jueves, 4 de febrero de 2010

DÍA 21

Día 21


Sábado.

Hay un problema muy grande en Finlandia, y es que no hay persianas. Para dos días que tengo para levantarme a la hora que me da la gana, pues no oye, a las 9 y media ya está entrando el sol, ¡qué digo el sol!, la claridad, porque si por lo menos hubiese sol, pues mira, me alegra el día. Pero no, un cielo tristemente nublado, neviznoso, pero que cómo jode. Será el reflejo de la nieve o yo que sé qué es, pero el caso es que no te deja dormir. Me tengo que comprar unas "gafas para dormir", osea un antifaz de esos molones que llevan en las películas.

El caso es que nos levantamos tarde, que aunque no se pueda dormir bien, nos gusta ronearnos bien en la cama.

Comimos pasta y por la tarde estos se echaron una siesta, pa no perder la costumbre, y yo me fui... ¡a la piscina!. Con las polacas y las rusas. La verdad es que lo pasamos bien, una horita nadando, en el jacuzzi de agua caliente, sauna, ¡tiene de todo!. Y por solo 2.30 €. De lujo vaya.

De vuelta a la resi, me encontré con que Alba y Ángel se iban con Heini a pasear, pero yo me quedé en casita ordenando mi cuarto y lavándome el pelo, con todo lo que eso conlleva.

A eso de las 7 de la tarde aparecieron estos dos trayendo ¡24 Olvis!, también la cena y a Heini, para pasar la tarde. Estuvimos jugando al duro en todas sus modalidades, incluyendo la de tirar la moneda con la frente. El caso es que no eran ni las 8 y ya estábamos medio ciegos.

Más tarde llegó la suprema, Sabina, con otra amiga muy maja, también estudiante de enfermería. Seguimos bebiendo y llegó el momento de salir.
Siguiendo la tradición, primero Nellys, un par de cervecitas, y luego Cave.
He aprendido algo en Finlandia, y es que mi límite no son 3 cervezas, como solía pensar. Será que Olvi es mágica, porque me puedo beber 6 ó 7 y tan fresca. Claro que también ayuda empezar a beber a las 7 de la tarde, pero aún así, no sé si será el frío o qué, pero puedo beber y beber y me encanta, no tanto a mi hígado.
Y poco más de este día, bueno sí, Alba se cargó unos pantalones. Se conoce que estaban desgastadillos previamente, y que hacer abdominales en esas condiciones no ayuda. El caso es que terminó con los pantalones de bufanda y posteriormente de chalequito muy cool. Al ir a tirarlos, la mala memoria de Alba le jugó una mala pasada: no recordó el sitio del móvil, osease, el bolsillo del pantalón, y se fue a la basura junto con la mencionada prenda. El momento de cogerlo de la basura delante de toda la gente fue, cuanto menos, vergonzoso.
Terminamos la noche con sandwichito mixto, en su variedad de salami, y cigarrito posterior, y a la cama, a que el sol mañanero nos despierte.

2 comentarios:

  1. puedo decir, y digo, con orgullo que me he leido tu puto blog entero

    C

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  2. jajajajajajaja toma yaaaaaaa me alegrais el dia entre todos ^^

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