lunes, 5 de abril de 2010

DÍA 78

Día 78


Domingo, 28 de Marzo de 2010. Comienza mi viaje.

Me desperté a las 6 o así después de no haber dormido apenas dispuesta a coger un tren, que me llevaría a mis amigos. A decir verdad, me despertó un knock knock en la puerta, Peppi con ganas de más fiesta con afterparty en la cocina de la residencia se acordó que debía coger ese tren, y decidió despertarme. Me desayuné mi colacaito con crispis con gente dándome por culo, que si porque estoy de mal humor cuando me levanto, que si porque no me bebo una cerveza para desayunar, etc, etc. Entonces terminé mi maleta y me fui, a la estación vacía y medio nevando que estaba. El tren llegó puntual, como todo aquí en Finlandia. Me monté en mi asiento y vagón y me dispuse a dormir un rato, me acompañaban sendos sándwiches y zumitos. Tras un leve sueño me levanté confusa, y me fui a fumarme el primer cigarro de la mañana. Tenía tabaco de sobra, y más sabiendo que me iban a traer un cartón calentito de España. Las horas iban pasando, y por la ventana podía ver el paisaje nevado como de costumbre, los árboles blancos y las casitas como de cuento. Cuando una voz femenina anunció que llegábamos a Helsinki se me revolvió todo, tenía tantas ganas de encontrármelos que no cabía en mí de gozo. Casi me olvidaba del dolor de la pierna, pero ahí estaba, persistente.
Fui primero a preguntar por los billetes a Rovaniemi, y luego fui a dejar mi equipaje a las taquillas, pues me esperaban unas cuantas horas de no hacer nada por allí. Me visité todos los centros comerciales de Helsinki, buscando desesperadamente un cuarto de baño en el que no tuviera que pagar. Cuando lo encontré e hice mis necesidades, recibí ese toque que tanto había estado esperando, el que anunciaba la llegada de mi gente.
Así que me fui, lloviendo como estaba y me fumé varios cigarros esperando en la puerta de la estación de trenes, sonrisa en la boca incluida, pero no llegaban. Me fui para dentro y me llamaron, entonces los vi: Juan y Rodro esperando en mitad de un hall lleno de gente, que ni se imaginaba las ganas que tenía de un abrazo y quizás algún beso furtivo. Los saludé con un caluroso abrazo y esperamos a Cris y David, que se habían separado para buscarme. Cuando llegaron, más abrazos y besos y nos fuimos para el hostel.
Llegamos a donde se cogen los tranvías, y mojaicos, porque estábamos mojaicos, nos compramos un billete de un día, que no estábamos seguros de si íbamos a aprovechar o no. Nos montamos y llegamos al hostel, después de pasarnos la parada y tener que caminar algunos cientos de metros, y tras preguntarle a un conductor que poca idea tenía de inglés. Nos acomodamos siguiendo las instrucciones de una recepcionista hispanohablante, muy maja ella, y tras relajarnos unos instantes, algún que otro chupito de ron miel, nos pusimos a preparar la cena, después de ir al super a comprar las cosas necesarias. Nos preparamos una pasta con tomate y nos la comimos en el cuarto de los chicos, miraditas y juegos de manos no podían faltar, y es que después de dos meses y medio no podía ser de otra manera. Tras la cena nos dirigimos a la ciudad a dar una vuelta. Nada especial, caminamos por las calles, corrimos detrás de tranvías, cervecita en un pub irlandés, tocar pelito, búsquedas de bares helados. Nos volvimos pronto al hostel porque estábamos reventados, y nos fuimos a la cama sin ningún tipo de contratiempo.

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