el hospital magnífico, etc etc.

Hoy supuestamente íbamos a quedar con Sabina y Sanna, pero al final en el último momento decidieron cancelarlo. Así que nos vimos unos cuantos perdidos y bebimos en la residencia un poquito, cantando y bailando, ultimamente la tradición es beber hasta las 12 o 12 y media y ya ir contentas, llevarnos la petaca y no gastarnos ni un céntimo en beber, así que nos preparamos nuestras petacas y nos fuimos al Cave. Estuvimos allí un rato, y luego nos fuimos al Bepop, pero solo a little porque estábamos cansadas, nos fuimos pronto a casa Alba y yo solas, y entonces pasaron cosas de lo más extrañas.
Antes de irnos, nos compramos un kebab en Maribella, donde trabaja el tío del este que me acosó varios días atrás, y vino a pedirme perdón por su actuación días atrás, yo le dije que don't worry y nos lo comimos allí mismo (el kebab) y nos fuimos al hostel. Cuando llegamos, nos fuimos directamente a la cocina y abrimos un frigorífico al azar, el de los austriacos y rusos, y vimos aceitunas. No teníamos hambre, pero sí muchas ganas de dar por culo, así que nos comimos unas cuantas cuando descubrimos algo mejor: NOCILLA, metimos los dedazos y los dejamos marcados, cerramos el bote y nos fuimos. A donde las lavadoras, cogimos los tendederos y los metimos detrás de la puerta verde, para que nadie los encontrara. Entonces llegó el momento de los presentes en las puertas, todo el mundo tenía por la mañana algo delante de su habitación, ya fueran sartenes, flores, sillas, lo que fuera. Pusimos zapatos encima de la tabla de planchar, cambiamos alfombras, y sólo cuando escuchamos a alguien llegar nos fuimos para el cuarto, a dormir, que estábamos cansadas. Hicimos el intento de ver una serie pero el cansancio pudo con nosotras, nos dormimos plácidamente.

sábado, 10 de abril de 2010

DÍA 90: EL DÍA DE LAS RISAS

Día 90


Viernes, Día de las risas.

Nos levantamos pronto, el examen era a las 8.15, pero resulta que nuestra querida Heli nos recogía en el hostel, pero aún así nos levantamos a eso de las 6 para dar el último repaso a los apósitos y las demencias. No sé por qué extrañá razón, dormir 4 horas y tener un examen tan próximo, estimula nuestra risa, y el caso es que estábamos en la cocina, riéndonos a carcajadas, tomándonos nuestros crispicillos, con el pobre Tom amargaito, sin ganas de vivir ya, poniendo caras raras y al Simon igual.

Nos acordamos del "¡AWELOOOO, échese pa la esquina que le dé un manguerazo a la jaula, que luego los servicios sociales no me dan la paga!". Sublime.

El caso es que empezamos el día con alegría, con ánimos, y realmente nos hacían falta.

Llegó Heli a recogernos y nos pusimos rumbo a Savonia. Llegamos y nos fuimos para la clase, a prepararnos psicológicamente para lo que venía.

Nos repartió el examen y una por una fui leyendo las preguntas, no me parecían difíciles, las fui contestando, nerviosa, pero sin prisa. Salí del examen bastante contenta, a pesar de lo poco que estudié y de que todavía no me encontraba del todo bien.

Entonces hicimos tiempo hasta la hora de la comida, las 10.30, pues a las 11 nos íbamos con Heli al centro de discapacitados, de visita.

Comimos tranquilamente y nos encontramos a Heli que nos llevó al lugar en cuestión. Recordamos con nostalgia cuando, de pequeñas, cuando veíamos a alguien con síndrome de Dawn nos daba miedo. Aquello lo único que daban eran ganas de llorar, gente malita, pero malita de verdad. Una lástima, estuvimos viendo las instalaciones y a los enfermos, y entonces llegó la hora del baile. Todos, y todos sabemos que es así, cuando vemos una persona con algún problema de ese tipo que tiene cara rara o hace ruidos raros o se mueve de forma rara nos reimos, no por que nos haga gracia su enfermedad, sino porque es gracioso lo que hacen. No es como los locos, que están locos y normalmente hacen cosas ridículas solo para llamar la atención. No quiero ofender a nadie (Cris, espero no ofenderte, que sé que eres la única que me lees de vez en cuando), pero la hora del baile fueron los 40 minutos más divertidos de mi vida. Te ves a una tía, que perfectamente podría ser una de ellos, pues su cara era un poema, haciendo un baile ridículo sentados todos en corro, moviendo manos y pies, unos pegándose, otros babeando, otros en fase Pitito QUÉ, otros kjcnsmmhsile (no sé escribir esa onomatopeya en cuestión). Es bonito ver como se lo estaban pasando bien, porque se les notaba contentos. Al principio nos intentábamos aguantar la risa, pero cuando vimos a nuestra queridísima Heli partiéndose el ojete, no resistimos la tentación y carcajada parriba, carcajada pabajo. Discreto, eso sí, que pareciera que nos lo estábamos pasando en grande. Y realmente lo estábamos, y ya cuando nos pusieron el "Que viva España" instrumental, y el baile se asemejaba al arte del ordeño de la vaca, solo deseaba que terminara esa tortura. Y terminó, y nos marchamos, y fue subir al coche y estallar de la risa. Quizás sea de malas personas, pero yo me lo pasé bien y lo siento si obré mal.

El caso es que volvimos al hostel, y nos echamos una siesta de esas que hacen historia, 4 horitas para estar bien descansadas para la noche. No sin antes vernos un capitulito de Lost.

Cuando despertamos, nos fuimos a comprar, pues estábamos bajo mínimos, y vinimos cargaicas de comida y cosas ricas, entre ellas, carnecita precocinada comprada en Ciymarket, para una cena en condiciones, y es que la pasta se nos sale ya por las orejas. Unas aceitunitas, un poco de pan, y un capítulo de perdidos disfrutando de unos muslitos de pollo y unas costillitas la mar de ricas. Duchita y empezamos a beber.

Una sidrita detrás de otra, un Beefeater tras otro, nos fuimos contentando y con musiquita de fondo, estábamos contentas, radiantes, bellas porque estábamos guapísimas.

Y salimos, rumbo Cave.

