Día 36
Me levanté no muy tarde, se avecinaba un día, cuanto menos, curioso.
Hacía un sol espléndido y decidí irme a dar un paseo dominguero. Me encontré con Ángel al salir y se vino conmigo. Mal, pues iba a ser mi momento de soledad y misticidad. Pero bueno, un poco de compañía nunca viene mal.
Caminamos durante casi una hora por calles residenciales, casitas como las de las pelis de Tim Burton, mis gafas de sol. Luego por el lago, palmo y medio de nieve, el sol directamente en los ojos y finalmente los columpios, mi nuevo lugar místico. Pero, ¡horror! Me dejé el tabaco en casa. Así que nada, visita al Citymarket a comprar cosas para comer y a la vuelta parada en McDonalds, pues Alba me encargó un menú Bigmac, se le antojó a la chiquilla. Y a mí se me antojó una coca-cola, la primera que me iba a tomar desde que estoy aquí. Después de que la dependienta nos deseara feliz San Valentín, le fuimos tirando pa la resi. Me tomé mi coca-cola y realmente me supo a gloria, cuando llegué a la residencia, me saqué un cigarro y me lo fumé al solecito mientras me la tomaba.
Llegamos a la resi y comimos, le cogí 3 patatas a Alba, también mis primeras aquí.
Por la tarde fue un infierno. No teníamos nada que hacer. Bueno mejor dicho, de lo que podíamos hacer, no hicimos nada. Estuvimos viendo Fuga de cerebros, que qué película más mala. También hicimos redecoración del cuarto, que si unas florecillas por aquí, que si un póster improvisado por allá.
Recibimos la visita de nuestra querida Heli, a la que recibimos con un abrazo, y que nos trajo unos pastelitos. Solo era para saber como nos iba en el hospital y esas cosillas.
Luego nos entretuvimos practicando cómo hacer un Mantoux, con materiales robados del mismísimo hospital de Iisalmi, ante la asombrada mirada del Juani.
También vino la Roneanta, a ver a Ángel, y éste se tuvo que ir ante las indiscretas miradas de gente muy enterada, así que nos quedamos Alba y yo aquí, sin saber que hacer. Intentamos ver el Internado, pero nos han jodido y ya no nos dejan verlo el día antes. No pasa nada, podemos hacer otras cosas.
No, no hay nada más que hacer.
Tampoco teníamos prisa por acostarnos, ya que no teníamos que madrugar al día siguiente, así que nos pusimos cada una a lo nuestro viendo series y cosas, cuando me llamaron al Skype y tuve que meterme en el zulo donde está el router, el sitio más cutre del mundo. Tranquilamente hablando cuando estos dos entraron dándome un susto de muerte. Malditos cabrones.
Y poco más, tras la conversación me fui a la cama, a eso de las 2 de la mañana.
Hacía un sol espléndido y decidí irme a dar un paseo dominguero. Me encontré con Ángel al salir y se vino conmigo. Mal, pues iba a ser mi momento de soledad y misticidad. Pero bueno, un poco de compañía nunca viene mal.
Caminamos durante casi una hora por calles residenciales, casitas como las de las pelis de Tim Burton, mis gafas de sol. Luego por el lago, palmo y medio de nieve, el sol directamente en los ojos y finalmente los columpios, mi nuevo lugar místico. Pero, ¡horror! Me dejé el tabaco en casa. Así que nada, visita al Citymarket a comprar cosas para comer y a la vuelta parada en McDonalds, pues Alba me encargó un menú Bigmac, se le antojó a la chiquilla. Y a mí se me antojó una coca-cola, la primera que me iba a tomar desde que estoy aquí. Después de que la dependienta nos deseara feliz San Valentín, le fuimos tirando pa la resi. Me tomé mi coca-cola y realmente me supo a gloria, cuando llegué a la residencia, me saqué un cigarro y me lo fumé al solecito mientras me la tomaba.
Llegamos a la resi y comimos, le cogí 3 patatas a Alba, también mis primeras aquí.
Por la tarde fue un infierno. No teníamos nada que hacer. Bueno mejor dicho, de lo que podíamos hacer, no hicimos nada. Estuvimos viendo Fuga de cerebros, que qué película más mala. También hicimos redecoración del cuarto, que si unas florecillas por aquí, que si un póster improvisado por allá.
Recibimos la visita de nuestra querida Heli, a la que recibimos con un abrazo, y que nos trajo unos pastelitos. Solo era para saber como nos iba en el hospital y esas cosillas.
Luego nos entretuvimos practicando cómo hacer un Mantoux, con materiales robados del mismísimo hospital de Iisalmi, ante la asombrada mirada del Juani.
También vino la Roneanta, a ver a Ángel, y éste se tuvo que ir ante las indiscretas miradas de gente muy enterada, así que nos quedamos Alba y yo aquí, sin saber que hacer. Intentamos ver el Internado, pero nos han jodido y ya no nos dejan verlo el día antes. No pasa nada, podemos hacer otras cosas.
No, no hay nada más que hacer.
Tampoco teníamos prisa por acostarnos, ya que no teníamos que madrugar al día siguiente, así que nos pusimos cada una a lo nuestro viendo series y cosas, cuando me llamaron al Skype y tuve que meterme en el zulo donde está el router, el sitio más cutre del mundo. Tranquilamente hablando cuando estos dos entraron dándome un susto de muerte. Malditos cabrones.
Y poco más, tras la conversación me fui a la cama, a eso de las 2 de la mañana.
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