lunes, 8 de febrero de 2010

DÍA 25

Día 25, miércoles.

Nos levantamos tempranito para ir al hospital, bueno, me quedé dormida y me levanté un poco más tarde de lo que debía. Llegamos casi media hora tarde al hospital, pero tampoco importó mucho porque llegamos y no nos hicieron caso, como cada día. Nos quedamos en un rinconcito sin molestar mientras hacían el cambio de turno y esas cosas de enfermeras. Vimos a demasiada gente. Aparte de las habituales 9 enfermeras, había otras 4 estudiantes, y aparte nosotras dos. Imagínate la de cosas que hicimos este día. Apenas nada. Alba quitó una sonda vesical y yo ni eso. Preparamos la medicación y poco más. Cuando la enfermera de Alba, Sanna, le preguntó por enésima vez que cuando nos íbamos a ir a comer, entendimos que no nos querían allí, así que nos fuimos con Ángel a comer a urgencias. Cuando subimos, recibimos un abrazo de nuestra queridísima Heli, que había venido a visitarnos, a ver que tal estábamos. Nos contó cosillas interesantes y se despidió con otro caluroso abrazo.
Al volver a la planta, teníamos que rellenar una especie de hoja de asistencia, así que decidimos dedicarle una media hora, ya que no teníamos nada mejor que hacer. Tras esto, y cuando Sanna nos vio con toa la cara de aburrimiento, nos puso a… ¡hacer camas!. Que emoción, hacía tanto que no practicaba el bello arte de la mitra. Resulta que Sanna casi se pone a ayudarnos, porque la otra alumna que estaba con ella (de unos 50 años), no la dejaba hacer nada, ella usaba el ordenador, ella hablaba con los médicos, ella preparaba la medicación, ella, ella, ELLA. Pero parecía un tío.
Poco a poco se acercaba la hora de salir, no sin antes disfrutar de una charla acerca de estomas y bolsas colectoras, sondajes y medidores de penes, que parece que nunca habían visto uno.
A la hora de salir, nos fumamos ese ansiado cigarro, tras 7 horas agonizando. Llegamos a la resi y comimos algo, un sándwich si mal no recuerdo. Por la tarde vagueamos un rato, hasta que decidí irme a preguntar por las peluquerías cuánto me costaría cortarme el pelo. Tras un primer intento fallido, en el que después de tirarme media hora intentando descifrar la tabla de precios (diccionario en mano) me di cuenta que la peluquería estaba cerrada, me fui a pasearme hasta el Citymarket a comprar unas cosillas, y a la vuelta me encontré con otra peluquería, y entré a preguntar. Hay cosas que es mejor no saber, enigmas de la humanidad, pero fui demasiado osada, mi curiosidad pudo conmigo. Corte de pelo: 27 euros. Tinte: ¡90 euros!. ¿Estamos locos en Finlandia o qué?. Mi Rosa me lo hace todo por 23 euros. Ladrones.
Tras esto, volví a la residencia y Alba seguía durmiendo, así que me duché y me preparé pues íbamos a ir a casa de nuestra querida Heini a ver una película y a cenar. Alba preparó su carne a la mostaza, riquísima. Después no vino la peli, pues preferimos ir a Nellys a tomarnos unas cervecitas. Allí nos encontramos con Ansku y Anni, y también al calvo que ceceaba. Poco después nos fuimos al Cave, donde pasaron mil cosas, como la cuasi pelea de Ángel con el rubio nazi, el superciego de las rusas, y las risas acosta de nuestra queridísima Madre, etc, etc. Probé una nueva bebida, el White Russian, que no es otra cosa que vodka con leche y colacao, está tremendo, pero da como cosica mezclar leche y alcohol, no sé porqué. El caso es que después nos fuimos al Bpop, no había nadie, pero estábamos nosotros, con un espontáneo que se anexionó al grupo. Allí descubrí la magnitud del ciego que llevaba Katri, la russian girl, e hice muy buenas migas con ambas.
A eso de las 3 y media, cuando ya nos echaban del bar, nos fuimos para el hostel muertitos de hambre. Llegamos y yo me preparé un sándwich (¿acaso se puede dudar?) y las rusas ¾ de lo mismo. Pero Juani no, Juani se puso a partir cebolla, bacon, jamón, queso, batir huevos, e hizo una especie de revuelto que nos supo a gloria a todos, los cuatro. Después de eso cigarrito, y a la cama, 4.30 de la mañana y al día siguiente universidad.
Cabe destacar que, se conoce que la inteligencia española no tiene límite, pero en este caso fallamos. Salimos a la calle Alba y yo con tabaco de liar, pues ya no nos quedaba del otro, y resulta que nos quedamos algo escasas en lo que a boquillas se refiere (cinco). Pues nada, se reciclan. Lo más yonki que te puede pasar.
Y hasta aquí el día de hoy.

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