Esa noche innovamos, y no me refiero a la laca en la cara para aguantar el maquillaje, me refiero a la maravillosa idea de llevarnos una petaca con alcohol, Alba Beefeater y yo un poquito de Salmiakki. Nada más llegar nos fuimos al baño a beber un poco. Luego lo repetimos cada 15 minutos, incluso robamos unos vasos de chupitos para hacerlo más civilizadamente. En una de esas visitas al baño, Heini se percató de nuestra presencia, y pensábamos que nos iba a decir algo, pero se metió con nosotras en uno de los amplísimos baños de Cave y se sacó otra petaca que llevaba. Y allí las tres, en un metro cuadrado bebiendo, poniéndonos contentas, disfrutando de la vida.
Después de Cave nos fuimos al Ale, con el Dj de Cave que se quedó vomitando por el camino, y que cuando llegó y nos contó que alguien lo había abofeteado, solo pude decirle OWNED, a lo que él me contestó "WHY??" y yo, pues porque sí.
Estuvimos en Ale hasta que cerró, visitando el baño hasta que se quedaron vacías las botellitas, y entonces nos fuimos a Maribella porque a Alba se le antojó. ¿Y a quién nos encontramos allí? ni más ni menos que al tío del este que la semana pasada se me roneó como nadie, claro es turco, y los turcos hacen kebabs. Intenté que no me viera y nos fuimos al hostel a difsrutar de nuestro showarma, por el camino nos revolcamos por la nieve, que tiene cojones, 3 meses aquí y nos ponemos a jugar con la nieve cuando ya es hielo y duele.
Llegamos al hostel las primeras creo, la idea era ver una serie, pero Alba estaba un poco ciega de más, como yo nunca la había visto, así que me salí con el ordenador fuera y ella se acostó. En esto que llegarno Tom, Ángel, Heini, Simon y Svetlana y nos pusimos en el salón a charlar tranquila y borrachamente, Ángel estaba perraco como él dice, y empezó limpiándose el culo literalmente con un libro ruso, luego agujereó un bote de champú con un clavo de la pared, y cuando empezó a ponerse pesadete de más, lo obligué a irse a la cama, y yo hice lo propio, y me dormí mientras Alba decía cosas que no podía comprender, tal vez fuera la magia de la Isla, tal vez fuera que estaba demasiado ciega para artucular palabra, el caso es que nos dormimos y ni sabíamos la resaca que nos esperaba al día siguiente.

DÍA 89

Día 89


Jueves

Nos levantamos, el plan era hacerlo pronto, pero Alba se quedó roneándose en la cama hasta que no pudo más. Yo me levanté a eso de las 9 y pico y me puse a estudiar como una loca, pues solo tenía un día para estudiarme una asignatura, y que me jugaba mucho en ese examen. Así que no podía perder el tiempo.
Me preparé un desayuno apañao y me puse manos a la obra, un tema, luego otro, luego otro y luego Alba despertó de su letargo y nos pusimos las dos juntas, que nos cunde más. Nos hicimos la comida y seguimos estudiando, café y estudiar, y más café, y entonces llegaron las 7 de la tarde, hora en que nos íbamos a cenar con la gente de la clase de español.
Llegamos al restaurante y allí nos esperaban, les dijimos que teníamos un examen al día siguiente y que no nos podíamos quedar hasta muy tarde, lo entendieron y bajamos donde teníamos la mesa reservada. Nos hicieron un regalito, unas camisetas de un concurso muy famoso en Finlandia: el campeonato mundial de llevar a tu mujer a cuestas. Todo un clásico, y que se celebra a pocos kilómetros de nuestra querida ciudad.
Cenamos cosas de picoteo, pero fue como la otra vez, no había nada, de los 10 o 12 platos distintos que había, que yo dijera "me comería mil de estos". Estaba bueno, y poco más. Luego el postre, eso sí, magnífico chocolate ohhh rico rico. Luego cafelito y para casa, tras un rato de amena charla con la gente. Nos despedimos y volvimos al hostel, sabíamos lo que nos esperaba pero íbamos contentas.
Llegamos, nos pusimos cómodas, y empezamos la tarea. Decidimos un patrón: una página estudiada, un minuto de Lost. Y nos fue bien la cosa, después de unas 5 horas, unos 3 capítulos, unas mil enfermedades típicas de los viejos y un montón de risas, nos fuimos a la cama, a eso de las 2 de la mañana, pensando en el día que nos esperaba mañana.

DÍA 88

Día 88


Miércoles

Me levanté algo mejor, aunque todavía jodida con la puta garganta. La fiebre desaparecía poco a poco y una leve sonrisa aparecía en mi cara. Había tomado la decisión de no hacer el examen de geriatría, pues no había estudiado nada y lo teníamos al día siguiente. Sólo después de mandarle un correo a Laura diciéndole que no iba a hacerlo, Arja Sisko, nuestra querida y amada profesora, nos dijo que nos retrasaba el examen. Un día. ADV.

A ponerse las pilas, aunque no tenía el chichi pa farolillos, pero estuvimos estudiando a ratitos.

Pasamos el día en la residencia, aunque se suponía que teníamos Survival Finland, pero ni Ángel ni yo estábamos en condiciones, y Alba la pobre no iba a ir solica. Que cosas.

Así que nos hicimos de comer, pasta, como no. Llevábamos varios días comiendo pasta sin parar, y sin apenas movernos de casa. Se conoce que esta semana habremos engordado un par de kilos por cada costado, pero a mí mientras me quepan los pantalones, estoy tranquila.

Pues eso, que el día lo pasamos tranquilamente en la resi, viendo perdidos y estudiando de vez en cuando, comiendo y cagando y durmiendo, y otras funciones fisiológicas de primer orden. Llegó la noche y más perdidos, la magia de la isla, pitito, la gente saliendo y nosotras que no salíamos por el estudio y las maluras, otro día sería.

Nos acostamos tardecito, para seguir con nuestra labor al día siguiente.

DÍA 87

Día 87


Martes. Me levanté echa peazos no, lo siguiente.

