martes, 9 de febrero de 2010

DÍA 26

Dia 26, jueves.

Nos levantamos tarde, habíamos salido el día anterior. El planning para hoy era universidad, a las 12.15. Pero pensamos que estaría bien llegar antes y comer allí, por eso de que nos sale barato y es comida en condiciones, no un sándwich o patatas o galletas. Así que acordamos estar allí a las 11.30, para ello teníamos que salir de la resi a las 11, y para eso debíamos levantarnos a las 10.15 o una cosa así. Pues bien, nos levantamos a las 10.30, minuto arriba minuto abajo, y sin siquiera desayunar, solo un mísero zumo (caliente, encima), a las 11.15 nos pusimos en camino a la universidad, solo Alba y yo, pues Ángel se encontraba indispuesto.
Llegamos a la uni a eso de las 11.45 o quizás más tarde, y entre quitarse la ropa, ponerse en la cola para comer, etc etc, hasta las 12 no comimos. Nos pusieron unas albóndigas como las que ponen en Ikea, bastante ricas. Entonces recordamos: no habíamos hecho los deberes para nuestra clase, dos frases y 5 palabras en finlandés. “No pasa nada”, pensamos, “eso lo hacemos luego en un momento”. Se conoce que nos entró remordimiento cuando quedaban apenas unos minutos para que empezara la clase, así que mientras yo recogía la mesa, Alba se puso a buscar las frasecitas y las palabrejas.
Ya eran las 12.15 pero, ¿de verdad te crees que voy a entrar a clase sin fumarme el cigarrito de después de comer?. Perdona pero no, así que salimos a fumar, sin chaquetón ni nada para no perder tiempo. Caía un nevazo que pa qué, pero muy dignas nosotras y sin apenas frío, a pesar de no llevar abrigo, nos metimos nuestra dosis de nicotina y nos metimos para clase. Pero primero había que encontrar el aula en cuestión. Pasó un tiempo hasta que encontramos un mapa con la colocación de las clases, y nos dimos cuenta que estábamos en la otra punta del edificio, así que llegamos unos 10 minutos tarde a clase. No importa, Janni es comprensivo. Tras una media hora de aprender finlandés, se hizo un descanso, porque el supremísimo sintió la llamada de la naturaleza, esto es, que quería fumar. Y como él es el Boss, pues allá que nos fuimos otra vez a fumetear.
Tras este kit-kat, seguimos con la clase de finlandés, y llegó el momento de entregar los deberes. Deberes que teníamos apuntados en un cachito de papel impresentable, así que corriendo como pudimos lo volvimos a escribir para entregárselo en una hoja más decente.
Tras esto, nos fuimos para casa, y el nevazo que caía era impresionante, llegamos blancas, aunque no congeladas porque no hacía demasiado frío. Al llegar, Alba se echó su siestecita de todos los días, como manda nuestra Señora que va a Coín.
Ya por la tarde, cuando Alba despertó y Ángel llegó (obviaremos el porqué de su ausencia), decidí ir a comprar algunas cosas, ya que llevaba toda la tarde metida en casa y estaba bastante agobiada. También hubo un momento de angustia, cuando recordé determinada sustancia, la cuál echo de menos por encima de todas las cosas. Quería despejarme, así que mochila al hombro, me fui al Maxi. Compré y a la vuelta, cigarrito en mano, tuve uno de esos momentos místicos que tanto añoraba. No duró mucho, llegué a la residencia y Raíces me hizo pasar uno de los peores momentos de mi vida: me invitó a entrar a su cuarto a que le arreglara no se qué cosa del ordenador. Quise morir: el olorcillo que sale de su cuarto y sube por las escaleras hasta el piso de arriba, todo concentrado en 4 metros cuadrados. Una experiencia horrible, escapé de allí lo más rápido que pude.
Después de eso poco más, me acosté tempranillo para ir al hospital al día siguiente.
Pero antes una cosa: Jani, si alguna vez lees esto, no me llamo Heras, como tu puedes pensar. Me llamo BERTA, Heras es el apellido de Alba, ¿mentiendes?
Nada más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario