sábado, 10 de abril de 2010

DÍA 90: EL DÍA DE LAS RISAS

Día 90


Viernes, Día de las risas.

Nos levantamos pronto, el examen era a las 8.15, pero resulta que nuestra querida Heli nos recogía en el hostel, pero aún así nos levantamos a eso de las 6 para dar el último repaso a los apósitos y las demencias. No sé por qué extrañá razón, dormir 4 horas y tener un examen tan próximo, estimula nuestra risa, y el caso es que estábamos en la cocina, riéndonos a carcajadas, tomándonos nuestros crispicillos, con el pobre Tom amargaito, sin ganas de vivir ya, poniendo caras raras y al Simon igual.

Nos acordamos del "¡AWELOOOO, échese pa la esquina que le dé un manguerazo a la jaula, que luego los servicios sociales no me dan la paga!". Sublime.

El caso es que empezamos el día con alegría, con ánimos, y realmente nos hacían falta.

Llegó Heli a recogernos y nos pusimos rumbo a Savonia. Llegamos y nos fuimos para la clase, a prepararnos psicológicamente para lo que venía.

Nos repartió el examen y una por una fui leyendo las preguntas, no me parecían difíciles, las fui contestando, nerviosa, pero sin prisa. Salí del examen bastante contenta, a pesar de lo poco que estudié y de que todavía no me encontraba del todo bien.

Entonces hicimos tiempo hasta la hora de la comida, las 10.30, pues a las 11 nos íbamos con Heli al centro de discapacitados, de visita.

Comimos tranquilamente y nos encontramos a Heli que nos llevó al lugar en cuestión. Recordamos con nostalgia cuando, de pequeñas, cuando veíamos a alguien con síndrome de Dawn nos daba miedo. Aquello lo único que daban eran ganas de llorar, gente malita, pero malita de verdad. Una lástima, estuvimos viendo las instalaciones y a los enfermos, y entonces llegó la hora del baile. Todos, y todos sabemos que es así, cuando vemos una persona con algún problema de ese tipo que tiene cara rara o hace ruidos raros o se mueve de forma rara nos reimos, no por que nos haga gracia su enfermedad, sino porque es gracioso lo que hacen. No es como los locos, que están locos y normalmente hacen cosas ridículas solo para llamar la atención. No quiero ofender a nadie (Cris, espero no ofenderte, que sé que eres la única que me lees de vez en cuando), pero la hora del baile fueron los 40 minutos más divertidos de mi vida. Te ves a una tía, que perfectamente podría ser una de ellos, pues su cara era un poema, haciendo un baile ridículo sentados todos en corro, moviendo manos y pies, unos pegándose, otros babeando, otros en fase Pitito QUÉ, otros kjcnsmmhsile (no sé escribir esa onomatopeya en cuestión). Es bonito ver como se lo estaban pasando bien, porque se les notaba contentos. Al principio nos intentábamos aguantar la risa, pero cuando vimos a nuestra queridísima Heli partiéndose el ojete, no resistimos la tentación y carcajada parriba, carcajada pabajo. Discreto, eso sí, que pareciera que nos lo estábamos pasando en grande. Y realmente lo estábamos, y ya cuando nos pusieron el "Que viva España" instrumental, y el baile se asemejaba al arte del ordeño de la vaca, solo deseaba que terminara esa tortura. Y terminó, y nos marchamos, y fue subir al coche y estallar de la risa. Quizás sea de malas personas, pero yo me lo pasé bien y lo siento si obré mal.

El caso es que volvimos al hostel, y nos echamos una siesta de esas que hacen historia, 4 horitas para estar bien descansadas para la noche. No sin antes vernos un capitulito de Lost.

Cuando despertamos, nos fuimos a comprar, pues estábamos bajo mínimos, y vinimos cargaicas de comida y cosas ricas, entre ellas, carnecita precocinada comprada en Ciymarket, para una cena en condiciones, y es que la pasta se nos sale ya por las orejas. Unas aceitunitas, un poco de pan, y un capítulo de perdidos disfrutando de unos muslitos de pollo y unas costillitas la mar de ricas. Duchita y empezamos a beber.

Una sidrita detrás de otra, un Beefeater tras otro, nos fuimos contentando y con musiquita de fondo, estábamos contentas, radiantes, bellas porque estábamos guapísimas.

Y salimos, rumbo Cave.

Esa noche innovamos, y no me refiero a la laca en la cara para aguantar el maquillaje, me refiero a la maravillosa idea de llevarnos una petaca con alcohol, Alba Beefeater y yo un poquito de Salmiakki. Nada más llegar nos fuimos al baño a beber un poco. Luego lo repetimos cada 15 minutos, incluso robamos unos vasos de chupitos para hacerlo más civilizadamente. En una de esas visitas al baño, Heini se percató de nuestra presencia, y pensábamos que nos iba a decir algo, pero se metió con nosotras en uno de los amplísimos baños de Cave y se sacó otra petaca que llevaba. Y allí las tres, en un metro cuadrado bebiendo, poniéndonos contentas, disfrutando de la vida.
Después de Cave nos fuimos al Ale, con el Dj de Cave que se quedó vomitando por el camino, y que cuando llegó y nos contó que alguien lo había abofeteado, solo pude decirle OWNED, a lo que él me contestó "WHY??" y yo, pues porque sí.
Estuvimos en Ale hasta que cerró, visitando el baño hasta que se quedaron vacías las botellitas, y entonces nos fuimos a Maribella porque a Alba se le antojó. ¿Y a quién nos encontramos allí? ni más ni menos que al tío del este que la semana pasada se me roneó como nadie, claro es turco, y los turcos hacen kebabs. Intenté que no me viera y nos fuimos al hostel a difsrutar de nuestro showarma, por el camino nos revolcamos por la nieve, que tiene cojones, 3 meses aquí y nos ponemos a jugar con la nieve cuando ya es hielo y duele.
Llegamos al hostel las primeras creo, la idea era ver una serie, pero Alba estaba un poco ciega de más, como yo nunca la había visto, así que me salí con el ordenador fuera y ella se acostó. En esto que llegarno Tom, Ángel, Heini, Simon y Svetlana y nos pusimos en el salón a charlar tranquila y borrachamente, Ángel estaba perraco como él dice, y empezó limpiándose el culo literalmente con un libro ruso, luego agujereó un bote de champú con un clavo de la pared, y cuando empezó a ponerse pesadete de más, lo obligué a irse a la cama, y yo hice lo propio, y me dormí mientras Alba decía cosas que no podía comprender, tal vez fuera la magia de la Isla, tal vez fuera que estaba demasiado ciega para artucular palabra, el caso es que nos dormimos y ni sabíamos la resaca que nos esperaba al día siguiente.

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