El peor día de mi vida, apenas podía tragar, tenía un mal cuerpo que pa qué.
Nos levantamos y supuestamente iba a ser pronto para estudiar, pero nos dieronlas 12 y pico y aún en la cama. No pasa nada, buena hora para levantarse, bajamos a la cocina y Ángel iba a cocinarnos la pasta del Juani.
Comimos, yo apenas porque me dolía mucho la garganta, y nos pusimos a estudiar un rato.
Me encontraba fatal, me dolía la cabeza y en general todo el cuerpo, en especial la garganta, no podía ni tragar líquidos. Así que decidí acercarme al hospital, y Alba me acompañó.
El hospital de Iisalmi es un sitio, donde si tienes dolor de garganta te hacen un análisis de sangre para ver si tienes infección, y una vez confirmado el diagnóstico, simplemente te dan un poco de ibuprofeno para las plaquitas de pus, y donde sólo ves al médico si quieres, nadie te obliga. Genial.
Estaba fatal, tenía fiebre y me dolía todo, regresamos al hostel y me acosté, 38.5º que tenía, casí como el anís.
Por supuesto no estudié nada, un día totalmente tirado a la basura. Me desperté y ni cené ni nada, no podía targar del dolor.
Hablé un momento con mi madre y me fui a la cama, sin importarme que televisaran el partido del Barça con nosequé equipo europeo, a mí esas cosas me la resbalan, pero Alba se quedó viéndolo con Peppi, Tom y las holandesas.
Yo me dormí dificultosamente, apenas dormí esa noche, con el dolor de la garganta en pleno auge y teniendo sueños de lo más extraño...

DÍA 86

Día 86



Lunes, todavía sola en el hostel, hoy era el día en que venían Ángel y Alba.


Me desperté a eso de las 11 y y me puse a recoger las habitaciones, cambiar sábanas, limpiar un poquito, etc. Me tiré toda la mañana buscando fundas de edredón, aguantando a las polacas y a Rufinillo tirándose globos de agua, por ser Pascua o nosé que mierda.

Me bajé a la cocina y me hice de comer, mientras subía vídeos de mi viaje a Youtube. Me rei mucho viendo los vídeos, y recordando los buenos momentos vividos con mis amigos esta última semana.

Me tiré todo el día en la cocina, viendo series y actualizando el blog, haciendo mis cosillas y en eso que se hicieronlas 7 y pico de la tarde y llegó Alba, muy contenta ella, y nos fuimos a fumar nuestro primer cigarro juntas desde hacía 10 días o así. Me puso al día de todo lo que aconteció en Kuusamo, y yo le conté mis experiencias con mis amigos por tierras lejanas.

Me estaba poniendo mala, lo sabía, lo notaba. Me empezaba a doler la garganta y tenía mal cuerpo, pero eso no nos impidió ver un par de capítulos de Perdidos, tras los cuales me fui a dormir pues estaba reventada, y al día siguiente supuestamente teníamos prácticas, pero decidimos no ir porque teníamos que estudiar para nuestro examen del jueves, de geriatría, así que nos fuimos a la cama tranquilitas y a dormir en paz.

viernes, 9 de abril de 2010

DÍA 85

Día 85
Me levanté a eso de las 12 cuando escuché a alguien aporreando mi puerta. Era Katy, asustada porque estaba con tos, y la Madre le ofreció un bote de algo diciéndole que era medicina. Se conoce que la Madre tenía ganas de asesinar esa mañana. En aquel bote no encontré nada que se pareciera a un logo farmacéutico, así que creo que se fue a llamar a algún profesor o algo, pero claro, a mí ya me había despertado.
Entonces ya me quedé en pie, lista para terminar mi ¡PORTAFOLIO! Ou yeah!
Me bajé a la cocina y me preparé la comida, un revueltito de papas con cebolla y huevo, y un poco de jamón serrano, que ya se iba acabando… Entonces hablé con mi madre un rato, que hacía una semana que no veía yo a mi mamá y nos pusimos al día de todo. Y luego yo seguí con mi querido portafolio, inventándome unas cositas por aquí, llamando a Alba cuando me surgía alguna duda, y al final, a eso de las 5 y pico lo terminé, por fin, y salí a fumarme un cigarro para celebrarlo.
Entonces Svetlana me dijo que si iba a salir esta noche, y le dije que bueno que vale pero solo una cervecita o dos, que estaba cansailla. Entonces volví a la cocina y me hice una meriendita, un pan sucio que ya lo echaba de menos. Entonces llegó Peppi y me dijo que si quería ir a Helsinki, así como el que te dice si quieres ir al Nellys o algo. Resulta que Aleksi tenía que coger un tren a Helsinki porque se iba a nose donde en avión, pero lo había perdido y Tatu lo iba a llevar en coche. Estaba más que claro que no iba a ir.
Entonces hablé un ratillo con mi padre y me llegó Svetlana diciéndome que sólo iban a salir ella y Katy, y yo le dije que bueno que vale, que saldría un rato con ellas. Solo una cervecita o dos, que estaba cansada.
A eso de las 11, tras vestirme y arreglarme escuchando musiquita en el cuarto, nos dirigimos a Cave, pero entramos y nos llevamos la desilusión de la noche: no había DJ, y esque estas dos estaban perracas y querían marcha, así que nos fuimos al Bepop, donde ¡tampoco había música!. Así que nada, Aleklub y allí sí que sí, el único problema es que se me olvidó la cartera en casa, así que ni ID, ni money ni ná de ná. Debía buscar a alguien que me pagara las cervezas y primeramente Svetlana me sirvió como anillo al dedo, pero cuando a ella se le acabó el dinero debíamos buscar otra forma de pagarnos las bebidas.
Y la encontramos, nada menos que en Simon, nos dejó dinero y menos mal que era solo un euro la cerveza. Ya llevávamos dos o tres y el amigo de Katy nos invitó a otra, y otra que nos invitó un gordo borracho, y otra que nos pedimos luego. Una cervecita ¡los cojones!. Pero la verdad es que me lo pasé muy bien con las zorritas estas, porque mira que son zorras.
Momentos destacables:
- Fumando en la sala de fumadores, se nos acerca un tipo que ni papa de inglés, y se pone a preguntarnos cosas en finlandés y yo ¡que no me entero! Y él dale que te pego, el amigo diciéndole que nos dijera cosas feas y obscenas, y nosotras descojonadas. Entonces le solté un “Minulla on iso kyrpa!”, se me quedó mirando con cara de incredulidad y me dice “¡yo también!” se me pone a hacer gestos con la mano señalando la magnitud de su miembro. Y yo ¡que no me interesa! Y nos fuimos asustadas porque el tío nos perseguía, pero su amigo se lo llevó al final. Lo sé, YO ME LO HE BUSCADO.
- Se me acerca Simon en algún momento de la noche y me dice que conoce a uno que me puede dar de fumar, me pongo contenta, y me presenta al chaval. Tal como imaginaba, borracho como una cuba y pegajoso, le pregunté si tenía marihuana, me dijo que sí, le dije ¡ah, que bien! Pero ahí se quedó la cosa, nunca vi esa hierba y creo que fue lo mejor.
- Estamos en el Aleklub y se nos acerca un tipo, mayor que nosotras y con menos pinta de finlandés que yo, se conoce que era del este porque se puso a hablar con Svetlana en ruso, pero esa no era su nacionalidad. El caso es que el tío se puso pesadete, pero me dijo un par de palabras en español y quieras que no eso une mucho. Le perdimos la pista y cuando estábamos en Bepop, porque luego nos acercamos a por una cerveza, nos lo volvimos a encontrar, y el tío me coge y se me pone a bailarme, a lo que cogemos Svetik y yo y le decimos que somos lesbianas, nos besamos un poco para demostrarlo y el tío coge y se va picado. Nos lo volvemos a encontrar más tarde en la sala de fumeteo y nos dice que porqué le engañamos. Le digo que tengo novio y me dice: “bueno y qué, solo quería bailar contigo”. Me vas a hacer sentirme mal y todo mierda de tío. Pero ahí quedó la cosa. Nos fuimos otra vez al Aleklub.
- Estaba hablando tranquilamente con Marju, Ansku y Marko, que habían estado en Tallín y se conoce que iban mamaos, Marko con nuevo piercing en la lengua que apenas podía ni hablar, y de pronto me doy la vuelta y me veo a la Svetlana comiéndole toooda la boca a ¡Markus!, el hijo de Jeikö. Todo un espectáculo.
Y así acabó la noche, yo estaba rallada, cansada, ciega porque la cantidad de cervezas que dices que te vas a beber es inversamente proporcional a las pocas ganas que tengas de fiesta. Me dejé a las dos por el camino con sus respectivos amigos y me fui al hostel, a dormir.
Nosé porqué pero todo el mundo me decía esa noche que parecía triste, y cada día me lo repiten, “¡no estés triste!” y no lo estoy, solo necesito tiempo.

lunes, 5 de abril de 2010

DÍA 84

Día 84
Me levanté triste y confusa, a eso de las 3 de la tarde. Estaba sola otra vez, además sin Ángel ni Alba.
Me bajé a la cocina tras recoger un poco el cuarto y me preparé los spaguetis que sobraron con el salmón que sobró el día anterior, y me los comí tranquilamente viendo perdidos. Luego me fui a comprar, reponer lo que habíamos gastado de comida y papel higiénico. 12 grados vi en el termómetro de la plaza, iba con tirantes y una sudaderilla, muertita de caló.
Cuando llegué a la residencia puse una lavadora, pues no me quedaba ropa interior limpia, y me bajé de nuevo con un único objetivo en la mente: el maldito portafolio. La de quebraderos de cabeza que me lleva dando. Busqué desesperadamente en el rincon del vago, y encontré entre las sugerencias un libro que me sonaba, Ética para Amador, así que elegí ese y me puse manos a la obra, a traducir lo que podía. Pasé la tarde amenamente con mi traductor de El mundo punto com, y cuando me dio la hora de cenar, abrí un paquete de jamón de los que me había enviado mi madre, y madre mía como estaba aquello de bueno, me hice un bocadillo de esos que quitan el sentío, y una cervecita que me ofreció Peppi, y cené tan ricamente y a gusto, porque estaba a gusto.
El portafolio que no se acababa de de coña, decidí dejarlo a mitad cuando descubrí que la hora límite era el domingo a las 6 de la tarde, entonces pensé, ¿porqué hacerlo hoy si puedo estresarme mañana? Y ahí lo dejé al pobre, otra ocasión vendría.
Tras la cerveza de Peppi me tomé una sidrita, y entonces salimos, solo un rato porque estaba cansada. Fuimos a Chaplin pero Svetlana y yo nos fuimos para Cave, estaba aquello petadísimo, como pocas veces he visto Cave. Pero la muy pava se fue porque se aburría, así que me quedé sola con Tom, Peppi, la hermana de Tom y las holandesas, digo sola porque la mayoría hablando en holandés y Peppi dándome collejas, decidí irme para casa, escuchando mi musiquita, llegué y me vi un capítulo de CCAVM y me acosté, sola otra vez, y ya para siempre.

DÍA 83

Día 83



6º y último día de viaje, Iisalmi.


Desperté a las 12 de la mañana, al lado de Rodro. Como un sueño cumplido. Nos levantamos y desayunamos todos juntos, en la cocina de mi residencia, en Iisalmi. No podía ni creérmelo, no podía ser más feliz.


Me duché mientras ellos se quedaron viendo vídeos y cosas, y nos fuimos a darnos una vueltecita por la ciudad. Visitamos el lago, el restaurante más pequeño del mundo, les enseñé mi hospital, y poco más. Fuimos a comprar bebercios para la noche y nos fuimos para el hostel a comer.


Eran así como las 5 de la tarde, una comida-cena que íbamos a hacer: salmón con sofritito de verduras y champiñones. Riquísimo, gracias a Alba por comprar los ingredientes y a Cris que cocinó y un poco de mi ayuda, porque los chicos se quedaron todo el rato aprendiendo a jugar al blackjack online. Después de comer, cafelito y nos pusimos a jugar a las cartas. Primero un blackjack para practicar y luego un póker con dinero/macarrones. Entonces empezamos a beber, sidritas y cervecitas. Jugamos al juego de beber, les encantó. Cuando ya íbamos contentillos, intercalamos algún que otro chupito de Salmiakki, y cuando estábamos listos para salir, el toque mágico: el chupito de 80º mezclado con yogurt líquido. MAGIA! Y salimos. Fuimos a Cave, a eso de las 11 y los chicos se fueron directos a la mesa de blackjack. Nos pedimos algo de beber y una vez metidos en el juego, nos encontramos con el personaje de la noche,, el tipo que no era capaz de vocalizar palabra, que no hablaba bien inglés y que era las 3 G’s: gafe, gilipollas y MARICÓN. Estuvo toda la noche dando por culo, intentábamos entretenerlo pero ni su hermana ni su amigo ayudaban. Perdió como 200 euros en la noche, pero él era feliz. Bailamos, bebimos y al rato de estar allí hubo un streptease, masculino y femenino. Solo puedo destacar a la enana flipando mientras un tío musculoso y lleno de tatuajes le restregaba la polla por la cara. Estaba todo el mundo, hasta salieron la Madre y Rufinillo, también estaban por allí Marju y Mimmu, Ansku, Marko, casi toda la residencia y Sanna con una amiga. Me lo pasé estupendamente, estaba que no cabía en mí de gozo. Salí con Rodro a dar una vuelta, y me dio algo para el recuerdo, algo que guardé en mi cartera y que estará ahí siempre, o hasta que decida canjearlo por una sidra o una cerveza. ¡Que no! Entonces vi a Svetlana, y le solté un ¡qué tal!, a lo que me respondió que bien, que quería sexo y esas cosas que suele decir ella. Le pregunté si le gustaba alguno de mis amigos y me dijo que sí, que el del gorro. Instantes después se estaba liando con David, para sorpresa de todos. Más bailoteos y nos fuimos para Aleklub, solo cuando Svetlana nos dijo que podíamos entrar gratis, que tenía un amigo allí y tal. Así que fuimos, entramos sin pagar y allí siguieron liándose, nosotros bailando y el 3G dando por culo, nos tuvo que salvar Peppi porque no nos dejaba en paz. Fumeteos varios y Svetlana que no se decidía a irse al hostel con David, así que nada, se quedaron con las ganas. Cuando cerraba el Aleklub, nos fuimos a comer algo, yo quería que probaran las patatas del Saha, pero terminamos en Maribella comiéndonos un kebab, Juan se confundió y se pidió algo con arroz, pero estaba bueno. Al grito de ¡a robá carterah! Nos fuimos de vuelta al hostel, ellos tenían que coger un tren en pocos minutos y tenían que ultimar los detalles. Cris quería mirar el tuenti, así que nos bajamos a la cocina y estuvimos allí un rato, con Katy y su amigo, y cuando llegó casi la hora de irse, de pronto y sin previo aviso, alguien abrió la puerta de la despensa de debajo de la escalera y dejó al descubierto a David y a Svetlana semidesnudos y tocándose, algo sin duda para el olvido. Y partimos hacia la estación, maletas en mano. La semana de vacaciones acababa, y la vuelta a la rutina estaba próxima. Llegamos a la estación, donde había unas cuantas personas esperando el mismo tren. Despedidas, abrazos, besos. Alguna que otra lágrima pero enterita que estaba, vi el tren alejarse y con él todo lo que había estado añorando este tiempo, toqué pelito por última vez y se fueron, desaparecieron dejando en mí el rastro de la felicidad, pero todo principio tiene un final, y al final se quedan los recuerdos, tan válidos como cualquier otra cosa. Volví al hostel fumándome el cigarro de la melancolía, y me encontré en la puerta del hostel a Svetlana y Katy, ésta primera me preguntó el nombre de mi amigo, y es que ella no folla en la primera cita. Svetlana querida, si algún día aprendes español y se te ocurre leer esto, eres un poco zorra. Bajamos a la habitación de Tom, afterparty con las holandesas, Peppi y Tatu, pero me fui al cuarto arrastrada por las rusas, que pretendían llevarme a pescar al día siguiente.Me acosté, sola de nuevo, con la sensación de que me habían arrancado una parte de mí. Y me dormí enseguida, y todo volvió a la normalidad…

DÍA 82

Día 82


5º día de viaje, Rovaniemi-Kemi-Iisalmi


Despertamos en Rovaniemi, a eso de las 9. A lo mejor habíamos ido a la sauna, a lo mejor. Cris si fue, pero nosotros despertamos sin David y por lo menos yo, con resaca.

Bajamos a desayunar, colacaito con crispis, tostadas, yogures, fruta, etc. Mu rico tó. Terminamos de hacer las maletas y luego bajamos a conectarnos un rato. Salimos y David nos alcanzó, venía de pasar la noche con la chica madrileña. Fuimos al supermercado a comprar, primero a uno que no tenía muchas cosas, así que nos fuimos al Supermarket de toda la vida, a comprar algo de comer y el salami de reno. Después de la compra, y tras comprobar que de nuevo podía utilizar mi tarjeta de crédito, nos volvimos al hostal a coger las maletas y nos dirigimos a la estación. Estaba hasta el mismísimo de las sidras, 24 latas a cuestas, que vale que eran baratas. Al final, lo barato sale caro. Espalda rota por lo menos.

Y el tren llegó, cada vez quedaba menos para el fin del viaje, pero no quería pensar en ello. Nos montamos y buscamos un sitio donde sentarnos, osease, el vagón restaurante. Entonces Cris cayó en una cosa: los billetes, aunque fueran de Interraíl, debían haberlos sacado antes de subir al tren, y se pusieron nerviosotes pues no sabían si iba a servir y si el revisor les iba a permitir viajar en esas condiciones. ¿Qué podían hacer? Se escondieron en el baño hasta que les di un toque, señal de que el revisor ya había pasado. Volvimos todos a nuestros asientos y esperamos a llegar a nuestro destino: Kemi, la ciudad del castillo de hielo. Cuando llegamos, hicimos tetris hasta que las maletas cupieron en dos taquillas de la estación, y tras comprobar que habían hecho el gilipollas escondiéndose del revisor en el cuarto de baño, nos pusimos en busca del castillo de hielo. Cuando lo encontramos, nos hizo más ilusión el inmenso lago helado que se extendía delante de nuestros ojos, y no desperdiciamos la oportunidad de homenajear a nuestro querido Dios, Use, y hacerle un muñeco de nieve a imagen y semejanza. Tras una hora o así de hacer el capullo en la nieve, nos dirigimos al castillo en cuestión, y cuando nos percatamos de que la entrada eran 8 euros, ni los intentos fallidos de Juan por colarse nos levantaron el ánimo. Pero aún así intentó colarse, aunque tuviera que significar abandonar el grupo y perderse en una ciudad desconocida. Dibujamos nuestros nombres en las paredes heladas y nos pusimos a buscar un sitio donde comer. Al final acabamos en el suelo, sentados comiéndonos nuestras ensaladas y bollitos y muertos de frío, con los pies calados yo por lo menos, al borde de la cianosis y la amputación. Entonces descubrimos que estábamos apoyados en la pared del hospital de Kemi, y que dentro había cafetería, así que entramos y nos tomamos un café y Juan se pidió una magdalena que tardó como media hora en comerse, y es que él “va a su ritmo”. Después de filosofar acerca de cuántos cafés hacen falta para morir, nos fuimos dirección a la estación, para coger el tren que nos llevaría a Iisalmi.

Tuvimos que sentarnos separados, pues el tren era pequeño e iba medio petado. Nos sentamos al lado de unas niñas David, Rodro y yo, y tras varias coñas de picos entre los chicos, las niñitas no paraban de reírse, y cuando David se puso a deleitarnos con sus frases maestras en finlandés, las niñas estaban al borde del orgasmo. A la pregunta ¿Cuánto queda, da tiempo a Lick un pussy?, decidimos que David estaba teniendo una de sus embolias, pero lo dejamos pasar. Entonces un hombre nos preguntó si nosotros en nuestra casa también poníamos los pies encima de los sofases, le dijimos que sí que es costumbre en España, pero no nos creyó y nos echó miradas asesinas, a pesar de que él apestaba a alcohol. Está feo destrozar el mobiliario sí, pero tú morirás de cirrosis.

Entonces el tren anunció la llegada a Iisalmi. Estaba contenta de volver a casa, y más tan bien acompañada. Llegamos y encontré a gente nueva en el hostel, holandesas por la cara que a día de hoy aún no sé de donde han salido. Deshicimos un poco las maletas y nos pusimos a preparar la cena mientras los chicos se duchaban: pasta con tomate, todo un clásico. Cenamos y vimos vídeos chorras, chorrísimas. Y salimos un rato, a eso de la 1 de la mañana, hora española por excelencia. Fuimos a Cave, y allí estaban Josef, Sabina, Ansku, Marko, Simon, y más gente. Y lo más importante: la mesa de blackjack. La de veces que la he visto e ignorado, pero claro el efecto novedad, y sabiendo el historial que llevaban con las máquinas tragaperras, no es de extrañar que le dedicaran toda su atención a la crupier y a las cartas, a pesar de que no hablaba ni papa de inglés. Nos tomamos una sidrita y unas cervecitas y estuvimos un rato conversando amenamente con la gente, pero nos fuimos al poco tiempo porque estábamos reventados.

Y llegamos al hostel, nos repartimos las camas, David, Cris y Juan en mi cuarto y Rodro y yo en el de Ángel. Tras el show de tener que meter el sofá-cama en el cuarto, nos fuimos a dormir, a soñar con angelitos y embolias.

DÍA 81

Día 81
4º día de viaje: Rovaniemi
Despertamos en el tren, camino de Rovaniemi. Bonito despertar, sin duda. Fuera todo blanco y nosotros con unas ganas de bajarnos que pa qué. Recuerdo que me tiré todo el día de después con la sensación de estar todavía montada en el tren.

Llegamos al destino, bajamos en la estación y fuimos a por los billetes para el día siguiente. Y entonces nos dirigimos al hostel, nos costó un poco encontrarlo, subiendo por cuestas empinadicas, y cargados con las maletas y toda la bebida. Dejamos las maletas y nos dispusimos a buscar algo que hacer en Rovaniemi. Todo jodidamente caro, que si los huskies, que si las motonieves. Al final, después de una hora dando vueltas, nos decidimos por lo único asequible y disponible que había. La señora dueña del hostel nos llamó a un taxi y nos llevó a una granja de renos, con un personaje de lo más curioso. Vestido con el traje típico de conducir renos, nos presentó a toda la manada y nos dio una vuelta en el trineo. Aquello iba lento, pero era agradable. Un poco timo, pero que le vamos a hacer. Luego alimentamos a los renos, aunque Juan hizo algo más, quiso follárselos hasta que nuestro amigo lo vio y le recomendó ir al médico.
Entonces el tío, tras explicarnos como hacer para matar un reno usando un hacha, una navaja, o el poder de tu mente; nos invitó a un cafelito en su casa, nos dio la licencia de conductores de renos y cuando hubimos terminado, nos llevó a la ciudad de Papá Noel.

Llegamos emocionaicos perdíos por conocerle. Nos encontramos un grupo de españoles, nos hicimos fotos con ellos y entramos a ver al mismísimo Santa Claus. Ahí dentro era todo muy raro, psicodélico, duendecillos y enanitos por todas partes, cartas no entregadas, fotos de las Spice Girls y 69 Eyes con Papá Noel… todo muy extraño. Pero ahí que entramos, le dimos la mano y conversamos un rato con él. Nos hicimos la foto de rigor, que luego cobrarían a precio de oro y salimos de allí, contentos porque íbamos radiantes de felicidad.

Una vez fuera se revolcaron por la nieve, hicieron calvos, nos tiramos bolas de nieve y nos fuimos a hacer compritas de recuerdos y llamamos a un taxi para que nos recogiera.

Teníamos claro nuestro siguiente destino: el McDonalds más al norte del mundo entero, solo para que nos dieran la postalita de recuerdo. Un McDonalds corriente, como los de toda la vida, pero está la ilusión de visitar un sitio tan místico.

Después nos acercamos a un centro comercial que había al lado, miramos ropa, zapatos, los chicos echaron dinero a las maquinitas, y acabamos yendo a un lugar mágico, el bar de Lordi. Un bar-kebab de lo más siniestro, decorado con muertos, calaveras, sillas puntiagudas. Nos tomamos un café y nos fuimos de allí, nos hicimos alguna que otra foto, intenté por todos los medios sacar dinero, y volvimos al hostel. Por el camino guerra de bolas de nieve, alguna que otra caída, y un poco de rodeo que dimos, pero llegamos sanos y salvos y nos tomamos un chupito de Salmiakki.

A eso de las 8, salimos dirección centro, para ir a cenar reno. Nos habían dicho un restaurante muy bueno, Nili, así que nos pusimos a buscarlo, y cuando lo encontramos vimos otra sorpresa: un paquete de LM mentolado llenito en la puerta. Magnífico.

Entramos y nos prepararon una mesa, vimos los baños más curiosos que se pueden imaginar, y de entrada nos pusieron unos cócteles de arándanos, cortesía de la casa, y luego un chupito de tuétano cocido de reno o una cosa así. Estaba buenísimo, aunque Cris se quemó la lengua.

Pedimos 3 platos para los 5, reno y salmón, y una botella de agua. Riquísimo todo, nos quedamos con ganas de más pero decidimos que había sido suficiente. Entonces nos fuimos a tomarnos una cervecilla, entramos a un bar con buena pinta y letreros en español, pero nos fuimos porque al lado había un sitio todavía mejor, aunque nos pidieron 10 euros para entrar y sin consumición, a lo que declinamos amablemente la entrada y nos fuimos en busca de otro lugar, le preguntamos a una chica y nos recomendó Tivoli, así que para allá nos fuimos. Entramos gratis y al principio un poco rollo, la cerveza y la sidra eran baratas y conseguimos una mesa donde sentarnos. Después de algún que otro mal rollo, se sentó a nuestro lado un grupo de chicos y chicas, de unos 18 años, y mientras David se intentaba hacer a una, otro intentaba hacerse a Cris, entonces conocimos a unos españoles de Zaragoza, de Erasmus en Rovaniemi. Todos muy majos, entonces Cris y yo fuimos a fumar y cuando llegamos nos encontramos a Rodro y Juan hablando con los chicos finlandeses, que les estaban enseñando frases estratégicas para ligar: Saanko nuola pillua, minulla on iso kyrpa, y más que no quiero ni recordar, todas con significados obscenos. Entonces en algún momento fuimos al baño Cris y yo, y escuchamos a David con la tía, y pensamos “mira este, que ha ligado”, pero cuando salimos y vimos a la tía potando en el lavabo, dedujimos que algo no terminaba de ir bien. Cuando empezaron a ponerse pesaetes, nos fuimos a la otra parte de la disco, con otro tipo de música, y estuvimos allí bailando hasta que cerró, a eso de las 4 de la mañana. Los chicos todo emocionados con nuestro nuevo amigo, Bart, el maño friki y fumeta, con tantos puntos en común que hasta daba miedo. David con su española y Juan con su finlandesa, yo con Rodro y todos felices. Nos fuimos al hostel a comer, que estábamos esmayaicos y nos fuimos a la cama, me quedé en al habitación de los chicos para no despertar a Cris, que se había vuelto antes, y puse el despertador para la sauna al día siguiente, aunque significaría dormir 4 horas y como que no, ya habría más ocasiones.

DÍA 80

Día 80

3er día de viaje, Tallín.
Nos levantamos cansaicos, Cris más madrugadora había ido a la sauna, yo me había quedado durmiendo, y los chicos aunque más tarde también subieron a relajarse un rato al calorcito.
Yo me quedé desyaunando, mientras Cris se iba al centro a comprar una camiseta para su hermano. Me tomé mi café con tostaditas y me arreglé, y cuando estuvimos todos terminamos de hacer las maletas para dejarlas en recepción, pues nos íbamos a Tallín a pasar el día.
Así que nos fuimos al puerto, con la hora pegada al culo como siempre, compramos los billetes y subimos al ferry. Bonito, porque era bonito y grande, lleno de gente que esperaba ansiosa la apertura del Tax Free para ponerse hasta el culo de alcohol bien entrada la mañana. Y entre esa gente nosotros, deseosos de probar ese dulce Salmiakki, mojarnos los labios con ese néctar de los dioses. Al final solo a Cris pareció entusiasmarle tanto como a mí, así que decidimos que compraríamos más tarde más botellas para la vuelta.
En el ferry salió el sol, hacía un día precioso, mejorado por la compañía, y es que estaba contenta, porque estaba radiante y feliz de estar con mis amigos. Las dos horas y media que duró el trayecto se pasaron rápidas, y es que el tiempo pasa volando cuando se goza.
Llegamos a Tallín y cogimos un autobús del puerto al centro, y tras situarnos en el mapa, con el dinerito ya cambiado, nos pusimos a buscar un restaurante que nuestro queridísimo Use nos había recomendado. Unos crepes riquísimos que nos comimos tranquilamente, servidos por una camarera de lo más borde, y es que la gente en Tallín no es muy amable que digamos, sobre todo las tías, que serán muy rubias y muy guapas pero estúpidas un rato.
Filosofamos acerca del origen de las embolias de David, que se hizo pasar por malito un rato. Contamos chistes amenizando el paisaje y vimos la ciudad, que se recorre en un rato.
Nos dividimos sin querer, pasó un rato hasta que nos volvimos a encontrar, y estuvimos visitando un par de iglesias, algún monumento, un mirador desde donde se veía toda la ciudad. Tallín es una ciudad muy bonica, tiene su encanto, siempre la recordaré como algo mágica, y el día que vuelva volveré a sentir lo que sentí el día en que estuve mirando por ese mirador cogida de la mano de alguien especial, rodeada de gente maravillosa y chinos poniéndose en medio en las fotos, mientras se nos hacía tarde y no sabíamos como volver al puerto.
En el camino de vuelta Rodro me compró una rosa, pero no me la quería dar. Nos adelantamos con David, que había perdido su billete y debían utilizar todas sus habilidades diplomáticas para conseguir uno nuevo.
Llegamos al puerto y nos encontramos un ciste trannnquilamente posado sobre un charco, mientras unas alegres palomas le quitaban la roña a picotazos. Juan quiso darle por culo, pero el cisne ni se movía, y cuando lo hizo, se fue al charco que tenía meido metro más alante y se quedó así, quietecico y sin molestar a nadie.
Cuando nos encontramos todos en las taquillas, resutla que David tenía dos billetes pero no había pagado ninguno, y.. cómo podía ser esto? Pues algo de que se había encontrado a una mujer que le había dado uno y a otra chica que le había dado el otro. Así que ahora David tenía dos billete, ah no, tres, porque instantes después encontró el suyo, el original, detrás de la tarjeta de la seguridad social.
Y nos montamos en el ferry, algunos durmieron, otros vimos unhermoso atardecer, mejorado con una bonita rosa y compramos alcohol para la noche.
Cuando llegamos a Helsinki y al hostel, nos encontramos con unos españoles que nos aconsejaron para nuestro viaje a Rovaniemi. Hablamos un rato con ellos y partimos rumbo a la estación de trenes. Miramos los horarios para los días siguientes y subimos al tren, nos instalamos en nuestras amplias y cómodas habitaciones y nos fuimos al vagón restaurante a cenar. Abrí un jamoncito de los que me envió mi mamá, gracias mamá, si algún día lees esto, te quiero. Unos sandwichitos por aquí, unos calamares en salsa americana por allá, una sidrita para amenizar y volvimos a las habitaciones. Pero eran muy estrechas, y no cabíamos apenas todos en una con las camas abiertas y tal, así que decidimos ocupar una vacía. Jugamos al yo nunca, bebimos Salmiakki y una bebida rara que nos compramos en Tallín y todo iba de maravilla, de lujo, hasta que llamaron a la puerta. Todo guarreado, negro por culpa del Salmiakki, latas por el suelo, la cama medio deshecha, y entró un revisor con cara de pocos amigos: "What the fuck are you doing here?!". Nos cagamos, pensábamos que nos echaba del tren, que nos haría pagar una multa desorbitada o que nos violaría allí mismo. Nada de eso, nos puso una multa sí, pero de 13 euros. David le arrojó un billete de 20€ con su estilo propio, y con un "tienes cambio?" dejó al tío hechico peazos, se fue cabizbajo y decidimos seguir la fiesta en una de nuestras habitaciones. Pero ya no era lo mismo, estábamos apretados y decaídos, aunque Cris seguía pidiendo Chalmiakki!! subida en el estante para las maletas, cómoda, porque se conoce que estaba agusto. Pero al rato nos fuimos Rodro y yo a nuestro cuarto a dormir, todavía nos quedaban unas cuantas horitas de tren y queríamos estar descansados para el día siguiente.

DÍA 79

Día 79


2º día de viaje, Helsinki.

Nos levantamos pronto porque nos íbamos a la ¡sauna!. Emocionadicos perdíos subimos a la 6ª planta donde se encontraba el lugar y Cris y yo nos fuimos desnudando, nos duchamos y entramos. Después de un rato de sudor y confesiones a 80º salimos, otra ducha y a la habitación a por el desayuno. Café instantáneo, galletas y tostadas con jamón y queso. En eso que me puse a hacerme las planchas y a arreglarnos y tal. Era el segundo día que estaban aquí y apenas había tenido un momento a solas con Rodro, esperaba ansiosa que eso cambiase. Pero de momento me tenía que conformar con algún roce de mano y alguna palabra bonita en el aire. Cuando estuvimos todos listos nos fuimos para coger el tranvía, a visitar la ciudad. Todavía teníamos el ticket de un día y no pensábamos pagar nada más en lo que quedaba de viaje. Nos bajamos en la catedral de Helsinki, muy bonita por fuera pero bastante austera por dentro. Una espesa niebla nos acompañaba en el camino, y las calles medio blancas con la nieve y el hielo ya derritiéndose. Subimos las escaleras modo Rocky, hasta casi tocar el cielo. Conocimos a un finlandés muy majo que nos hizo una encuesta, mojándonos en medio de la calle. Después de la visita nos fuimos a un museo de cosas finlandesas, con una especie de cine y cosas raras. Tocamos pelito por primera vez, a un reno disecado en una tienda, y entonces nos fuimos a caminar por las calles de Helsinki. Fuimos al puerto, nos hicimos fotos, Juan arriesgando su vida en el mar helado, alguna que otra iglesia. Y entonces nos fuimos a comer sushi, porque lo vimos de casualidad. Los chicos comieron de eso y mientras nosotras trazábamos un plan para visitar la ciudad. Después nos fuimos al Hesburguer a comernos nuestras ensaladas que nos habíamos comprado por la mañana, y entonces proseguimos nuestro camino. Llegamos a una iglesia de piedra, pero que tampoco tenía nada del otro mundo. Luego vimos el parlamento y los chicos escalaron una montaña. Luego teníamos los pies calados, así que decidimos ir al hostel a cambiarnos, ya que más tarde habíamos quedado con Use. Volvimos al hostel, luego de vuelta al centro, amortizando el billete de un día, y nos fuimos directamente a ver a Use. ¿Quién es Use? Pues ni más ni menos que un amigo de Cris, un chico bien simpático que un día tuvo la desgracia de toparse con nosotros, y a partir de entonces su vida no volvería a ser la misma. El caso es que estuvimos todo el viaje con la coña de Use, el todopoderoso, nuestro Dios.

Nos llevó a una cafetería a tomarnos un café, según cuenta la leyenda si rellenas el café te dan 5 céntimos, osea que si te tomas 20 cafés lo amortizas, pero el caso es que no vimos un céntimo por nungún lado. También nos enseñó un parque con una estatua, nos calamos enteros, y los chicos se montaron en un columpio en lo alto del lago, arriesgando sus vidas.
Y llegó la hora de volver al hostel, compramos algo de beber para la noche y nos pedimos unas pizzas que estaban de oferta. Pizza de reno, eso sí, el reno enseñado, pero algo es algo. Estaban buenas, y de en esta noche tiene origen la teoría de las embolias, cuando estando todos trannnquilamente cenando, de pronto David empezó a reír sin poder parar, y llegamos a la conclusión de que había tenido una embolia, que de ahí venían esos ataques de risa incontrolables, y ya nada volvió a ser lo mismo.
Y entonces salimos, Use nos había recomendado un par de sitios, así que fuimos a probar suerte. Primero Amarillo, que estaba cerrado. Luego al bar de hielo, que también estaba cerrado. Entonces nos encontramos a dos chicas francesas, una se nos acopló de mala manera, que no es que me importase, pero yo quería estar con mis amigos, y no con una desconocida. Pero bueno, terminamos yendo al bar gay que nos recomendó Use, un sitio bastante guay pero bastante caro. Tenía ordenadores, pista de baile, cuartos de baño de lo más psicodélicos, cuyos carteles en vez de chicos y chicas, decían gays y lesbianas.
Estuvimos bien, pero en algún momento de la noche alguien invitó a la chica francesa a venir a dormir al hostel. No lo dijimos en su momento, pero chicos, si alguna vez leéis esto, nosotras también teníamos cama supletoria.
El caso es que volvimos, la chica francesa tenía dificultades para andar, yo lo que quería era llegar y acostarme, que estaba reventaica.
Cuando llegamos me fui al baño, y la chica francesa me alcanzó y se disculpó si había echo algo malo, le dije que no, que estaba todo ok.
Y me fui a la cama, cansada pero contenta.